Son los rebeldes de la covid-19. Epidemiólogos que se oponen radicalmente a las cuarentenas y confinamientos y que defienden a ultranza el concepto de inmunidad de rebaño. Martin Kulldorf y Jay Bhattacharya son los coautores, junto a la profesora Sunetra Gupta, de la denominada Declaración de Great Barrington, en la que explican los costes del encierro y otras restricciones económicas y cómo las ideologías han generado divisiones en el tratamiento de la pandemia. Su trabajo reclama que "aquellos con un riesgo mínimo de muerte” reanuden sus vidas mientras las sociedades se concentran en “proteger mejor a los que están en mayor riesgo”.
En una entrevista con 'The Wall Street Journal' ambos lamentan que su declaración haya sido víctima de una "campaña mediática sistemática" para silenciarla. “La politización del covid”, dice Kulldorff, “es extremadamente desafortunada. La gente asume automáticamente cuáles son sus creencias políticas en función de sus opiniones sobre la pandemia. Esto es muy extraño, en mi opinión”. Bhattacharya agrega que “los marcadores tradicionales de la identidad política no tienen absolutamente ningún significado” en el contexto del covid.
Bhattacharya cita un ejemplo de la política del covid que encontró “impactante”. Cuando estallaron las protestas de Black Lives Matter, dice, “1.300 epidemiólogos firmaron una carta diciendo que las concentraciones eran coherentes con las buenas prácticas de salud pública. Eran los mismos epidemiólogos que habían argumentando que esencialmente deberíamos ponernos en cuarentena”. En su opinión, esto aceleró “las críticas apropiadas” contra los firmantes de la carta, “que le habían pedido a la gente que cerrara sus negocios, que no asistieran a las escuelas, que dejaran de ir a los templos religiosos y, sin embargo, dicen que está bien protestar. Simplemente apestaba a prejuicios políticos”.
Kulldorf está convencido de que un científico de la salud pública tiene que trabajar sin “infundir sus creencias”. Bhattacharya, en cambio, se define abiertamente como de “centro-derecha”. Lo que une a los dos hombres es su repulsión contra la “política actual contra el covid”. Esta política “viola todos y cada uno de los valores que aprecio, todos y cada uno”, asegura Bhattacharya. Sí concede importancia a la protección de los vulnerables y los pobres en todo el mundo de “la muerte y el sufrimiento evitables”. Los encierros han “fracasado al inducir el colapso económico que ha puesto las vidas de 130 millones de personas pobres en todo el mundo en riesgo de morir de hambre”.
También valora “las normas de la ética médica que militan en contra de hacer daño a los pacientes”. La política actual de encierro, según su declaración, pide a los niños y adultos jóvenes, “que enfrentan más riesgos médicos y psicológicos por la cuarentena que por la infección del covid”, que acepten este daño “con la falsa esperanza de que este sacrificio protegerá a los vulnerables”
Kulldorff describe los encierros como “el peor asalto a la clase trabajadora en medio siglo, el peor asalto desde la segregación y la guerra de Vietnam”. Las políticas actuales protegen a “estudiantes universitarios de muy bajo riesgo y profesionales de muy bajo riesgo (abogados, banqueros, periodistas, científicos como yo) porque básicamente podemos trabajar desde casa”.
A diferencia de los profesionales privilegiados, dice Kulldorff, la clase obrera “está trabajando, incluidas las personas de alto riesgo de 60 años. Entonces, la clase trabajadora está construyendo la inmunidad de la población que eventualmente nos protegerá a todos”. Bhattacharya agrega que una de las razones por las que “las poblaciones minoritarias han tenido una mayor mortalidad en los EEUU a causa de la pandemia es porque a menudo no tienen la opción de quedarse en casa, incluso si son mayores o tienen afecciones comórbidas”.
Las políticas de cuarentena no solo son “regresivas”, con su impacto dispar sobre los pobres y las minorías; reflejan -dice Bhattacharya- una “especie de monomanía”. El mundo “entró en pánico en marzo, y la atención se centró en el control del covid y nada más”. La gente vio fotos de Wuhan, China y Bérgamo, Italia, y llegó a la conclusión de que tenían que hacer “algo muy, muy drástico para abordar esta cosa dramática que está sucediendo”. Hubo “un sesgo de acción que llevó a la adopción de cuarentenas como una forma de contagio en sí”.
Kulldorff dice que las restricciones del covid-19 violan dos principios cardinales de salud pública. Primero, “no se puede simplemente mirar al covid, hay que mirar de manera integral la salud y considerar el daño colateral”. Entre los daños: una incidencia cada vez mayor de enfermedades cardiovasculares y cáncer y una disminución alarmante de la inmunización. “La gente no va al médico”, dice. Bhattacharya también señala la suspensión de los programas de tuberculosis en la India y de los programas de erradicación de la malaria en otros lugares.
El segundo principio, según Kulldorff: “No se puede simplemente mirar a corto plazo”. Bhattacharya vaticina que contaremos los daños a la salud de estos confinamientos "durante mucho tiempo”. Dice que los esfuerzos anti-covid están sembrando las semillas de otras epidemias: “La tos ferina volverá. La poliomielitis volverá debido al cese de las campañas de vacunación. Todas estas enfermedades en las que hemos logrado avances sustanciales comenzarán a regresar”.
Ambos hombres dicen que la Declaración de Great Barrington es una llamada a volver a la práctica tradicional de salud pública. “No estamos defendiendo nada realmente novedoso”, dice Bhattacharya. “Es un llamado a pensar de manera integral sobre la salud pública nuevamente, no solo sobre una enfermedad”. La declaración también refleja “las normas del discurso científico abierto, que han sido violadas por los defensores de los confinamientos en nombre de proteger al público de ideas ‘peligrosas’”.
Kulldorff dedica buena parte de la entrevista a explicar “la inmunidad de rebaño", que califica como “el término más incomprendido de 2020”. Bromea diciendo que el uso del concepto puede generar “acusaciones de asesinato en masa, y Bhattacharya lamenta su frecuente caracterización errónea”. Las palabras, dice, son un “término técnico que surge de los modelos estándar de propagación de epidemias”.
Es el “estado final de cualquier epidemia en el que en realidad ocurre algo de inmunidad después de la infección. Es un hecho biológico. No es algo nefasto o extraño”. Se queja de que muchos medios de comunicación han dicho que “estamos abogando por una estrategia de inmunidad de rebaño. Ese es un término de propaganda. Después de todo, la estrategia del confinamiento hasta una vacuna también terminará con la inmunidad colectiva”.
“Como epidemiólogo -dice Kulldorff- es extraño y sorprendente tener esta discusión sobre la inmunidad colectiva”. La compara con la gravedad: “No habría físicos hablando de si creemos en la gravedad o no. O dos pilotos de una aerolínea diciendo: ‘¿Deberíamos usar la estrategia de gravedad para hacer que el avión aterrice en el suelo?’ No importa cómo vuelen ese avión, la gravedad asegurará eventualmente que el avión golpee el suelo”.
Bhattacharya dice que llamaría a la idea “inmunidad de la población” si pudiera reformularla. La palabra “rebaño -dice- tiene connotaciones que no merece”. Pero enfatiza que la inmunidad colectiva es un principio científico básico, del cual surge la pregunta importante que los epidemiólogos y los responsables políticos deben considerar: “¿Cómo llegamos a ese estado final con la menor cantidad de devastación, la menor cantidad de muerte?”.