Disfrutar del sol es un placer casi universal: nos recarga las pilas, nos broncea, nos relaja... nos aporta incluso la vitamina D necesaria para el fortalecimiento de nuestros huesos. Sin embargo, no todo son ventajas: exponer nuestra piel al sol tiene sus consecuencias -envejecimiento y manchas, entre otras cosas- y por eso se hace tan importante protegernos usando cremas solares e introducir una graduación de protector solar adecuada cada día. ¿Cómo usar crema solar de forma adecuada?
Cuando se trata de tomar el sol, no basta con usar cualquier crema solar, ni tampoco con usarla en cualquier momento ni de cualquier manera. Es más, tampoco basta con usar este tipo de productos solamente cuando vayamos a la playa o de excursión. El sol sale cada día, y nosotros también: por eso la protección solar debe integrarse en nuestro día a día. Ni siquiera cuando estamos a la sombra o cuando llevamos ropa puesta -salvo que esté expresamente preparada para ello- nos libramos de las radiaciones solares, ya que la reverberación del sol se cuela por cada rincón.
Es cierto que hay zonas más expuestas y más sensible que otras. Cara y escote son, con diferencia, las que se llevan la palma en ambos casos, y por eso la protección en este caso se vuelve tan necesaria. Además, hay que tener en cuenta que, para que el efecto de las cremas de protección solar sea el necesario, ésta debe aplicarse alrededor de media hora antes de la exposición, y esto se cumple en el caso de cualquier fotoprotector.
Otro factor clave es la cantidad de producto: no por usar una capa densa estaremos más protegidos. Más bien, se trata de usar la cantidad adecuada, y preocuparnos por extenderla bien. La mayoría de las veces, cuando se ha aplicado factor solar y se experimentan quemaduras, el problema no es la escasez de producto, sino una mala distribucion, dejando zonas sin cubrir. Por ejemplo, son habituales las manchas en el nacimiento de la frente y en el perímetro de los labios precisamente por este motivo. En general, las zonas del rostro más susceptibles de mancharse por el sol son los labios y la nariz.
También es clave atender a la caducidad del producto. Aunque sea un engorro (y un gasto extra de dinero) que debamos renovar crema de protección solar cada verano, es necesario para que la crema que utilicemos cumpla su función correctamente. También es importante elegir el factor adecuado (en general, cuanto mayor, mejor). Para los niños, la protección no debe bajar de 50 y los bebés jamás deberían ser expuestos directamente al sol. Para los adultos, se recomienda como mínimo utilizar una graduación de protector solar de 30, 50 o 50+.
En cualquier caso, se debe renovar la aplicación como mínimo cada dos horas, y después de cada baño. Y si te preocupa no ponerte moreno por usar un factor elevado, te tranquilizará saber que no es cierto que los protectores altos eviten el bronceado, aunque sí lo ralentizan, pero lo hacen más seguro, sano y duradero. Lo que sí significa el uso de crema solar de factor elevado es que la protección será completamente segura. En el caso de usar factor 50 o superior, es posible evitar casi por completo la aparición de manchas.
La protección solar completa también es básica para minimizar la aparición de arrugas: la exposición al sol de forma directa envejece de forma prematura, ya que los radicales libres afectan al colágeno, a la elastina... Por eso es necesario crear una barrera frente a ellos.
Es relativamente cierto, por otro lado, que las pieles oscuras requieren menos protección que las claras. Este tipo de pieles suelen quemarse menos porque fabrican más melanina, aunque el envejecimiento provocado por el sol seguirá estando igual de presente.