Se las suele llamar durezas en los pies, duricias o callos, pero su nombre científico es algo más complicado: hiperqueratosis. Muchas personas las sufren ya sea porque son propensas a ello, por la manera de caminar o por el calzado que utilizan, pero no saben que pueden prevenirlas en cierta medida con algunas acciones. Antes de nada, para evitar que salgan es importante saber por qué salen en primer lugar.
Las durezas en los pies son un engrosamiento de la capa superficial de la piel del pie (generalmente en la planta) que tiene aspecto muy seco y son ásperas al tacto. A veces adquieren un color amarillento y, a pesar de la mala pinta que tienen, no suelen causar dolor.
El motivo por el que se ponen amarillas a veces es por la acumulación de queratina.
Aunque no es habitual, es posible que lo que tengamos no sea una dureza sino una verruga plantar, síntoma del virus del papiloma Humano. Si notas que la dureza persiste por mucho tiempo, entonces lo mejor siempre es acudir al médico para descartar.
Dicho esto, si te ha salido una dureza te gustará saber que tiene fácil tratamiento. Si no sabes cómo hacerlo, acude al podólogo para que te realice lo que se conoce como una ‘deslaminación’, que consiste en la eliminación de las células muertas.
Cuando la aparición de durezas es frecuente se puede realizar en el paciente un estudio biomecánico de la pisada para comprobar si estamos apoyando mal el pie el caminar y poniendo demasiada presión en alguna parte de la extremidad.
Por último, desde Podoactiva desaconsejan el uso de callicidas puesto que estos productos tienden a generar una herida o quemadura en la piel que empeora la situación en vez de solucionar el problema.