China ha abierto una investigación a la empresa Shenzhen Bioeasy Biotechnology, que vendió al Gobierno de España una partida de test rápidos para detectar el coronavirus que, según las autoridades españolas, resultaron defectuosos. España habría adquirido estos test a través de un proveedor nacional.
Los resultados de la investigación abierta por el gobierno chino, que aún continúa, no han detectado irregularidades por el momento, según las mismas fuentes, que recalcaron que el Ejecutivo asiático “no tolerará ninguna práctica" que no se ajuste a los criterios autorizados.
España tuvo que devolver la semana pasada 58.000 test comprados a China a través de un proveedor nacional. Fueron varios laboratorios de hospitales españoles los que detectaron que las pruebas rápidas para detectar el COVID-19 no fucionaban.
La embajada comercial de China en España alertó que la empresa Shenzhen Bioeasy Biotechnology no estaba entre sus empresas autorizadas. Sin embargo, el Ejecutivo explicó que la compra se realizó antes de tener el listado facilitado por el país asiático y que, en cualquier caso, los test si tenían la homologación europea.
Los 58.000 test defectuosos pertenecían a una compra más grande, de 640.000. A partir de ahora, las pruebas rápidas que reciba España deberán ser comprobadas en el laboratorio y no se repartirán hasta que se elabore un protocolo de uso.