La pasta es uno de los platos más populares entre los niños y los no tan pequeños. La multitud de formas que adopta, la infinidad de ingredientes variados que se pueden añadir darle sabor, la facilidad que tiene a la hora de cocinarla y su bajo precio la convierten en uno de los alimentos a los que más recurrimos.
En los últimos años ha aflorado el pensamiento de que la pasta engorda y no se debe comer, especialmente, por la noche ni abusar de su consumo. Pero, ¿cuánto tiene de cierto?
Antes de contestar a esta cuestión conviene saber de qué esta formada la pasta, esa que comemos en sopas, ensaladas o como ingrediente principal de nuestros platos. Tradicionalmente, la pasta está hecha de masa de harina del cereal de trigo, sal y agua. No obstante, se pueden añadir otros ingredientes como el huevo, según el blog de MGC Mutua, que especifica que la que más se vende en los supermercados es refinada. ¿Qué quiere decir esto? Esencialmente, que utiliza la sémola de trigo duro a la que se ha eliminado la cáscara o salvado y el germen, lo que significa que es más digerible, pero pierde parte de sus nutrientes.
En este sentido, cabe destacar que al retirar la sémola de trigo duro, el aporte de fibra es menor, lo que hace que el índice glucémico sea más alto, que sacie menos y el cuerpo vuelva a demandar energía rápidamente. Por ello, la mejor opción, señalan, es la integral. Esta, además de contener menor calorías, se obtiene del grano enero y, por tanto, conserva los nutrientes a diferencia de la otra.
Teniendo todo esto en cuenta, no conviene demonizar la pasta ya que no contiene apenas grasa y aporta hidratos de carbono de absorción lenta, especialmente importantes para las personas que realizan actividad física, un hábito cardiosaludable que recomiendan incorporar en nuestros hábitos desde la Fundación Española del Corazón (FEC). Además, según MGC Mutua, es beneficiosa para las personas con diabetes para controlar los picos de glucosa en sangre; y por su alto contenido en fibra, principalmente, aquella que es integral, es buena para la salud instestinal y para ayudar a controlar el peso.
Por su parte, la Fundación Española de Nutrición (FEN), insiste en que se trata de una "excelente fuente de energía, no engorda y previene la arteriosclerosis".
La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), en su pirámide de la alimentación saludable, sitúa la pasta integral, junto con otros alimentos en la base, es decir, en aquellos platos que se pueden consumir diariamente. Este, especialmente, en función de la actividad física que se realiza.
Además, como todo, depende de cómo lo cocinemos y de la cantidad que tomemos. Así, la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SECDA), en su modelo de plato único, aconseja que la pasta no refinada e integral constituya un tercio del total y se acompañe de un tercio de verduras y hortalizas y otro tercio de alimentos proteicos.
Y, ejemplifican: "Si un primer plato del menú es pasta con verduras salteadas, no será igual de nutritivo si es un plato mayoritariamente lleno de pasta (habitualmente de trigo refinado, no integral) y una pequeña ración de verduras apenas perceptible, que un plato que lleve una ración de pasta de la mitad de plato junto a otra mitad de verduras y hortalizas. Solo de la segunda forma, estaremos tomando una ración adecuada de verduras (comentábamos que debían tomarse 2 raciones diarias de abundante cantidad) a la misma vez que no abusaremos de la ración de hidratos de carbono complejos provenientes de la pasta, de los cuales no necesitamos tanta cantidad como tomamos habitualmente".
Por tanto, la pasta es un alimento que debería formar parte de nuestra dieta diaria y nos aporta muchos beneficios nutricionales; pero no debemos hacer una sobrealimentación y, por supuesto, la forma de cocinarla y los otros alimentos que incluimos en el plato importan.