Estas últimas semanas el anticiclón se ha estancado en la Península Ibérica y hemos registrado récords de temperatura para el mes de febrero en varias zonas de España. Más de 20ºC, buenos ratos de sol y un ambiente muy estable. Con esta situación y a pesar de que el frío no se deja sentir, los virus se propagan. Además un factor está favoreciendo que los resfriados se extiendan: la amplitud térmica (la diferencia de temperatura entre el día y la noche). Pero ¿qué es peor para los catarros, el frío o el calor?
Según los expertos que elaboraron hace pocos años el informe publicado por Nature Chemical Biology, la llegada de las bajas temperaturas aumenta estadísticamente los casos de gripes y resfriados. Todas las personas sufrimos una media de entre 2 y 4 resfriados al año, y la mayoría de ellos suelen ser en invierno.
Tras analizar biológicamente el virus de la gripe a diferentes temperaturas se percataron de que en aquellas más frías el núcleo del virus se vuelve más gelatinoso, lo que provoca que su transmisión se vuelva más fácil. Pero el frío no es lo único que influye en la propagación de enfermedades. Hay otros factores que lo explican.
Una de ellas es la humedad. En otoño e invierno el ambiente acostumbra a ser más seco, lo cual produce que los virus del resfriado sobrevivan mejor. Asimismo, la disminución de la cantidad de agua suspendida en el aire puede secar la mucosa de la nariz, que es nuestra primera línea de defensa para atrapar los patógenos antes de que invadan nuestro cuerpo. Esta falta de humedad ambiental también la forzamos con las calefacciones.
Además, en casos de frío tendemos a refugiarnos en zonas cubiertas como colegios, hogares o centro de trabajo, lo que aumenta la exposición de gérmenes y hay más probabilidad de que nos afecte. Pero realmente no todo es cuestión de frío, humedad y contacto entre personas contagiadas. De hecho, los países más fríos como los escandinavos no padecen más gripes. Lo que influye de manera directa es nuestro sistema inmunitario.
Según los expertos, cuando hace frío la respuesta inmune de nuestro organismo puede ser más lenta. Por ello, si hacemos el deporte adecuado, llevamos una dieta favorable y dormimos las horas recomendadas, nuestras defensas tendrán más armas contra los molestos virus del invierno.
Así, cuando estamos deshidratados, con falta de sueño y comemos mal, agotamos los recursos que nuestro cuerpo necesita. Y, si coincide con un bajón del termómetro, esto generará un nuevo estrés a nuestro organismo. En definitiva, no es el aire frío por sí solo el que causa el resfriado, sino que el aire frío y seco favorece la propagación de los virus.
Por ejemplo, salir a la calle cuando estamos a temperaturas bajo cero no causa un resfriado como tal, pero si nos enfrentamos a una hipotermia y la temperatura de nuestro cuerpo baja, la inmunidad si se debilita. De hecho, un estudio de la Universidad de Cardiff, demostró que tener los pies fríos en invierno también puede hacer que nos resfriemos con facilidad.