Son muchos los artículos, post de Instagram y guías que señalan las red flags de una relación tóxica y que ofrecen pautas para aprender a salir de ellas, pero, ¿qué ocurre cuando es un ser querido el que se encuentra en esa situación?
Por desgracia, muchos hemos sido espectadores de una relación tóxica en la que la víctima era alguien muy cercano. Lo curioso es que a veces duele más vivir desde fuera esta situación. Cuando eres tú quien está dentro de una relación tóxica la dependencia emocional es como una venda en los ojos que te impide ver la realidad. En cambio, cuando le afecta a alguien a quien queremos, nos sentimos furiosos, impotentes e incluso decepcionados. Además, a más nos esforzamos en abrirle los ojos, parece que más nos alejamos de esa persona.
Para ayudar a una amiga o a un familiar que está sufriendo por una relación tóxica no basta con tener buenas intenciones. Es un proceso largo y difícil en el que probablemente te enfrentes a más de un encontronazo. ¿Cómo gestionarlo? Siguiendo una serie de recomendaciones.
El mayor error que cometemos es quitar importancia a lo que está ocurriendo. Seguramente te vengan a la cabeza pensamientos como “no creo que sea tan grave”, “a mí nadie me manda meterme ahí, es un problema privado”, “si la situación es tan tóxica, ¿por qué no hace nada?”, etc. Es la forma que tiene nuestro cerebro de gestionar la preocupación, pero negar una realidad no hará que desaparezca.
Cuando seas consciente de que tienes que actuar, toca informarte. Lee todos los artículos y libros sobre relaciones tóxicas que puedas. Ve vídeos de experiencias en primera persona. Pregunta a expertos en salud mental y relaciones de pareja. La clave es que conozcas cómo es la dinámica de la manipulacióndinámica de la manipulación.
Una vez te informes sobre la dinámica de la manipulación, descubrirás que algo muy habitual en las relaciones tóxicas es que se aísle a la víctima. “Es que tus amigas te tienen envidia”, “es que tus padres son unos controladores y no soportan verte feliz”, “es que en tu trabajo no te valoran”, y poco a poco, la persona deja de lado todo y su vida se reduce únicamente a su relación. Es ahí cuando tienes que estar presente. Dile a tu amiga/o o familiar que quieres quedar y si te dice que no puede, insiste al día siguiente. Ofrécele ir a verle, dar un paseo, ir al cine… Lo que sea.
Cuando consigas quedar con él o ella, deja la superioridad moral en casa. Ten en cuenta que esa persona está en una relación en la que no se siente libre y cuando por fin te cuente algo, lo último que debes hacer es enfadarte o ser condescendiente, porque lo único que conseguirás es que se aleje y no te cuente nada más.
¿Qué no debes decir?
¿Qué si puedes decir?
Una herramienta muy sutil para confrontar a tu ser querido sin ser demasiado invasivo es utilizar ejemplos, a veces incluso de personas ficticias. Lo ideal es hacerlo en un momento de calma, no justo después de que se abra a ti porque sería muy obvio que tienes intenciones ocultas.
Por ejemplo: “Pues tía, me ha contado una compañera de la universidad que lo acaba de dejar con su novio y yo flipé mucho porque parecía una relación perfecta, pero me ha contado y le liaba la de Dios. Era súper infeliz ella. Se enfadaba si quedaba con sus amigas, le metía mierda de sus padres… Horrible. Y ya un día como que le cambió el chip y dijo que no podía aguantar más, y la tía está mejor que nunca”.
La clave es utilizar ejemplos parecidos a lo que le ocurra a tu ser querido, pero no idénticos. También es importante que en tu historia ofrezcas una alternativa, que sepa que se puede salir de una relación tóxica.
Cuando estás en una relación que te anula como persona lo más habitual es que tu autoestima esté por los suelos. Te sientes inútil, mala amiga, mala hija, mala novia. Crees que todo es por tu culpa. Por eso es tan importante que los seres queridos fortalezcan la autoestima. Recuérdale lo mucho que le quieres, lo valiente que es, sus capacidades… Lo que sea para que se sienta con fuerza para alejarse de la relación tóxica.
Este proceso, como ya he dicho, va a ser duro para tu ser querido, pero también para ti. Vas a sentir frustración, tristeza, ansiedad… Y por eso debes escuchar tus necesidades, cuidarte y compartir lo que estás viviendo con alguien (tu pareja, otro familiar que sepa cuál es la situación, algún amigo cercano, tu psicólogo, etc.).