En muchos puntos de España lleva mes y medio sin llover y 2022 se presenta como el segundo año más seco del siglo. Si a la sequía le sumamos el aumento de las temperaturas que han adelantado la floración de muchos árboles, los alérgicos al polen se exponen a un mes de febrero más duro de lo normal.
La polinosis o alergia al polen es una enfermedad causada por una reacción alérgica a los distintos tipos de polen, pudiendo producir rinitis o asma. Cerca de 8 millones de españoles sufren algún tipo de alergia al polen. Entre los síntomas de esta patología podemos encontrar desde picor en ojos y nariz hasta cuadros de conjuntivitis severos que requieren fuertes medicamentos para combatirlos.
La falta de precipitaciones afecta negativamente al nivel de los embalses, los cultivos e incluso nuestra piel, que se reseca con facilidad. Pero, además de esto, la sequía que se está sufriendo este año aumenta los síntomas de las alergias estacionales.
Las lluvias permiten eliminar los pólenes que se encuentran en el ambiente y que respiramos cada día. En épocas de sequía como esta, el polen se queda más tiempo en el aire y no se produce una adecuada renovación del aire, por lo que la cantidad de polen aumenta y, con ella, sus síntomas en los alérgicos.
Por otra parte, el estrés hídrico genera temporadas con más polen, ya que los árboles se sienten amenazados por la falta de agua, que pone en peligro su subsistencia, y expulsan más polen como mecanismo compensatorio.
Si la situación no mejora y llegan las lluvias a la península, podemos empezar a sufrir temporadas más largas de floración y cantidades más agresivas de polen que empeoren los cuadros médicos entre aquellos a los que más afecta esta patología.