Cada día el Ministerio de Sanidad ofrece el número de fallecidos por COVID-19 en España con los datos que facilitan las Comunidades Autónomas. "Se contabilizan positivos por cualquier prueba, no solo PCR, y fallezcan donde fallezcan", informan a SINC desde el ministerio.
La cifra de fallecidos confirmados con una prueba ronda los 27.000 en España, aunque en los registros civiles se detecta un exceso de mortalidad de unas 44.000 defunciones respecto a otros años.
Con fecha 10 de junio de 2020, esa cifra ascendía a 27.136 personas, aunque el dato lleva unos días congelado porque se está realizando un proceso de validación para corregir la serie histórica. Una vez solventada esta distorsión pasajera, el criterio actual es ir sumando las personas fallecidas el día anterior al que se elabora el informe.
Ese número de fallecidos también sirve para calcular la tasa de letalidad, es decir, el porcentaje de personas que mueren por la enfermedad respecto al total que la tienen. Siguiendo con el ejemplo del 10 de junio, como ese día había 242.280 casos confirmados, los 27.136 representan una letalidad del 11,2 %.
Por comparar datos en la misma fecha, el país europeo con mayor número de fallecidos es Reino Unido (con más de 41.000) seguido de Italia (unos 34.000) y Francia (29.300), que es el que presenta la mayor tasa de letalidad en el continente (19 %). En todo el mundo, donde más personas han muerto a causa del coronavirus es en EE UU (más de 112.000).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ofrece un informe diario con los datos de la COVID-19 a escala global. Respecto a la información de España, arrastraba un “error técnico” desde el 27 de mayo con las cifras de fallecidos, pero se corrigió el 4 de junio y ahora sus datos coinciden con los de Sanidad.
Otra de las instituciones que recoge diariamente las cifras de fallecidos y letalidad en países de todo el mundo es la Universidad Johns Hopkins (EE UU). Además ofrece un dato clave para valorar la gravedad de la COVID-19 y que pocas veces se facilita: la tasa de mortalidad, el número de personas que mueren por cada 100.000 habitantes.
En este mes de junio, Reino Unido (con una tasa actual de mortalidad de 61) ha superado a España (58) en una lista que encabezan el pequeño estado de San Marino (124) y Bélgica (84).
Pero los expertos advierten que hay que ser cautelosos a la hora de comparar datos de mortalidad y letalidad entre países, ya que pueden no ser homogéneos. Uno de los principales problemas son los distintos criterios utilizados a la hora de definir si ha sido o no una muerte por coronavirus.
“Bélgica, por ejemplo, contabiliza a las personas que fallecen con síntomas, no precisa de una confirmación mediante pruebas diagnósticas como hacemos en España o Brasil”, comenta a SINC Alexandre Figueiredo, investigador de la Universidad Federal da Paraíba, en Brasil, el tercer país del mundo con más fallecidos por coronavirus tras EE UU y Reino Unido.
“En otros casos, el problema es la dificultad para realizar los test —añade—. A veces, a personas con cuadros clínicos de COVID-19 a las que no se les realizó la prueba, se les apuntó como causa de la muerte una insuficiencia respiratoria; y estas limitaciones suceden dentro de un mismo país”.
Hay que ser cautelosos a la hora de comparar datos de mortalidad y letalidad entre países porque pueden tener criterios diferentes a la hora de definir una muerte por coronavirus
Figueiredo, junto a otros científicos brasileños y españoles, ha publicado dos estudios en la revista Gaceta Sanitaria. En uno se indica que las temperaturas más bajas y una elevada proporción de personas mayores en residencias "son factores asociados a un peor pronóstico". En el otro, con los datos iniciales sobre la incidencia del coronavirus en varios países, se señala que la dificultad en la realización de test desde el comienzo de la crisis sanitaria condujo a que se subestimara la magnitud de la epidemia.
Por su parte, el epidemiólogo Daniel Prieto Alhambra de la Universidad de Oxford (Reino Unido) coincide en que uno de los problemas para calcular la mortalidad y la letalidad es la falta de test suficientes para medir cuánta gente tiene realmente la enfermedad, lo que ofrece números de infectados y severidad muy distintos según los países o el momento: “Por ejemplo, en España, en marzo, básicamente solo se hacían test a la gente ingresada en hospitales”, explica a SINC.
Con datos de Cataluña, el investigador ha liderado un estudio pionero (todavía en revisión) sobre la tasa de hospitalización y letalidad por COVID-19. Los resultados muestran que de los 95.467 casos diagnosticados en atención primaria, cerca del 15 % tuvieron que ser hospitalizados al cabo de un mes, y un 4 % fallecieron. Este último porcentaje aumentaba con la edad —una constante en todas las estadísticas sobre la pandemia— y fue especialmente elevado (cerca del 25 %) en aquellos que vivían en residencias de ancianos.
También encontraron diferencias significativas entre la letalidad de hombres (4,8 %) y mujeres (3,4 %) y Prieto especula con algunas hipótesis: “Mejor salud de las mujeres en el momento del diagnóstico (en España tienen mayor esperanza de vida), factores hormonales (como los estrógenos) que les den mayor protección, y diferencias en el uso del sistema sanitario, por ejemplo, que los hombres esperen más a consultar y cuando lo hacen estén peor”.
Respecto a la mortalidad por coronavirus y con datos de más de 6 millones de personas en Cataluña, el grupo de este epidemiólogo también ha ‘prepublicado’ otro estudio donde plantea que casos de COVID-19 podrían estar presentes en esta comunidad antes de que se notificara oficialmente el primero (importado) el 25 de febrero, “con portadores que podrían haberse diagnosticado erróneamente como gripe, impulsando la transmisión comunitaria antes de que se tomaran medidas de salud pública”.
Sin embargo, la doctora Amparo Larrauri, del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), considera que no habrá conflicto a la hora de diferenciar los datos de la gripe estacional y la de COVID-19: “En el primer caso, la letalidad se obtiene del cociente de los fallecidos confirmados entre los casos hospitalizados con gripe, y en el segundo, de los fallecidos con COVID-19 entre los pacientes confirmados con la enfermedad —declara a SINC—. Respecto a la mortalidad, se estimará con modelos poblacionales que calculan los excesos de mortalidad atribuidos a la circulación de uno u otro virus en periodos determinados, que no se solapan entre sí”.
Una de las herramientas más utilizadas para ver el exceso de mortalidad por todas las causas es el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), que recoge información diaria sobre defunciones por todas las causas desde casi 4.000 registros civiles informatizados del Ministerio de Justicia. Luego, con los datos acumulados y los modelos se realizan las estimaciones. Así, por ejemplo, el ISCIII ha calculado en unas 6.300 las defunciones causadas por la gripe en la última temporada.
Este año, sin embargo, el sistema MoMO ha recogido un exceso de defunciones de 43.464 personas respecto a la serie histórica, con un gran pico desde mediados de marzo a finales de abril, coincidiendo con los peores momentos de la pandemia en España.
Pero Larrauri insiste: “MoMo es un sistema inespecífico y los excesos de mortalidad no se pueden atribuir a un evento concreto. Además de la mortalidad directa por COVID-19, contribuyen otros factores de forma indirecta, como la reticencia o retraso al acudir al sistema sanitario (especialmente personas con patología de base), la mayor vulnerabilidad de individuos en riesgo durante el confinamiento y cambios en la estructura social y en la actividad sanitaria, más otras posibles causas desconocidas”.
A escala europea, una información similar a MoMo la muestra semanalmente la red EuroMOMO. Uno de los parámetros utilizados por sus expertos para estimar la intensidad del exceso de mortalidad en comparación con las series históricas de cada país es el llamado Z-score, y España ha presentado este año los valores más altos de Europa.
“Es verdad, pero en una comparación estricta entre países se debería tener en cuenta lo exhaustiva que es la información de mortalidad proporcionada por cada uno de ellos y la distribución del exceso por zona geográfica subnacional —apunta Larrauri—. Mientras que España ofrece diariamente información sobre el 93 % de la población española, Alemania, por ejemplo, facilita solo información sobre dos regiones (Berlín y Hesse)”.
Los datos de MoMo y EuroMoMo son parecidos a los que ha facilitado recientemente el Instituto Nacional de Estadística (INE) y coinciden en señalar que la semana 14 de 2020, la del 30 de marzo al 5 de abril, fue la que registró más defunciones, con 20.575 personas fallecidas, un 154,6 % más que en la misma semana de 2019.
Esos números forman parte de la estadística experimental que acaba de poner en marcha el INE para estimar las muertes durante el brote de COVID-19, usando también los datos de los registros civiles e información estadística histórica sobre decesos.
Las estimaciones indican que el número de defunciones en España durante las 21 primeras semanas de este año (hasta el 24 de mayo) asciende a 225.930 personas, lo que representa un aumento del 24,1 %. En concreto, esto supone 43.945 fallecidos más respecto al mismo periodo del año anterior.
Si se consideran solo las semanas de marzo y abril, la cifra sería mayor, pero en cualquier caso es bastante más elevada que la que reflejan los datos de fallecidos certificados mediante pruebas diagnósticas.
En el futuro se ofrecerán datos más precisos y actualizados, pero probablemente nunca se llegue a saber cuántas muertes ha causado el coronavirus de forma directa y cuántas de manera indirecta.