Como si de una película se tratase, un viernes de septiembre a Julia le llegó un mensaje. "Prima, no me hagas mucho caso, pero me ha parecido ver a tu padre con alguien". En ese momento, sintió una intuición extraña. “Era como si yo ya lo supiese. No le pregunté nada más a mi prima. Actué como si no hubiera pasado nada”, recuerda.
La joven de 26 años prefiere no revelar su localidad “porque es un sitio muy pequeño, todos se conocen y no quiero perjudicar a nadie”, pero sí quiere compartir cómo vivió aquellos meses en los que su familia se fragmentó y tuvo que asumir que su padre, con quien tenía una relación idílica, había sido infiel a su madre y estaba con otra mujer.
“Algo iba mal y cuando mi prima me contó que había visto a mi padre yo quise no creerla. Hasta me enfadé porque me insistía, y decidí hacer como si nada. Así estuve varios meses, pero sabía perfectamente que era verdad. Mi padre estaba muy raro, me mentía con detalles muy tontos, y entré en un círculo vicioso”, confiesa Julia. “Por fuera fingía que todo seguía igual, pero luego estaba obsesionada con saber la verdad. Le revisaba el móvil a mi padre, llamadas, mensajes de WhatsApp, la galería de fotos… Todo, y no encontraba nada”.
Los meses pasaron y finalmente su padre decidió decir la verdad. “Nos contó que había conocido a otra persona y que estaba enamorado. Ahí mi familia y mi vida entera se desmoronaron”, comparte emocionada al recordar lo que pasó.
“Mis padres para mí eran como el ejemplo perfecto de amor. Nunca discutían, se trataban con muchísimo cariño, se reían juntos… Y descubrir que eso no era suficiente y que mi padre había conocido a otra persona fue como si mis esquemas de lo que es una relación se rompiesen”, relata. “Aparte del daño que me hizo, esa infidelidad me provocó muchos problemas para confiar en la gente. Estaba enfadada con el mundo, lo acabé dejando con mi novio de aquel momento porque me volví desconfiada, y no quería ni ver a mi padre. Creo que lo pasé yo peor que mi madre, o a lo mejor ella disimulaba porque me veía mal, no lo sé”.
El padre de Julia siguió con su nueva vida, pero Julia era incapaz de aceptarlo. “Si le veía pasar por la calle con esta mujer, yo me escondía. No quería saber nada. Y si algún familiar me preguntaba por el tema es que directamente le cortaba o le soltaba una bordería. Era un tema de conversación vetado”. En consecuencia, la joven reprimió todo lo que sentía. “No hablaba del tema y tampoco de cómo me sentía, y mentalmente fue muy traumático”.
Tras un año y medio, Julia decidió pedir ayuda psicológica profesional para poder cerrar esa herida. “La terapia ha sido lo peor y lo mejor a la vez. Lo peor porque me ha hecho revivir los peores momentos de mi vida y sentir el mismo dolor o incluso más. Lo mejor porque me ha permitido perdonar a mi padre y volver a confiar”.
La situación que vivió Julia es muy dura, pero no es inusual. Al igual que hay parejas jóvenes que rompen por una infidelidad, también ocurre lo mismo cuando se es más mayor y hay hijos de por medio, como es el caso Pablo Urdangarin y sus hermanos, los hijos de la infanta Elena y de Iñaki:
Cuando eso sucede, no sólo sufre la pareja. Los hijos también se enfrentan a un duelo por la pérdida. Concretamente pierden la sensación de que sus padres son un equipo, aprendiendo a verlos como dos personas completamente distintas. Esa sensación es todavía mayor si la separación es conflictiva. Por otro lado, también pueden perder la confianza hacia el progenitor que ha cometido la infidelidad.
Durante este proceso de duelo se pueden atravesar varias etapas.
Descubrir una infidelidad es muy duro e inevitablemente vas a vivir ese proceso de duelo que acabamos de mencionar. Quizá no experimentes todas las etapas, pero sí que te sentirás identificado con alguna de ellas. Como estarás pensando, el objetivo es lograr la aceptación. La gran pregunta es cómo: