Se puede ayudar a un amigo con secuelas psicológicas por el coronavirus: una psicóloga explica lo que hay que hacer
Entre las secuelas psicológicas del coronavirus podemos encontrar tristeza o tensión, y en casos más graves ansiedad generalizada, depresión mayor y estrés postraumático
Fabían tiene 26 años y explica a Yasss que le daban "mucho miedo las secuelas" y que se obsesionó con que le iba a pasar algo
Falta de olfato y gusto, palpitaciones, caída del pelo, problemas en la coagulación de la sangre, cirrosis pulmonar… Las secuelas del coronavirus cada vez son más variadas, y entre ese mar de afecciones físicas podemos encontrar también dificultades psicológicas.
Según coinciden los psicólogos y psiquiatras, son muchos los casos de estrés postraumático en supervivientes de la pandemia mundial. La recomendación en este sentido es clara: terapia psicológica, apoyo social y descanso físico y mental.
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Si bien la teoría es fácil, quienes están experimentando estas secuelas se han topado con listas de espera desproporcionadas en la Seguridad Social. El sistema sanitario está colapsado y los pocos psicólogos clínicos de nuestro país no dan abasto. En la otra cara de la moneda, la crisis económica derivada del coronavirus está impidiendo que muchas personas soliciten terapia psicológica privada, ya que no se lo pueden permitir.
En consecuencia, el apoyo en estos casos solo proviene de su entorno más cercano. Es decir, de sus familiares, amigos y pareja.
Las secuelas psicológicas del coronavirus
Para entender a una persona que ha superado el coronavirus, debemos informarnos. Es fundamental conocer las posibles secuelas y el pronóstico. De lo contrario podemos proporcionarle información falsa en un intento de ayudar, provocando o bien falsas esperanzas, o bien sensación de indefensión.
En el terreno fisiológico, los supervivientes del coronavirus están experimentando, sobre todo, problemas respiratorios, cardiovasculares y neurológicos, como vimos en el caso de Fernando Mármol de 28 años que sufre taquicardias y dolor en el tórax a raíz de la covid.
En el ámbito psicológico, lo más frecuente son síntomas de ansiedad y depresión subagudos. Es decir, no llegan a alcanzar el umbral de un trastorno psicológico. Sin embargo, algunos casos más graves están experimentando estrés postraumático, ansiedad generalizada y episodios depresivos mayores.
Pero, ¿qué influye en que una persona experimente síntomas más o menos graves?
- Su contexto económico. Muchos españoles han perdido su trabajo a raíz del coronavirus o han sufrido un ERTE. Otros jóvenes conservan su trabajo, pero el miedo a volverse a contagiar en el entorno laboral afecta a su calidad de vida. La precariedad está fuertemente relacionada con la salud mental, aumentando el riesgo de padecer trastornos psicológicos serios.
- Su contexto social. La falta de apoyo social también es el caldo de cultivo ideal para que se produzcan complicaciones psicológicas. En este sentido, tener una familia comprensiva y un grupo de amigos emocionalmente disponibles (aunque sea online), puede protegerte frente a la ansiedad y la tristeza.
“Acabé con una ansiedad tremenda, con miedo a ir hasta al supermercado y con ganas de llorar todo el rato”
Fabian tiene 26 años y es una de las casi 500 mil personas que han padecido el coronavirus. En su caso, los síntomas más graves fueron diarreas y un cansancio extremo. “No tenía mucha fiebre, pero me pasaba el día en la cama. No tenía fuerzas ni para comer. Además, iba tanto al baño que acababa el día como si me hubiesen dado una paliza”, recuerda.
Lo peor llegó cuando superó la enfermedad. “Me daban mucho miedo las secuelas y me obsesioné con que me iba a pasar algo. Ya no estaba enfermo, pero solo podía pensar en el coronavirus. Leí que algunas personas estaban teniendo trombos u otras secuelas graves, y se me metió en la cabeza que yo iba a ser una de ellas”.
“Después pasaron a un grupo de WhatsApp que había reinfecciones. Total, que dejé de salir de casa y me aislé. Acabé con una ansiedad tremenda, con miedo a ir hasta al supermercado y con ganas de llorar todo el rato”, relata el joven.
Actualmente, Fabian se encuentra mejor. Por un lado, su médico de cabecera le derivó al psicólogo; “me alivió mucho que el psicólogo me dijese que había mucha gente que se sentía igual que yo”. Por otro lado, el apoyo de su familia y amigos fue fundamental; “sin mi hermano y mis amigos más cercanos, ahora seguiría tirado en la cama”.
¿Cómo puedo ayudar a alguien que ha pasado el coronavirus?
- Mantened el contacto en todo momento. Durante la fase activa de la enfermedad, la persona tiene que estar aislada. Eso no significa que no podáis mantener el contacto. Háblale por WhatsApp a diario para que no se sienta sola, y si puedes llámale de vez en cuando para mantener un contacto más cercano. Una vez haya pasado la etapa con riesgo de contagio, podéis volver a socializar.
- Planes con distancia de seguridad. Evitad entornos con mucha gente. En otras palabras, nada de terrazas ni centros comerciales en los que no cabe ni un alfiler. Es mejor planes tranquilos para evitar la ansiedad al recordar el contagio o el miedo a una reinfección. Aprovechad para dar un paseo por el río, hacer una ruta de senderismo o ir al cine.
- Fomenta la prudencia, no el miedo irracional. Utilizar mascarilla, aplicarse gel hidroalcohólico y evitar lugares concurridos es prudente y lógico dada la situación actual. Otra cosa muy diferente es aislarse, sobreinformarse o identificar cualquier señal normal del cuerpo como una secuela del coronavirus. Explícale a tu amigo que subir las escaleras de casa y que se acelere levemente el ritmo cardiaco es normal, nos pasa a todos. También es normal cansarse un poco al subir una cuesta a las 3 de la tarde teniendo en cuenta las temperaturas, o tener una ligera diarrea si comes fatal un día. Y ante la duda, sugiérele que consulte al médico en vez de a Google.
- No seas monotemático. Lo ideal es que la persona no se ancle al rol de enfermo y vuelva a la normalidad poco a poco, pero algunos comentarios pueden dificultar este proceso. “¿Y cuáles son los síntomas del coronavirus?”, “¿Y lo pasaste muy mal?”, “¿Y cómo te contagiaste?”, “¿Y se lo pegaste a alguien?”, “¿Y cómo reaccionaste al enterarte?”. Pon el freno y evita este tipo de preguntas, y si otra persona las hace, intenta cambiar el tema de conversación.
- No juzgues las recomendaciones profesionales. Si tu amigo, familiar o pareja está recibiendo terapia psicológica o psiquiatra, evita hacer juicios de valor. Frases como “estás empastillado” o “eso se te cura saliendo de casa y no pagando al psicólogo” sobran. Apoya el proceso terapéutico en vez de obstaculizarlo.