La pandemia por coronavirus ha causado en el mundo más de 376 000 víctimas mortales y más de 6,2 millones de contagios. Las dudas sobre el origen del virus, el desencadenante, aumentan los últimos días tras la publicación de un estudio que asegura que el SARS-CoV-2 no nació en el mercado húmedo de Wuhan. Además, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Robert O'Brien, comparó el pasado 24 de mayo la gestión del Gobierno chino con el coronavirus con la respuesta de la Unión Soviética después del desastre nuclear de Chernóbil. Para entender la comparativa, Georgina Higueras y Rafael Calduch, expertos en política internacional, explican las diferencias y similitudes de los sucesos en Informativos Telecinco.
“El encubrimiento que han hecho del virus pasará a la historia junto a Chernóbil. Veremos un especial de HBO al respecto dentro de 10 o 15 años. Para entonces, estaremos en un lugar diferente con China. Queremos buenas relaciones con el país asiático, y con su pueblo, pero desafortunadamente solo vemos acción tras acción del Partido Comunista Chino que lo dificulta", señaló O'Brian a NBC.
"Es una comparación absurda. Lo que quería decir el asesor estadounidense es que China sigue siendo un régimen dictatorial donde se oculta información total y absolutamente. El gobierno de Trump juega a culpar a China de la pandemia mundial y lo hace diciendo que oculta información", explica Georgina Higueras, experta en Asia Oriental, sobre la polémica.
Higueras asegura que las autoridades locales de Hubei pudieron ocultar información inicialmente por miedo a las consecuencias que podrían tener por su actuación. "Quizá trataron de resolverlo antes de informar, pero es una tónica que ha ocurrido en esta pandemia con todos los países. Nadie pensaba, Occidente el primero, que fuese a castigarnos el coronavirus de esta forma. Por desconocimiento, o por miedo a consecuencias -finalmente fueron despedidos-, las autoridades de Hubei, y Wuhan, no informaron como debían. En cuanto el Gobierno central se enteró del problema, contactó con la OMS para hacer un seguimiento que todavía perdura", aclara la experta.
"Lo único que tienen en común ambos casos son sucesos con un nivel de víctimas muy elevado. Es una comparación que tiene muy pocos elementos en común. Ni la causa, ni la previsión de la causa, son equiparables, ni los efectos alcanzados en ambos casos tienen el mismo nivel", expone Calduch sobre la comparación entre el episodio de 1986 y la pandemia actual.
"Siempre se pueden encontrar cosas en común en elementos dispares ¿Qué tienen en común un ser humano y un delfín? Ambos se reproducen de forma igual, pero nada más. En esto pasa lo mismo: inicialmente hubo una gestión deficiente que se trató de ocultar en su gravedad a la propia población del país afectado, sea la URSS o China, pero son cosas totalmente distintas. Una epidemia, tu te das cuenta, cuando el fenómeno ya está propagándose. Que un reactor nuclear va a estallar, te das cuenta mucho antes de que se produzca", añade el experto.
"No sé el origen del SARS-CoV-2. Luc Montagnier, biólogo y virólogo célebre, premio Nobel de medicina, en 1983, cree que el coronavirus pudo ser fabricado accidentalmente por científicos chinos. No sabemos hasta qué punto ese virus es un virus manipulado, o es un virus que ha evolucionado de un virus originariamente manipulado. Los virus mutan en su proceso de difusión epidémica. Una de las razones por las cuales no se han empleado armas biológicas en las guerras es porque una vez lanzas el virus -o bacteria- para dañar al enemigo, no sabes si dañará al enemigo o si afectará a tu propia población civil", destaca Calduch.
"Cuando una epidemia se desencadena no sabes a quién puede afectar. No se ha detectado el paciente cero de esta epidemia por algo muy sencillo: cuando se detecta la epidemia ya hay un número tan elevado de contagiados, que a su vez han estado en contacto y han podido contagiar a otras personas, es imposible conocer quién fue el primero en la historia. En la hipótesis de que el coronavirus fuera un accidente, o una manipulación deliberada (que sería un disparate), sí se sabría quien fue el primero, aunque no lo sepan los medios, porque alguien habría sufrido el accidente", apostilla Calduch.
"La principal diferencia es que la pandemia por coronavirus se hizo mundial en tres meses y el accidente de Chernóbil afectó solo de forma regional y solo a una parte de los países Europeos, más allá de su origen en Ucrania. Afectó especialmente a las personas implicadas en el accidente, los animales y los productos agrarios. Las similitudes son circunstanciales, no estructurales. El 'tapar' la información no es exclusivo de gobiernos comunistas. La invasión de Irak del 2003 se justificó con unos informes de los servicios de inteligencia británicos y norteamericanos que después se demostró que estaban manipulados", asegura Calduch.
"La situación de la URSS en el momento que sucedió el accidente de Chernóbil y la situación de China en el momento que ha aparecido el coronavirus, no tiene nada que ver. La URSS ya era un gigante con pies de barro entonces. China es todo lo contrario ahora, es una potencia reemergente que está retando al poder establecido, EEUU. La forma en la que EEUU tiene que defenderse es con la guerra de propaganda", precisa Higueras.
"Pongámonos en la hipótesis de que el coronavirus se hubiera filtrado de manera accidental ¿Inmediatamente no se habrían tomado medidas para reducir el impacto? Decir que el Gobierno ruso provocó deliberadamente el accidente de Chernóbil para ver los efectos de la radiación en la gente es un disparate. Otra cosa es que, si sufres un accidente, trates de minimizar el impacto. Además, muchas veces se minimiza porque no se tiene conocimiento preciso del alcance de lo ocurrido. Los dirigentes soviéticos, Gorbachov, no supo todos los detalles de Chernóbil hasta que pasaron probablemente 36 horas", comenta Calduch, que asegura que Donald Trump dice muchas advertencias sobre el coronavirus, pero que si tuviera pruebas definitivas, ya las habría puesto sobre la mesa.
"China no necesita un Gorbachov, ni romper con su estilo porque esté caduco. La mentalidad cultural de los chinos no tiene nada que ver con la rusa o la norteamericana. Aplicar clichés socioculturales occidentales a otras culturas es un error típico de supremacistas occidentales. China ha demostrado que tiene gran capacidad de innovación tecnológica, pero no sabe explotarlas desde el punto de vista tecnológico. Inventan la pólvora, pero no la aplican con todas las posibilidades. Inventan el papel, pero quien difunde el uso del material son los occidentales con Gutenberg. Pretender que un chino tenga el mismo concepto de democracia que un estadounidense o europeo es una estupidez", señala Calduch.
"Gorbachov cogió a la URSS en un momento en que estaba entrando en barrena. Creyó que la mejor manera para avanzar era la transparencia y la apertura. China, en cambio, lleva 40 años de reforma y apertura. En caso de querer comparar a Gorbachov, no sería con Xi Jinping, sería con Deng Xiaoping, quien llevó a cabo el período de apertura. Xi Jinping no ha cogido un país en decadencia, sino ascendente. Ha cambiado la constitución y está dispuesto a mantenerse al frente del país durante mucho tiempo. Considera que es el líder fuerte que necesita el país", explica Higueras.
"China ha tenido tres grandes líderes desde la fundación de la República Popular. El presidente Mao, Deng Xiaoping, arquitecto del período de reforma y apertura, y Xi Jinping. Cuando Deng Xiaoping tomó el poder, China era aproximadamente el país 177 en el raking mundial, cuando ahora es la segunda potencia económica del mundo. Esto por PIB en dólares constantes. Por calidad del poder adquisitivo es la primera potencia. Este gran cambio, brutal, fue gracias a Deng Xiaoping", puntualiza la experta.
China y Estados Unidos son los dos países que aspiran a ser la primera potencia mundial, una posición que ahora está ligada al liderazgo tecnológico. "El enfrentamiento entre China y EEUU está dificultando el articular una cooperación internacional global que sea eficaz, ya no solo para esta pandemia, sino para dar respuesta a futuras pandemias. Hay enfrentamiento tecnológico e ideológico. Al final, la batalla contra el coronavirus también va de cooperación en investigación básica, para saber si se parece o se diferencia de otros virus, y en la aplicada, para desarrollar sistemas de protección y curación de futuras pandemias, como las vacunas", dice Calduch.
"Lo lógico es que, ante la pandemia, los dos grandes países del mundo, como son China y EEUU, se hubieran unido para luchar juntos contra la pandemia. Sin embargo, la pandemia ha provocado mayor enfrentamiento. China quiere importar su modelo y lo ha hecho con el confinamiento, un método efectivo para combatir el virus al que Trump se negó al comienzo. China asciende y consolida su poder, tiene una política muy asertiva. EEUU está a la defensiva y ataca todo lo que hace China", entiende Higueras.
"Hay numerosos centros de investigación que colaboran para sacar una vacuna que sea efectiva. Si tu parte de esos centros, los metes en una dinámica de enfrentamiento ideológico, político y tecnológico... O creemos que si China saca una vacuna eficaz la va a compartir con EEUU, o al revés", afirma Calduch.
"Trump ha destinado millones de dólares para que las empresas estadounidenses abandonen China. Quiere que sean deslocalizadas. La pandemia ha originado un agravamiento de la crisis entre EEUU y China. De hecho, China ya lo llama una 'Nueva Guerra Fría'. Estamos en una situación parecida", señala Higueras. "China ha dicho que si descubre una vacuna la compartirá con todo el mundo. Y que será una vacuna accesible a todo el mundo. EEUU ha dicho que si descubren la vacuna, será 'America first'. Primero se usará en EEUU y luego se verá si quedan dosis y a quién se da y cómo se da", determina la experta.
"Rusia ha ido a resolver el problema por sí misma y por sus propios medios y procedimientos, sin contar con nadie más. Es una respuesta de aislamiento funcional, no solo de fronteras. El propio Putin se da cuenta de que no está siendo eficaz, es consciente. Pensaba que iba a controlar la situación, y se está dando cuenta que no, que está descontrolada. Está habiendo días récord de casos estos días", comenta Calduch.
"Yo creo que va a haber cambios a nivel regional, no a nivel global. El enfrentamiento tecnológico solo cambiará si cambia la administración de Donald Trump. Si sigue otros cuatro años no va a cambiar nada. En cuanto a Rusia, dudo mucho que Putin vaya a participar en una estrategia global de coordinación preventiva ante futuras pandemias", añade.
"La OMS ya se hizo famosa por errar bastante en la conocida epidemia de la gripe aviar. Hicieron una lectura desproporcionada de lo que fue aquella pandemia. Hubo que sacrificar a numerosas aves, pero el efecto sobre las personas fue limitadísimo. En esta ocasión, la OMS tampoco ha acertado mucho. Empezó a dar señales de alerta antes de que el Gobierno español tome medidas, pero eso no significa que hiciera la declaración a tiempo. La hizo en marzo, y tuvo que haberla hecho dos meses antes", dice Calduch.
Y por qué ese retraso. El experto parece tener una idea: "No la hacen antes porque hay presiones internas en la OMS. Entre ellas la de China, que pretende minimizar el impacto de lo que está ocurriendo, o las presiones de EEUU, que también pretende minimizar los efectos. Trump negaba la realidad hasta que lo vio en sus propias calles. Como Boris Johnson. Las epidemias, cuando se desencadenan, no se pueden frenar. Quien dice tener la fórmula, miente", asegura.
Pero eso no limita la ineficacia de un organismo creado para estar circunstancias. "La OMS debería reformarse de arriba abajo. Debería ser un órgano gobernado por criterios únicamente científicos. No por presiones de los países que aportan los fondos. Una de las formas de lograr que sea independiente sería poner un impuesto mundial a todos los medicamentos, de tal manera que de ahí saliese un fondo que metiese a la OMS, porque entonces sí que sería independiente de los gobiernos. Un impuesto a las grandes farmacéuticas de sus productos para financiar de manera independiente a la OMS. Esta sería una buena forma. Porque la OMS, mientras dependa de los fondos... si un miembro aporta el 20% de la financiación, muy independiente no va a ser la OMS, como pasa con EEUU", analiza el experto.
"Las inversiones privadas aportan, pero no resuelven los problemas. Aqui se trata de tener financiada la OMS este año y una década con garantías. por tanto están muy bien las aportaciones de grandes empresarios o multinacionales, o mecenas, pero ellos esas aportaciones las hacen para financiar determinados planes o programas. radicación de la viruela en países de África. Ahí comprueban que su dinero no se derrocha. las aportaciones favorecen pero no resuelven los problemas de la independencia y financiación de la OMS", concluye.