El actor Antonio Resines, que estuvo a punto de perder la vida durante las pasadas Navidades por culpa del covid, ha sido entrevistado en el plató de Informativos Telecinco por Pedro Piqueras. Tras pasar 35 días postrado en una cama de la UCI en el hospital Gregorio Marañón de Madrid, asegura que "últimamente las noticias son un poquito espantosas, pero la mía es muy buena".
Destaca que mucha gente que ha salido adelante en la situación que él ha vivido ha sido gracias "a nuestra Sanidad, que en nuestro país es magnífica. Hay que apoyarles. Hace falta que se renueven contratos, que tengan sueldos acorde a lo que trabajan. Hay gente muy buena, que salvan una cantidad de vidas que no nos podemos ni imaginar".
Piqueras subraya que al comienzo de esta crisis sanitaria no tuvieron los medios de los que dispusieron después, a lo que el intérprete ha añadido que "al principio no había nada". Ha apuntado que "esta última ola ha sido tremenda, lo del famoso ómicron, que es el que me tocó a mí", añadiendo que "hay gente sin vacunar y sigue estando la pandemia ahí, hay que tenerlo presente. Hay que seguir teniendo cuidado".
El cántabro ha manifestado que "he tenido, no suerte, sino el trabajo y la dedicación" del personal de la unidad de cuidados intensivos del Gregorio Marañón, a los que "nunca estaré más agradecido" porque, de lo contrario, "no estaría aquí".
Admite que no se ha enterado "de nada", ni de los momentos mejores o peores, porque "estaba en otra realidad paralela. Los corticoides y el tipo de medicación que me estaban dando, para que consiguiesen abrirme los pulmones, producen alucinaciones, como si te drogases".
Cuestionado sobre las alucinaciones que le llegaron a hacer convulsionar, ha dicho que "estaba permanentemente en otro sitio y estaba haciendo cosas como pelearme con los franceses o los ingleses y hablando con gente para que se detuvieran la II Guerra Mundial. Salía Ucrania en algún momento pero no como lo que ha pasado después. Todo tenía que ver con cosas que había visto o leído antes".
Destaca que "me entierran varias veces, una de ellas en la Puerta de Alcalá. Hablo con el alcalde de Madrid, que también le pusieron un chip como a mí. Aunque fuera de contexto parece que esté loco, lo vivía como si fuese real".
Cuando fue consciente, el jefe de la UCI le confesó que "había tenido entre un 95% y un 97% de probabilidades de morir". Resines reconoce a Piqueras que "ahora se encuentra estupendamente", aunque como secuela tiene que "ando un poco torpe", pero bromea que "antes también".
Un mes y medio después, cuando ya no sufría alucinaciones, cuenta que "me llama una noche el alcalde y me propone, esto es una exclusiva para Mediaset, que sea el pregonero de las Fiestas de San Isidro".
Resines llegó a pedir perdón al personal sanitario porque, como no era consciente de quienes eran, "les gritaba o les decía alguna barbaridad que otra, incluso alguna vez he empujado a alguien, como a mi mujer".
El actor admite que llegó a pedir que le mataran "por el agotamiento. Cuando no puedes más, ya tiré la toalla y prefería irme para el otro barrio. Coincide con el momento en el que estaba peor. Pedía a los médicos, completamente en serio, que me pegasen un tiro. No aguantaba".
El cántabro hace un llamamiento para que "quienes no se han vacunado, que se vacunen. La mayoría de la gente que estaba en la UCI eran no vacunados. El ómicron es muy silencioso. Pero por favor que se vacunen, es fundamental. Si yo me hubiese vacunado de la tercera, que no me dio tiempo, estoy convencido de que no me habría ocurrido esto".
Por último, dice que entras a bares y restaurantes "y la gente se quita la mascarilla enseguida. Me imagino que estará estudiado, pero a los médicos en general no les gusta nada que la gente vaya sin mascarilla. En exteriores, con distancia, no pasa nada, pero en aglomeraciones yo particularmente la mantengo".
Resines concluye asegurando que "debo tener anticuerpos para aburrir".