Hay un tema que, como sociedad, necesitamos poner sobre la mesa de manera urgente: la prevalencia cada vez mayor de las conductas autolesivas en población infantojuvenil, sobre todo en adolescentes. Si no lo hacemos ahora -cuando la salud mental está en racha de popularidad- difícilmente tendremos la ocasión de generar interés por este delicado tema en otro momento.
Aunque algunos crean que estas conductas de autoinflingirse dolor físico son inusuales, para el psicólogo Luis Fernando López son su día a día. “En consulta, casi todo lo que yo trabajo es autolesión o suicidio, depresión, trastornos graves de la personalidad, todo lo que veo, y cada vez veo más, son adolescentes con este tipo de problemas… Pero sobre todo, autolesiones”.Su experiencia va en consonancia con los datos de estudios sobre conductas autolíticas que se van publicando cada cierto tiempo. Todos coinciden en que las cifras van en aumento. Según el último informe FAROS, el 27,6% de los jóvenes en Europa tiene conductas autolesivas. Las más habituales suelen consistir en hacerse cortes o quemaduras en los antebrazos.
Es cierto que conocer estas cifras nos permite hacernos una idea de la dimensión del problema pero, quedarnos en ellas, nos puede llevar a tratar el asunto con cierto reduccionismo y a desviarnos del verdadero tema de fondo: Que este tipo de conductas, tan extendidas entre nuestros adolescentes, son un reflejo de que algo no estamos haciendo bien como sociedad.
Luis Fernando López cree que, en ese sentido, tenemos una asignatura pendiente: la de la educación en inteligencia emocional y en regulación emocional: “creo que debería haber realmente lugares públicos donde se enseñe a las familias cómo acompañar en el dolor y en el sufrimiento”. Algo que parece tremendamente complicado en una sociedad que vive de espaldas al sufrimiento y en la que el tema de las autolesiones es incluso más tabú que el suicidio.
Pregunta: En nuestra sociedad, las autolesiones están igual de presentes o más que la conducta suicida…¿Por qué se habla tan poco de ellas?
Respuesta: Este es otro de los grandes tabúes y otro de los grandes estigmas que hay en clínica, porque la autolesión, igual que el suicidio, está muy oculta dentro de los pacientes. Son vivencias o conductas que se experimentan de un modo muy interiorizado, muy íntimo. Es fundamental explorar cuáles son los mecanismos que elaboran, cuáles son las herramientas que usan, cuáles son las herramientas que en su día a día usan para disminuir el sufrimiento psíquico, el sufrimiento emocional que sienten con las experiencias de las circunstancias que han ocurrido en su vida. Si uno explora bien, se da cuenta de que hay muchas autolesiones, muchas conductas de tipo autolesivas.
P: Cuando los expertos en salud mental habláis de autolesiones, ¿a qué os referís exactamente?, ¿de qué tipo de comportamientos estamos hablando?
R: La autolesión no es únicamente cortarse; no es únicamente quemarse o introducirse objetos subdérmicos, como hacen muchos adolescentes. Hay muchos tipos de autolesiones. La autolesión también puede ser tatuarse el cuerpo, hacerse piercings; la autolesión también puede ser una forma de pensamientos rumiantes sobre el propio sentimiento de muerte; la autolesión también puede ser un pensamiento donde se hacen daño y ahí encuentran alivio al sufrimiento psíquico que sienten.
P: ¿Qué busca realmente un adolescente que se autolesiona? Todavía habrá muchos que dirán que es una niñería y que lo que pretende es llamar la atención…
R: La autolesión es un mecanismo muy desadaptativo, muy perjudicial, que lo que hace es tratar de reducir un dolor psíquico a un dolor físico, donde ellos sí controlan el inicio y el final de ese sufrimiento. Lo que hacen es crear un mecanismo anestésico, porque no han encontrado ninguna herramienta para poder disminuir ese dolor psíquico y, al hacerse daño físico, neutralizan el sufrimiento y la emoción que tienen y que no consiguen regular por ningún otro medio. Y ahí se produce un condicionamiento muy importante, donde aprenden, donde tienen un aprendizaje muy peligroso en el cual ese sufrimiento psíquico que tienen, lo neutralizan a través de un sufrimiento físico, con una percepción de control que es altamente peligrosa, en la que ellos inician y finalizan su dolor a propia voluntad.
P: Y claro, es peligroso porque lo que ocurre a largo plazo es que en vez de disminuir ese dolor psíquico, este va aumentando…
R: Eso es lo que ocurre: que el sufrimiento psíquico cada vez es mayor porque no se ha trabajado, porque no se obtienen herramientas ni mecanismos para poder solventar sus dificultades, y cada vez, el daño [físico] que se tienen que hacer es mayor para neutralizar ese dolor psíquico.
P: ¿Te refieres a que pueden llegar demasiado lejos?
R: Muchas de las muertes que se producen en adolescentes que son catalogadas como suicidios, no son suicidios en sí, sino muertes accidentales que se han producido porque la autolesión se les ha ido de las manos. Pero, en realidad, no hay pensamiento de muerte ni de suicidio ahí, no hay una voluntad de querer morir. Hay una voluntad de querer dejar de sufrir un dolor emocional, no de querer morir… pero mueren accidentalmente porque la autolesión se les ha ido de las manos.
P: ¿Esto significa que las autolesiones nunca son un prolegómeno de un suicidio? Me refiero a un suicidio con intención clara de quitarse la vida…
R: Hay que diferenciar y evaluar muy bien los dos tipos de autolesión que hay: una es una autolesión con intencionalidad suicida, que son como aproximaciones que se realizan para ir superando etapas o fases de miedo y de aproximación al dolor, y van como adquiriendo una estructura de la autolesión hacia el suicidio: sería como una escala, como un antecedente incendiario que va cogiendo volumen hasta que finalmente consigue suicidarse. Pero también hay una autolesión sin intencionalidad suicida: este es el tipo de autolesión que más predomina, sobre todo en la población infantojuvenil y también en los adultos, pero sobre todo en infantojuvenil, en adolescentes. Por eso hay que evaluar muy bien cuál es el tipo de autolesión que está ocurriendo, porque muchas veces, los padres y la demanda de la sociedad, es la de “¡tiene que dejar de hacerse daño!”, pero muchas veces, la autolesión es su mecanismo…esto choca mucho cuando se divulga sobre el tema.
P: ¿Quieres decir que la autolesión en algunos casos puede ser de alguna manera un mecanismo anti suicidio? Normal que choque…
R: Decir que la autolesión puede ser para su hijo un mecanismo anti suicidio, choca mucho a los padres, sí…decirles “es que la autolesión le está protegiendo de matarse”… Por eso hay que evaluar muy bien el para qué se está cortando, para qué se está autolesionando, para qué se está haciendo daño. Porque la diferencia está en que si sabemos para qué se hace daño, podemos dotarle de herramientas, podemos trabajar en qué es lo que está ocurriendo debajo de esa autolesión, que no es más que un síntoma de un sufrimiento que hay debajo. Una persona que está sufriendo y no encuentra otro medio para aliviar y para disminuir ese sufrimiento que hacerse daño… si esta persona en realidad no está pensando en matarse, pero le quitamos esa herramienta, quizás la única solución que le queda [para aliviar su sufrimiento] sea matarse….
P: ¿Cómo se trabaja en terapia esto? supongo que habrá que ir reduciendo esa necesidad de hacerse daño poco a poco...
R: Lo importante es saber para qué se está autolesionando, porque el para qué va a decir el cómo tenemos que trabajar con esta persona para seguir trabajando herramientas, trabajando una regulación emocional, seguir trabajando las dificultades en el día a día, en la experiencia que tiene esta persona para que cada vez se tenga que autolesionar menos y tanga más herramientas para poder solventar lo que le duele, lo que le hace daño, sin tener que recurrir a autolesionarse. Pero si yo le quito la autolesión como un mecanismo regulador muy desadaptativo de sus emociones, quizás la única opción que le quede, sea matarse…
P: Comprendo la complejidad del tema…porque supongo que cuando unos padres se enteran de que su hijo se autolesiona, lo primero que van a tratar de hacer es impedir que lo vuelva a hacer…
R: Lo que ocurre es que en nuestra sociedad no nos han enseñado cómo acompañar y cómo sostener estos momentos, el sufrimiento...cómo acompañar en el dolor. Estamos en una sociedad de todo wonderful, donde todo es bonito, todo es imagen, todo es alegría y donde la muerte, el dolor y el sufrimiento, como que no tienen cabida. Entonces, como sociedad no nos han enseñado a saber acompañar ni acompañarnos a nosotros mismos en nuestro dolor. El dolor, la tristeza y las dificultades es como que se tapan, se silencian. Y cuando nos las encontramos de frente, como estos padres que descubren que sus hijos se están autolesionando…la primera reacción de los padres es…no es miedo…¡es terror! Es terrorífico lo que sienten, es como si su mundo se cayese.
P: Supongo que además de aterrorizados se sentirán perdidos ¿cómo suelen comportarse los padres en estos casos?
R: No entienden cómo sus hijos -que en la mayoría de casos tienen una educación y un nivel socieconómico y cultural medio- pueden estar autolesionándose, porque ellos pensaban que sus hijos estaban creciendo de forma normal y, de repente, se encuentran que tienen un nivel de sufrimiento tan alto, que están pensando en matarse o que se están haciendo daño y sin saber ni siquiera cuál es el motivo, qué es lo que ocurre, porque muchos adolescentes ni siquiera saben por qué lo hacen. Únicamente saben que se sienten tan mal y que tienen que hacerlo. Y las reacciones de los padres suelen ser de “¡deja de hacerlo!, ¿cómo estás haciendo esto?” son las reacciones comunes: “nos estás matando en vida, tienes que dejar de hacerlo ya, no quiero volver a hablar de este tema, esto se acabó, no vas a volver a hacerlo”. Inician pseudocastigos: “no vuelves a salir”, una vigilancia superextrema, están muy pendientes de ellos, vigilantes con sus redes sociales, con quién van, dónde van.
P: Y eso no ayuda aunque lo hagan con la mejor de las intenciones…
R: Lo que crean es un clima de estrés y un clima de vigilancia, que a una persona que tiene este dolor no le ayuda. No le ayuda porque, en primer lugar, está silenciando la petición de ayuda que están dando sus hijos, es decir, “estoy pasando por un mal momento y esto es lo que está ocurriendo” y lo que estoy haciendo [con esa actitud] es silenciar la posibilidad de poder hablar con él de lo que ocurre, con frases como “de esto no se vuelve a hablar, que esto no vuelva a ocurrir”. ¿Se está juzgando lo que está haciendo?, ¿se le está señalando?, ¿o se le está validando la experiencia que está sintiendo? Lo que se está haciendo es que se está sumando una presión extra a los problemas posiblemente sociales y de relaciones que ya tienen.
P: ¿Aislarlos de sus amistades por pensar que son una mala influencia nos estaría quitando una fuente de información importante sobre el origen de su malestar?
R: Coartando toda esa experiencia, además estaríamos quitándonos una fuente de información de saber qué está ocurriendo en sus relaciones, si puede haber un bullying, una agresión sexual, abuso, falta de autoestima, un trastorno de la conducta alimentaria, qué está pasando en sus redes sociales y qué páginas y en qué lugares está entrando, qué tipo de información está buscando…lo que están haciendo es cercenar todas las fuentes que podemos utilizar para solventar lo que le ocurre en su día a día. Los padres, lo que quieren es meterle en una burbuja donde ya nada le pueda hacer daño. Y la cuestión es que, dentro de la burbuja, quien va a estar es su hijo, con sus problemas, pero además dentro de una burbuja donde ya no va a poder salir ni peticionar ayuda, porque está encerrado. Y no es que nadie les vaya a hacer daño fuera, es que son ellos los que se están haciendo daño…no pueden huir de ellos mismos.
P: Bueno…está claro que los padres necesitamos aprender mucho en este sentido…como experto en autolesiones ¿qué aconsejas que debemos hacer si nos enteramos de que nuestro hijo se está autolesionando?
R: Lo primero es sostener nuestros miedos, sostener ese primer momento de miedo y terror que vamos a tener…como padres es humano tener ese momento de incertidumbre y de no saber qué hacer. Y después, el escuchar el por qué y para qué lo está haciendo. Y eso es escuchar para entender qué le está ocurriendo desde la preocupación, poder mostrársela y decirle: “Mira, esto que me cuentas realmente me está provocando un auténtico miedo, no sé qué te está ocurriendo, me gustaría poder entender qué es lo que te está ocurriendo, sé que para ti no es fácil expresarlo”. Para mí hacer la técnica del espejo, que se utiliza mucho en terapia, funciona muy bien. Es decirle “a mí también hay muchos momentos en mi vida en los que me ha resultado muy difícil hablar de ciertas cosas porque me hacía mucho daño, no sé si a ti también te ocurre esto…me gustaría poder ayudarte, me gustaría saber cómo poder ayudarte, qué te está ocurriendo, me gustaría entender qué te está pasando”.
P: Imagino que esto habrá que hacerlo en un ambiente calmado, en el que estemos todos tranquilos, mostrando cierta preocupación por la seriedad del tema, pero sin exceso de drama. Qué difícil...
R: Sí. Todo esto hay que hacerlo en un ambiente tranquilo, sosegado, sin altos y bajos de modulación en la voz. Lo más importante en estos momentos es dar la sensación de ‘te acompaño en un espacio seguro donde no te juzgo, donde no invalido tu experiencia, donde no digo que no hables de estas circunstancias, sino que lo que quiero es acompañarte para entender qué te está ocurriendo’. Y, desde ahí, los padres pueden obtener esa información para poder estar juntos y poder ir juntos a un espacio terapéutico donde la familia va a tener un papel muy importante en la recuperación.
P: En estos casos, ¿siempre se trabaja en terapia con la familia?
R: En una terapia, sobre todo con adolescentes, es importante trabajar paralelamente con la familia para poder sostener todos estos momentos y aliarnos con el adolescente, dejando muy claro cuáles son los límites de la confidencialidad, el proceso, sabiendo que siempre van a estar acompañados. Igual que cualquier información, apoyo y ayuda que necesitemos va a ser siempre consensuada y siempre va a ser en su beneficio.
P: Todo esto de lo que has hablado me lleva de nuevo al tema que has mencionado antes de que como sociedad tenemos aún mucho que aprender. ¿Te puedo pedir una última reflexión al respecto?
R: Tenemos que educar a las familias en poder acompañar a sus hijos y acompañarse a ellos mismos en los momentos de dolor y de sufrimiento. Es que no nos han enseñado, no hemos tenido esa educación, al menos en España, en nuestro país, no tenemos una educación que nos haya enseñado a sostener nuestros miedos, nuestro propio sufrimiento. Y si no nos han enseñado a nosotros a sostener nuestros miedos y nuestros propios sufrimientos, mucho menos nos han enseñado a acompañar a otros en esos momentos. Colgué un post hace ya bastante tiempo, un tuit que se hizo trending topic, en el que decía algo así: “Si tu hijo saca dieces en todas las asignaturas, si tu hijo es el mejor deportista o el mejor en todo lo que está haciendo, pero no sabe regular sus emociones, nada de lo que está haciendo le sirve para nada”. Porque puede ser brillante y excelente en todo lo que hace, pero si no sabe regular sus emociones, sentir plenitud consigo mismo, con una buena autoestima y autoimagen…nada de lo que haga, le va a servir. Nada de lo excelente que sea en ese momento le va a servir, porque, cuando se desregule, todos los cimientos de arena que ha construido, se van a caer. ¡Se van a caer! Un chico que no tiene una buena gestión emocional de sus recursos, que no tiene herramientas para poder hablar, poder identificar qué es lo que siente, poder expresar y buscar recursos para sentirse mejor...en el momento en que tenga un fracaso -que lo va a tener- se va a derrumbar.