El biólogo valenciano Javier Gilabert Juan ha descubierto una nueva proteína que ayuda a regular la ansiedad y podría abrir un nuevo capítulo en el tratamiento de la salud mental. El ganador del premio regional Joven Talento Científico en 2016 y actualmente profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid ha liderado esta investigación internacional, desarrollada principalmente en el Collège de France en París durante tres años.
Gilabert y su equipo descubrieron que la proteína OTX2 estaba involucrada en la asimilación de habilidades como la vista y el oído entre los seres humanos durante la infancia. La investigación los llevó a verificar si podría tener un efecto sobre la depresión, la ansiedad y las dificultades de aprendizaje en la edad adulta.
Recientemente han descubierto que, al ser introducida en una zona concreta del cerebro de ratones adultos, actúa sobre unas neuronas específicas regulando el estado de ansiedad. “Si bloqueábamos esta proteína conseguíamos que fueran hipoansiosos, y ajustando la cantidad de proteína podemos regular el comportamiento ansioso”, explica Javier Gilabert a 'Nius'.
El siguiente paso es conocer en profundidad el comportamiento de la proteína OTX2 y evaluar cómo actúa en mamíferos superiores con cerebros más complejos, antes de trasladarlo a seres humanos. “OTX2 puede ser una diana terapéutica en el futuro, que ayude a desarrollar diferentes fármacos ansiolíticos, antidepresivos y antisicóticos, abriendo una nueva vía para combatir la ansiedad, la depresión y estrés postraumático”, señala Gilabert.
De momento, la medicina no ha conseguido identificar con exactitud todos los factores que regulan la ansiedad, pero este estudio permite avanzar en el conocimiento de los procesos que desembocan en este trastorno, que amenaza con ser una de las enfermedades mentales más prevalentes en la población mundial en los próximos años.
“La OTX2 sabemos que regula la plasticidad del cerebro, hace un cerebro más moldeable tanto para bien como para mal, en el caso de los niños. En adultos, el cerebro es menos plástico y estas enfermedades mentales sabemos que se producen porque hay un problema con la plasticidad cerebral. Si podemos intervenir en esa plasticidad podemos participar en la regulación de estas enfermedades mentales como la ansiedad”, explica el biólogo.
Si tienen éxito, los ensayos podrían abrir un nuevo capítulo en los medicamentos para la salud mental, ya que la proteína podría aumentar el efecto de los medicamentos existentes y ayudar a crear otros nuevos.