2020 ha concentrado en trescientos sesenta y cinco días más sucesos, anécdotas y dramas que toda una década junta. Afortunadamente el año acaba, pero el coronavirus sigue protagonizando nuestras vidas provocando una oleada de trastornos mentales en la población.
De todos los problemas psicológicos derivados de la pandemia, en el podio encontramos a la depresión. Si bien el año pasado la Organización Mundial de la Salud situaba la prevalencia mundial de este trastorno en 300 millones de personas, los expertos aseguran que a raíz del coronavirus la cifra aumentará o incluso se duplicará. En relación a esto, la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR) explica que entre el 8 y 10% de los españoles padecen problemas de salud mental, pero que “ante las circunstancias actuales esa cifra podría incrementarse entre un 15 y 20%”.
Cuando coloquialmente hablamos de depresión, normalmente nos referimos a un trastorno depresivo mayor, que se caracteriza por:
Cada persona experimenta un patrón de síntomas únicos, por eso no podemos juzgar a una persona que no encaja en nuestro estereotipo de ‘depresión’. Sonreír, salir de fiesta o trabajar no implica estar menos deprimido que alguien que va de la cama al sofá y del sofá a la cama. Son formas diferentes de atravesar este trastorno.
Al igual que los síntomas de la depresión varían mucho de una persona a otra, las causas también. Estar en paro, la falta apoyo social, una relación tóxica o ciertos patrones cognitivos como dar muchas vueltas a las cosas pueden predisponer a un trastorno depresivo, pero a veces nos encontramos con personas que ‘lo tienen todo’ y aun así se ven sobrepasadas.
Esto se ha vuelto algo habitual durante la pandemia. Tener trabajo, salud o gente a tu alrededor no es un antídoto contra los problemas mentales, y es que la incertidumbre por el coronavirus puede desembocar en tristeza, desmotivación, desesperanza y miedo.
Es el caso de Santi, un joven de 26 años de un trastorno depresivo mayor. “Sé que hay gente pasándolo muy mal. Tengo amigos que han perdido el trabajo o con familiares que han enfermado y tienen secuelas. A lo mejor debería sentirme afortunado, pero no puedo”, confiesa. Conserva su trabajo, tiene una convivencia maravillosa con su pareja y compañera de piso, y ni él ni su familia ha padecido coronavirus. “Para muchos seré un quejica, pero mi depresión me ha hecho perder las ganas de todo”.
Durante los primeros meses de pandemia, Santi gestionó el confinamiento bien. Con la llegada del desconfinamiento, afrontó la situación con optimismo. Pero ahora, a las puertas del 2021, su estado de ánimo se ha visto afectado por la incertidumbre. “No saber cuando saldrá la vacuna, cuanto tendremos que esperar para ponérnosla y cómo podremos volver a la normalidad es horrible”, reflexiona.
“La terapia me está ayudando”, asevera, pero aun así el hecho de no ver fin a la pandemia le está haciendo dudar, “me da miedo no remontar porque no le veo fin a la situación”.
Si sospechas que padeces un trastorno depresivo (o cualquier otro problema de salud mental), pide ayuda profesional. No tienes que pasar por esto solo. Aunque el primo de un amigo que "se curó" haciendo deporte y meditando por las mañanas, tú no tienes que pasar por esto solo. La terapia psicológica es eficaz y puedes acceder a ella mediante la Seguridad Social, asociaciones, áreas de atención psicológica de universidades y consultas privadas.
Una vez te hayas puesto en manos de un especialista, hay algunas recomendaciones que pueden ayudarte a gestionar la depresión.
En primer lugar, haz actividades de dominio y placer. En otras palabras, dedica un poco de tiempo cada día en hacer cosas que o bien se te dan bien, o bien te resultan placenteras. Si esto te resulta muy intimidante, puedes empezar por pequeñas tareas rutinarias como hacer la cama, cocinar, sacar al perro, ver una película de tu género favorito, etc. Lo importante es que rompas el círculo vicioso de inactividad y depresión.
También es importante detectar las distorsiones cognitivas de tu día a día. Algunos ejemplos de distorsiones cognitivas son:
Por último lugar, reajusta tus expectativas. Tanto si padeces depresión como si no, es imposible dejar de sentirnos mal de vez en cuando. El objetivo es que tus emociones negativas no se vuelvan muy intensas, muy duraderas ni muy intrusivas, pero no puedes hacer que desaparezcan por completo. A veces te sentirás triste, nervioso o enfadado, y no debes sentirte culpable o pensar que es una recaída. Evitar el sufrimiento a toda costa es tan peligroso como vivir constantemente con malestar.