La salud mental no es algo que se pueda esconder debajo de una alfombra, aún con todo el tabú que orbita a su alrededor. El desconocimiento sobre las enfermedades y trastornos mentales es una máxima, aunque cada vez los padezca más gente, y en muchas ocasiones se rehúsan los tratamientos psicológicos y psiquiátricos por miedo al estigma. En ese contexto, no parece descabellado pensar que una gran cantidad de potenciales pacientes acaba recurriendo a páginas web que prometen salidas milagrosas a enfermedades como la depresión (en algún blog hemos leído que las almendras son el mejor tratamiento), una cosa tan falsa como peligrosa.
Antes del COVID, se decía que la depresión era la pandemia del siglo XXI, y aunque dudamos que alguien se atreva a repetirlo en los próximos meses, no por eso deja de ser cierto: la OMS estima que más de 400 millones de personas sufren esta afección en todo el mundo. Quien la padece suele tener los niveles de energía muy bajos, apatía y una sensación de desgana generalizada, entre otros muchos síntomas. Para acabar con ellos, no hay más solución que la ayuda de un profesional de la salud mental.
Desde la clínica psicológica El Prado explican que “la depresión es un trastorno del estado de ánimo que tiene consecuencias directas sobre el bienestar de la persona y su entorno”. Esta enfermedad, cuentan los profesionales, surge habitualmente en los primeros años de la edad adulta, aunque también puede afectar a niños y adolescentes. Quien la sufre “se aísla de los demás, ya que no encuentra placer en las relaciones sociales, y se vuelve incapaz de afrontar su día a día”, añaden, lo que desemboca, con el tiempo, en una serie de pensamientos muy negativos sobre sí mismos, el mundo y el futuro.
A grandes rasgos, cuando la persona está deprimida no encuentra la motivación que necesita para actuar, y esa inactividad se convierte en un circulo vicioso. A todo esto se suman una serie de distorsiones cognitivas que le hacen ver el mundo con una mirada más negativa, así como una incapacidad total para entender qué está pasando. Al no tener las herramientas para explicar la tristeza generalizada que siente, ese estado de ánimo se instaura como norma.
Por supuesto, el grado de depresión puede variar. La buena noticia es que, según explican desde la clínica, entre el 80 y el 90% de las personas que sufren depresión pueden recuperar su estado anímico con el tratamiento adecuado. Para ello, lo primero es reconocer el trastorno y después pedir ayuda.
En lo que respecta a su origen, esta enfermedad es “el resultado de una combinación de factores genéticos, bioquímicos y psicológicos”, según explican desde El Prado. La depresión parece estar relacionada con muchos factores, entre ellos las hormonas, la herencia o incluso el sexo: las hormonas hacen que las mujeres sufran dos veces más depresión que los hombres, cuentan los psicólogos. “Tanto es así que se estima que una de cada siete mujeres experimentará un episodio de depresión en algún momento a lo largo de su vida”, según apuntan.
Ahora bien, la exposición a situaciones estresantes y traumas también son causas muy comunes de la depresión, así como las circunstancias dolorosas de la vida de una persona. Tampoco ayuda este contexto estresante y agotador en el que vivimos.
En consecuencia, las personas con depresión pueden acabar reduciendo su rendimiento, teniendo ciertas dificultades emocionales y muchos problemas en sus relaciones interpersonales. Hay que tener en cuenta que la depresión suele venir acompañada de cierta irritabilidad e impulsividad, lo que solo hace que la persona se aísle aún más.
Por muy buena intención que tengas, decirle a una persona que “no tiene sentido” que se sienta así o pedirle que haga “el favor de animarse” no ayuda a nada. De hecho, es bastante contraproducente: este tipo de mensajes hacen que la persona ponga todavía más culpa en sí misma y que se sienta incomprendida, por lo que puede que se aísle todavía más. Si conoces a alguien que sufre depresión, lo mejor es intentar hablar con tacto, sin presionarle, y hacerle sentir acogido y acompañado.
Por el contrario, si te sientes deprimido o deprimida y quieres empezar a trabajar para salir de ese estado, desde El Prado recomiendan “informarse, adoptar hábitos de vida más saludables y empezar un tratamiento para la depresión”. Ponerle nombre y saber a qué nos enfrentamos es el primer paso para superarlo, pero pequeños detalles como hacer actividades al sol, un poco de deporte y comer mejor también pueden resultar muy útiles.
Después, es fundamental pedir cita con un profesional de la salud mental o con tu médico de atención primaria. El doctor o la doctora escucharán los síntomas y si lo consideran, te derivarán al psiquiatra, quien decidirá si tu tratamiento es farmacológico, psicológico o combinado.