¿Cuáles son las principales diferencias entre una depresión y un ataque de ansiedad?
Existen grandes diferencias entre una depresión y un ataque de ansiedad, aunque a veces pueden darse a la vez
La depresión tiene un carácter estable en el tiempo, mientras que el ataque de ansiedad es puntual, aunque puede repetirse
A veces la depresión coexiste con los ataques de ansiedad frecuentes, pero se trata de conceptos diferentes
Depresión y ataque de ansiedad son dos conceptos distintos que se refieren a diferentes problemáticas mentales, aunque pueden darse al mismo tiempo y coexistir. Es importante conocerlos para poder identificar sus síntomas por separado y tratarlos adecuadamente, teniendo en cuenta siempre que es necesario acudir a un profesional que realice un diagnóstico claro y nos indique qué pasos dar para tratar estas condiciones. Si notas algunos de estos síntomas, existen terapias enfocadas a tratar este tipo de situación, así como medicación específica que puede ayudarte. ¿Cuáles son las diferencias entre una depresión y un ataque de ansiedad?
Diferencias entre una depresión y un ataque de ansiedad
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La depresión es un trastorno emocional que provoca en quien lo padece un sentimiento de tristeza constante y una pérdida de interés en realizar determinadas actividades: es posible que, si sufres esta enfermedad, te cueste mucho trabajo realizar tareas cotidianas y que, de alguna forma, sientas que pierdes las ganas de vivir.
Esta enfermedad también puede llamarse 'trastorno depresivo mayor' o 'depresión clínica', y afecta los sentimientos, a los pensamientos y al comportamiento de una persona, teniendo la capacidad de provocar distintos problemas físicos y emocionales. Además, hay que tener en cuenta que no todas las depresiones son iguales, tanto por su origen como por los síntomas que experimenta quien la padece.
Tal y como recuerda Mayo Clinic, la depresión debe diferenciarse de la tristeza pasajera. Así, es normal que pasemos por periodos en los que nos sintamos tristes y desanimados pero, cuando hablamos de depresión, hacemos referencia a un estado que no desaparece de la noche a la mañana, que puede requerir tratamiento con medicamentos y que debe implicar algún tipo de terapia psicológica para poder salir de ella.
En cuanto a los síntomas de la depresión, encontramos los siguientes:
- Tristeza, ganas de llorar, vacío o desesperanza.
- Arrebatos de enfado, irritabilidad o frustración, incluso por asuntos de poca importancia.
- Pérdida de interés o placer por la mayoría de las actividades habituales o por todas (relaciones sexuales, aficiones, deportes...).
- Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado.
- Cansancio y falta de energía, por lo que incluso las tareas pequeñas requieren un esfuerzo mayor.
- Falta de apetito y adelgazamiento, o más antojos de comida y aumento de peso.
- Ansiedad, agitación o inquietud.
- Lentitud para razonar, hablar y hacer movimientos corporales
- Sentimientos de inutilidad o culpa, fijación en fracasos del pasado o autorreproches
- Dificultad para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas
- Pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte, pensamientos suicidas, intentos suicidas o suicidio
- Problemas físicos como dolor de espalda o de cabeza.
En cuanto a los ataques de ansiedad, hay que partir de la idea de que la ansiedad es una reacción emocional que surge ante una amenaza y que nos prepara para actuar ante ella. Esta reacción la vivimos generalmente como una experiencia desagradable cuando nos ponemos en alerta ante la posibilidad de que ocurra algo negativo.
Puede darse el caso de que estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieran en nuestras vidas y resulten difíciles de controlar, o desproporcionados en relación al peligro real al que nos enfrentamos. En estos casos, la ansiedad se convierte en un problema y se hace preciso tratarla.
Los síntomas asociados a la ansiedad tienen que ver con la activación del organismo ante una situación de peligro: el corazón de quien la padece late más deprisa, respira más rápido, se tensan sus músculos… Sería algo similar a experimentar que su cuerpo se prepara para salir corriendo o para atacar.
Además, el organismo se acelera y proporciona más oxígeno: por eso se respira más profundamente, el corazón late más deprisa y, con la sudoración, se trata de eliminar el calor corporal. También pueden dilatarse las pupilas para tener más discriminación visual. Al pensar más deprisa y anticipar riesgos, cambia el grado de atención, aumenta el grado de vigilancia y se agudizan los sentidos.
La ansiedad es uno de los posibles síntomas de la depresión, por lo que, si estamos deprimidos, no será raro que experimentemos ataques de ansiedad o bien un estado general de nerviosismo. La coexistencia de ambos trastornos debe ser comunicada a tu psiquiatra para que pueda diseñar el mejor tratamiento para ti.