Manipular de manera correcta los alimentos es fundamental para prevenir una intoxicación alimentaria. Una temperatura inadecuada durante su conservación, la ruptura de la cadena de frío, la falta de limpieza o una cocción insuficiente son algunos de los motivos más frecuentes por los que puede producirse, debido al mal estado de un producto.
El riesgo de parecer una intoxicación alimentaria en verano aumenta a medida que lo hacen las temperaturas. Además, determinados productos resultan más peligrosos que otros, ya que su tiempo de conservación disminuye drásticamente con el calor. Toma nota de cuáles son las reglas para no sufrir una intoxicación alimentaria en verano.
Durante todo el año, pero sobre todo en verano, es importante cuidar la calidad y limpieza de los alimentos que vamos a consumir. Se aconseja respetar siempre fechas de caducidad, asegurarnos de que no se ha interrumpido la cadena de frío (no siempre está a nuestro alcance), lavar muy bien las frutas y hortalizas que vayamos a consumir crudas y rechazar cualquier envase deteriorado en el momento de la compra.
Además, conviene tener mucho cuidado con el agua que bebamos, especialmente si viajamos al extranjero: muchas intoxicaciones alimentarias son provocadas por la presencia de microorganismos a los que nuestro cuerpo no está acostumbrado.
Respecto a qué tiene que ver la temperatura con la posibilidad de una intoxicación alimentaria, si un producto se almacenan de forma inadecuada durante un tiempo relativamente prolongado, estaremos favoreciendo la reproducción de gérmenes y microorganismos que luego consumiremos en caso de que la limpieza del alimento o su cocción, en otras cosas, no resulte la adecuada.
Al contrario, las bajas temperaturas dificultan la proliferación de estos gérmenes, y por eso durante los meses de frío es menos probable sufrir una intoxicación. En definitiva, las bacterias necesitan humedad y un clima caluroso para desarrollarse, por lo que es normal que se multipliquen mucho más rápidamente durante el verano.
Desde la Organización Mundial de la Salud, OMS, se dan una serie de pautas para garantizar una preparación higiénica que nos ayude a prevenir intoxicaciones alimentarias producidas por gérmenes, que pasan precisamente por consumir exclusivamente agua potable, vigilar que se utiliza solo agua potable para hacer hielo, lavar bien las frutas y verduras, rechazar los envases abombados, oxidados o deteriorados.
Además, y especialmente durante los meses de calor, la Organización Mundial de la Salud también recomienda vigilar las condiciones de higiene de los alimentos en el momento de la compra. Esto pasa por:
- Comprar solo en establecimientos autorizados y rechazar la venta ambulante.
- Elegir los establecimientos donde se compran alimentos por la higiene de sus instalaciones; la correcta manipulación de los alimentos por parte de los profesionales que los atienden; y el respeto a las condiciones de exposición, venta y conservación de cada producto. El mantenimiento de la cadena de frío en aquellos alimentos que lo requieran, como pueden ser carnes, pescados, un factor crucial.
- Comprobar que el envase del producto se encuentre en perfectas condiciones, desechando los que estén abollados, abombados, oxidados o deteriorados. También rechazar productos que presenten un olor extraño o estén descoloridos. También, mucho cuidado con los huevos: no comprarlos cuando se encuentran sucios o presenten golpes o fracturas en la cáscara.
- Comprobar que los alimentos perecederos estén almacenados adecuadamente en frigoríficos, vitrinas de refrigeración o congeladores.
- Fijar una secuencia de compra en función del tipo de alimento: elige primero los productos no perecederos, después los frescos y, por último, los congelados. De esta forma, el tiempo que pasarán a una temperatura no adecuada se reducirá. Si no vas a recibir tu compra en un plazo corto de tiempo, deberá transportarse en una bolsa isotérmica.
- Siguiendo la misma lógica, al llegar a casa, almacena primero los congelados, luego los producidos frescos y, por último, los no perecederos. Guárdalos siempre atendiendo a la temperatura más adecuada para su conservación y ten en cuenta los niveles de frío de tu frigorífico.