Cuando una gran parte de los países afectados por la pandemia del coronavirus transitan hacia la ansiada conquista de la denominada nueva normalidad, el brote desencadenado en la capital del país que vio nacer a la pandemia, China, vuelve a sembrar el miedo, la preocupación y la alarma ante la posibilidad de que, cuando las cosas parecen ir progresando favorablemente en distintas regiones, un nuevo gran foco vuelva a desencadenar la transmisión extendiéndose también a un nivel global. Pero además, no solo se multiplica el temor desde Pekín, sino que también en Europa, y concretamente en Alemania, crece la inquietud y el nerviosismo ante otro gran brote que ha activado también las alarmas después de que más de 650 trabajadores de una empresa cárnica, en uno de los mayores mataderos del continente, hayan dado positivo por coronavirus. Es el rebrote más importante desde hace semanas y la comunidad científica mira ya a uno y otro lado con suma preocupación.
El propio Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, tras culminar su análisis de la evolución de la pandemia en España, --donde hoy el coronavirus, pese a seguir una tendencia positiva, ha dejado 141 nuevos contagios diagnosticados, casi el doble de ayer--, ha hecho durante su valoración una mención específica a la situación que atraviesa Pekín. “Estamos todos pendientes del brote”, ha dicho, confirmando la preocupación en torno a su evolución. “Es similar al que hubo en Wuhan al principio de la pandemia, cuando el brote se asoció a la exposición en un mercado de pescado donde se veían otros animales”, ha precisado, explicando que, efectivamente, este nuevo foco se ha producido, una vez más, en un mercado. Concretamente, en el de Xinfadi, conocido como ‘La canasta de verduras de Pekín’, el mercado de alimentos al por mayor más grande de Asia, ocupando un total de 112 hectáreas y ubicándose en un lugar muy próximo a una gran estación de autobuses que favorece, precisamente, –y todavía más–, que el lugar esté frecuentemente abarrotado.
Fruto del brote ya son 137 los positivos registrados en la capital, según las autoridades chinas, que bajo la férrea directriz del Gobierno han comenzado a aplicar medidas “muy drásticas” para atajar la situación. Concretamente, se ha clausurado tanto el mercado afectado como otros de los alrededores, se han cerrado barrios de las inmediaciones, se han suspendido las clases presenciales y cerrado también los centros educativos, se ha vuelto a la obligatoriedad de las mascarillas, se han suspendido más de 1.000 vuelos nacionales y los ciudadanos no pueden entrar en un bloque de viviendas que no sea el propio. Unas 90.000 personas que se ubican en los puntos más próximos al foco han sido confinadas, al tiempo en que se ha reforzado también el equipo médico de un importante hospital de la capital que está destinado a los casos más graves de coronavirus, y donde trabajan, incluso, sanitarios que estuvieron en Wuhan, el que fuese epicentro de la pandemia.
El brote, que ha hecho que los ciudadanos retrocedan a una situación similar a la de 20 días atrás, ha afectado a 9 distritos de los 16 de la ciudad, obligando a las autoridades a realizar rápidamente test masivos para trabajar en la contención y el rastreo de los casos.
Hasta el momento, se han realizado 400.000 test que el Gobierno chino considera decisivos para determinar el alcance del foco del contagio. Este miércoles se han registrado 31 casos nuevos, lo que suponen cuatro más de los contabilizados ayer.
El propio Fernando Simón explicaba hoy los esfuerzos que estaban realizando en Pekín: “Se está haciendo búsqueda exhaustiva de casos o de contactos de los casos identificados que está llevando a alrededor de 30.000 PCR y entre ayer y hoy, y se van a hacer unas 50.000 más. Se está haciendo un trabajo exhaustivo alrededor del mercado para evitar que esto se extienda y vuelvan a estar en una situación como la que estuvieron a principios de año”.
En este contexto, ha indicado, todos están “pendientes de ver si este brote está realmente controlado o no”, apuntando, no sin cierta cautela, que “aparentemente, las medidas indicarían que están en camino de conseguirlo”.
No obstante, ha advertido: “Nos preocupa a todos. Llevaban ya muchas semanas sin tener ningún caso con un control muy estricto de los viajeros que podían introducirlo. En este caso el brote ha sido en el mercado de Pekín, en una ciudad muy poblada, y por tanto tenemos que tener mucho cuidado. Nos preocupa a la comunidad científica y a los técnicos que trabajamos en Salud Pública porque es un reflejo de lo que podría pasar en cualquier otro país”.
Y precisamente, otro país que se ha encontrado abruptamente con un foco, y aún mayor en número de casos, es Alemania. La situación alerta especialmente a las autoridades sanitarias porque, específicamente, se ha producido en una fábrica de la cual sale el 20% de los productos cárnicos del país y es la más grande de Europa. Más de 650 trabajadores han dado positivo, y todavía falta conocer el resultado de 500 pruebas diagnósticas.
La gravedad es tal que además de la clausura de la planta y el aislamiento de todos los empleados, ha forzado al cierre de colegios y guarderías en la zona para intentar prevenir y contener la infección, aunque la cuarentena no afecta por ahora al resto de los 100.00 habitantes de Gütersloh, en Westfalia, la ciudad donde se ubica la empresa, que recientemente había hecho pruebas a 6.400 personas. En un principio solo había 8 casos positivos, pero ahora la cifra, que prueba una vez más el altísimo poder de contagio del coronavirus, va efectivamente por encima de los 650.
En la fábrica dicen que son trabajadores recién llegados de sus países en Europa del Este después de pasar un puente fuera, mientras los sindicatos, en el marco de lo acontecido, ponen el foco en las condiciones de hacinamiento en las que viven esos trabajadores habitualmente, apuntando también a la facilidad con la que el virus parece transmitirse dentro de las cámaras refrigeradas donde el frío puede ayudar a que pase de una persona a otra.
Precisamente, ello ha puesto en el foco en los mataderos, a los que se ha referido también el epidemiólogo Fernando Simón en la comparecencia de este miércoles, señalando, además, que uno de los brotes en los que más están centradas las autoridades sanitarias en España es, junto al del hospital de Basurto en País Vasco, el de un matadero en Cataluña.
Respecto a ello, Fernando Simón ha reparado precisamente en que estos entornos habitualmente reúnen condiciones propicias para la transmisión del virus, dadas las temperaturas derivadas de las cámaras refrigeradoras, el volumen de trabajadores que se congregan en el recinto o las propias condiciones higiénicas. Además, pese a que se asume que se trabaja siguiendo determinadas normas sanitarias, incluyendo elementos como las mascarillas, el protocolo es difícil de controlar.
Del mismo modo, siguiendo la línea de los sindicatos alemanes, Simón ha reparado precisamente en que “los trabajadores en muchos casos son de grupos sociales desfavorecidos, lo que conlleva que la transmisión no solo es más fácil dentro, en los mataderos, sino también fuera”.