Las aglomeraciones, largas filas y compras descomunales han quedado atrás en los supermercados, donde se recupera la normalidad -dentro de unas circunstancias absolutamente excepcionales- con cada vez menos estanterías vacías, incluso en la categoría de papel higiénico.
Los lineales desolados sin un solo rollo disponible se convirtieron en uno de los iconos de una crisis sanitaria por el coronavirus que todavía está en pleno apogeo y ha colocado al sector de distribución bajo presión, aunque las limitaciones de aforo y horarios aplicadas han surtido efecto.
"Ha habido un antes y un después" de las medidas aprobadas, confirman a Efeagro fuentes del sector, que aseguran que no tiene "nada que ver" el trabajo en tienda de estos días respecto a la semana anterior.
El lunes 9, con el anuncio del cierre de los colegios en Madrid, dio comienzo a última hora de la tarde una oleada de compras masivas por parte del consumidor que pilló desprevenidos a muchos supermercados y provocó instantáneas poco usuales, como ver lineales vacíos, durante toda la semana pasada.
Aunque eran rupturas de "stock" puntuales y tanto empresas como autoridades aseguraban que el abastecimiento estaba garantizado, el temor caló entre los clientes, que optaron por hacer compras "de carga", llenando incluso varios carros a la vez.
El fenómeno arrancó en la capital y con el paso de los días se extendió por todo el país, como si de otro virus se tratara.
A ese miedo se sumó la necesidad de cocinar más, ya que el cierre de las escuelas lleva a los menores a comer en casa y no en el comedor, igual que ocurre con aquellos que han recurrido al teletrabajo.
"No es que faltara mercancía, es que no daba tiempo a volver al almacén y colocar producto en el lineal porque inmediatamente se acababa", explica el empleado de una gran cadena.
"Yo llegué a comprar un paquete de cebollas porque era el último que quedaba", reconoce Marta P., una consumidora que en aquellos días también optó -al igual que otros cientos de miles de personas- por hacer una compra sensiblemente más grande de lo habitual.
Legumbres, arroz o pasta, pero también productos como el agua embotellada o las cervezas, se convirtieron en pieza codiciada, al igual que la carne.
Ahora la situación es distinta. "La gente ya ha hecho acopio de productos en días anteriores. De hecho, vemos que se compra más producto fresco para acompañar lo que ya se adquirió la semana pasada, fundamentalmente comida seca y envasada", detalla otra trabajadora del sector.
Además de reducir horarios, los supermercados han restringido el aforo para evitar concentraciones e incluso vigilan la distancia entre clientes y empleados en el marco de la lucha contra la propagación del Covid-19.
"Detectamos que los clientes van a lo largo de todo el día en vez de concentrarse a una misma hora y se genera alguna fila (fuera de los establecimientos), pero no hay agobios", insisten desde una de las patronales del sector.
Portavoces sindicales constatan igualmente un tráfico "normalizado" a las tiendas después de los momentos de "pánico" vividos hace una semana, que generaron inquietud y preocupación entre las plantillas por su exposición a grandes aglomeraciones de gente, un factor de riesgo en estas circunstancias.
Las medidas de seguridad también se han reforzado, e incluso los propios clientes deben usar guantes y tienen a su disposición gel desinfectante nada más acceder al establecimiento.
"Está todo más controlado, y ya nos vamos poniendo al día poco a poco en cuanto a género. En general, los clientes entienden la situación", apunta un responsable de tienda de una de estas cadenas.
Al final, el papel higiénico es la perfecta metáfora de lo ocurrido en el sector: si hace una semana en alguna tienda llegaron a sacar el papel higiénico "escoltado" desde el almacén para conseguir que llegara a la estantería antes de que el consumidor arrasara con él en cuestión de minutos, ahora "hasta hay de sobra".