El cáncer de mama es el tumor maligno más prevalente en las mujeres, afectando a 1 de cada 8 personas a lo largo de la vida según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Este riesgo aumenta con la edad, un dato que muchas veces nos da una falsa sensación de seguridad al pensar que, por ser jóvenes, es imposible que nos afecte a nosotras.
Según los estudios epidemiológicos, la edad de aparición del cáncer de mama cada vez es más precoz. En los últimos 40 años, la probabilidad de padecer este tipo de tumor en estado de metástasis se ha duplicado para las mujeres de entre 25 y 39 años, tal y como señaló en una investigación la Asociación Médica Americana.
Estos datos reflejan la importancia de estar alerta, ya que la detección precoz en fases iniciales implica una tasa de supervivencia de casi el 90%, así como intervenciones quirúrgicas menos invasivas. Pero, ¿cómo podemos estar prevenidas?
Uno de los métodos más importantes para detectar precozmente el cáncer de mama es la autoexploración mamaria.
Se trata de un examen que realizamos nosotras mismas en casa, sin necesidad de instrumental médico ni un profesional que nos supervise. Además, es tan sencillo como palpar nuestros pechos en busca de irregularidades.
El problema es que pocas veces la realizamos correctamente. En primer lugar, porque nadie nos ha enseñado. En segundo lugar, porque las infografías y recomendaciones aportadas por los médicos suelen ser muy difíciles de interpretar.
Seguro que has visto el típico dibujo en Internet en el que se enumeran las señales de alarma: protuberancias, bultos internos, huecos, asimetría, endurecimiento… Pero, ¿cómo son estas alertas en un cuerpo real? ¿Cómo se sienten al tacto? Esa es la gran pregunta para la mayoría de las mujeres que quieren realizar una autoexploración mamaria correctamente.
Lo primero que debes saber es que la autoexploración mamaria se debe realizar una vez al mes, evitando que la fecha coincida con la menstruación.
Podemos realizarla de dos formas, o bien de pie, o bien recostadas.
Si estás de pie, puedes colocarte frente a un espejo para asegurarte de que estás siguiendo todos los pasos:
Si de pie te sientes incómoda o te mareas, algo que sucede a algunas mujeres, puedes realizar la autoexploración recostada. Coloca una almohada o una pequeña manta debajo del hombro derecho, para no estar del todo tumbada y realiza los mismos pasos que hemos descrito antes.
Si ya sabes realizar una autoexploración mamaria, tu gran pregunta será qué es lo que debe preocuparte.
Lo primero que debemos hacer es conocer nuestros pechos a la perfección. Cuando vayas a la ducha, mírate bien. De esta forma, detectarás cualquier cambio en su apariencia más fácilmente.
A mayores, la autoexploración mamaria puede ayudarnos a detectar algunas señales de alerta:
Seguro que algunas de estas señales las sufres cada mes antes o durante la menstruación. Por eso es importante realizar la autoexploración mamaria la semana posterior a que te baje la regla.
Hasta hace unos años, la autoexploración mamaria era considerada como el método más accesible y eficaz para detectar precozmente el cáncer de mama, pero recientemente se están señalando sus contras.
Según un análisis de Peter Gotzsche y Juhl Lorgensen, investigadores especializados en cáncer de mama, la autoexploración puede provocar un mayor número de sobrediagnósticos, sobretratamiento y falsos positivos.
En otras palabras, mujeres que tienen alteraciones benignas en los pechos acaban sometiéndose a pruebas invasivas al considerarse erróneamente como un tumor maligno o potencialmente peligroso.
Además, encontraron que no había menos mortalidad en las mujeres que practicaban autoexploración mamaria, pero sí más ansiedad y tratamientos médicos innecesarios.
El estudio que acabamos de ver encaja a la perfección con la situación que vive Ana, una joven de 27 años.
Cuando cumplió 21 años, se notó un bulto en el pecho y fue al médico de cabecera. “Me dijo que podía ser un tumor maligno y se me cayó el alma a los pies”, recuerda. “Hicieron una ecografía y después una biopsia, y al final era un fibroadenoma, algo súper común en chicas jóvenes y que no es maligno ni nada”. Sin embargo, las palabras de su médico de cabecera se quedaron clavadas en Ana.
“Desde que pasó eso, me he obsesionado muchísimo con el tema de los bultos. A veces me rayo porque me duele o porque me noto hinchada, o que el bulto ha crecido. Pido cita en el médico y a la semana ya no me duele”, relata. “Me han dicho que con la regla el bulto puede crecer, pero aun a sabiendas de que es normal, yo me pongo de los nervios”.
A diario, Ana se autoexamina en busca de algo diferente en sus pechos. “Cada vez que me ducho me toco y me obsesiono con que tengo bultos. Acabo con la ansiedad por las nubes y más de una vez he tenido que tumbarme porque me he mareado”, confiesa.
Su testimonio refleja a la perfección como una herramienta que es beneficiosa para nuestra salud puede convertirse en un arma de doble filo.
Teniendo en cuenta los pros y los contras, los médicos dejan claro que la autoexploración mamaria debe en primer lugar realizarse correctamente, pero también acompañarse de otras pruebas diagnósticas: