Se acerca el día más romántico del año, San Valentín. Una fecha marcada por las demostraciones de amor público, pero también por el consumismo. Aun así, son muchas las parejas que aprovechan esta ocasión especial para hacer un plan diferente.
Sin embargo, en una relación lo más importante no son los planes para salir de la rutina. A la hora de la verdad, lo que más peso tiene es cómo nos comportamos en el día a día. Las conversaciones de WhatsApp, la forma de gestionar las discusiones, lo que valoramos de nuestra pareja y lo que nos saca un poco de quicio… En definitiva, la monotonía.
En esta monotonía que a muchas personas asusta se esconden ciertas dinámicas que pueden ser tóxicas, y lo peor de todo es que quienes las llevan a cabo creen que son sanas. ¿Cómo es posible confundir el amor con la posesividad o con el pasotismo a niveles extremos?, te preguntarás. Y pese a tu incredulidad, seguro que alguna vez has visto una película en el que el protagonista era celoso, controlador y agobiante, y te ha resultado atractivo. Pero de la monogamia tóxica también se sale, y una forma de conseguirlo es aprendiendo a demostrar el amor sin caer en conductas dañinas.
Ocultar a tu pareja de tus amigos está tan feo que hasta tiene nombre: pocketing. Pero en el otro extremo, meter con calzador a alguien en todos tus círculos sociales tampoco es lo más saludable.
Las personas tenemos derecho a nuestra autonomía seamos solteras o no. No tienes porque juntar a tu pareja con todos y cada uno de tus grupos de amigos. La gran pregunta es, ¿cómo se lo digo a mi pareja sin que se enfade?
¿Qué es eso de enfadarte por la vida sexual de tu pareja? Si no estabais juntos, tenía todo el derecho del mundo de acostarse, besar, salir o enamorarse de quién quisiese.
Es importante evitar comentarios despectivos al respecto, ya que pueden ser muy dañinos. Por ejemplo, “¿Pero te acostaste con ese? ¡Qué asco!”. Además de ser dolorosos para tu pareja, no son frases racionales. Las dices porque te sientes inseguro, y la forma de gestionar esa emoción es sincerándote, no atacando.
En vez de considerar el pasado de tu pareja como un ataque, demuéstrale que te sientes especial porque haya decidido escogerte a ti como pareja.
Una costumbre que acaba con muchas relaciones es la tendencia a compararnos con los demás. “Si mi mejor amiga tiene sexo con su novio todos los días y yo una vez a la semana, ¿será que estamos fatal?”. “¿Por qué la novia de mi amigo siempre está subiendo fotos de los dos a Instagram y la mía no?”. “Mi ex me escribía todos los días para darme los buenos días y mi novio no… ¿Y si no me quiere tanto?”. Y entre comparación y comparación, la relación se va hundiendo.
Cada pareja es única. En otras palabras, lo que para dos personas es romántico o bonito, para ti puede ser totalmente agobiante. Lo mismo sucede con nuestras relaciones pasadas. El tiempo nos hace cambiar y empezar a valorar otras cosas que antes o bien no nos gustaban tanto, o bien detestábamos. Eso no significa que tu relación sea mejor ni peor, sino diferente.
¡Psico-consejo! La única comparación saludable es con nuestro ideal. ¿Cómo sería tu relación perfecta? ¿Y la de tu pareja? Llegad a un acuerdo y trabajad conjuntamente para lograrlo.
Ojo, porque hablar de los sentimientos no sólo abarca lo bueno. A nadie le cuesta decirle a su pareja que está contento, que ha tenido un día genial y se siente optimista con la vida, o que ha conocido a un compañero en la universidad o el trabajo que le cae genial y se siente pletórico. Lo difícil es gestionar lo malo.
Si sientes celos, estás enfadado por algo, tu pareja te ha decepcionado, o no te sientes cómodo, debes saber que el problema no se resolverá con el tiempo. Por muy incómoda que sea la conversación, tenéis que tenerla para solucionar vuestros problemas.
Al igual que es importante expresar tus emociones, también es básico escuchar a tu pareja. Habrá veces que discutáis y pensarás que exagera, que no es para tanto y que no es normal estar tan triste. Pero ella puede pensar lo mismo al verte tan tranquilo.
Todas las emociones son válidas y respetables. Lo que sí podemos debatir es la forma de expresarlas y gestionarlas. Por ejemplo, cualquiera puede sentir celos en un momento puntual. ¿Nos tenemos que culpar por ello? Para nada. ¿Es saludable reaccionar cotilleando el móvil de nuestra pareja o insultándole? En absoluto.
Curiosamente, muchas veces acabamos siendo dominados por nuestras emociones porque la otra persona no se esfuerza por ponerse en nuestro lugar. Un ejercicio de empatía tiene el poder de resolver la mayoría de los problemas amorosos.
Está claro que otra forma de demostrar que quieres a tu pareja y que estás comprometido/a con tu relación es dar el paso de irse a vivir juntos. Sin embargo, antes de tomar esta decisión debes de tener en cuenta muchas cosas, y, sobre todo, no idealizar la vida en pareja. Aquí te dejamos un vídeo con consejos para que te lo pienses bien antes de tomar la decisión de vivir juntos: