El Principado de Asturias parece ser la indómita aldea gala que se enfrenta resistente ante la pandemia de coronavirus que azota a otras regiones como Madrid o Cataluña de forma inmisericorde. Los responsables sanitarios de esta comunidad autónoma están convencidos de que aprendieron la lección de la primera ola de contagios entre marzo y mayo lo que les ha permitido ser la región con el menor tanto por ciento de casos registados (sin contar las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla).
Potencia de rastreo, capacidad de realización de pruebas PCR, rapidez en la obtención de los resultados y una población dispuesta a cumplir con las normas básicas de lucha contra la pandemia parecen estar detrás de este éxito que a pesar de todo no ha podido evitar la muerte de 347 personas hasta la fecha.
Los datos también apoyan esta realidad. Quince de los 78 municipios que existen en el Principado de Asturias no han registrado ni un solo caso de COVID-19 desde que comenzó la pandemia ocasionada por el nuevo coronavirus. Se trata de concejos pequeños, que no superan los 1.000 habitantes salvo un caso, el de Villayón.
Pero hay más. Durante 25 días del mes de julio, esta región no tuvo ningún positivo por coronavirus y junto a la vecina Cantabria logró las mejores tasas de ocupación hotelera. En una reciente encuesta de la la Fundación Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria (IMAS), los sanitarios de Asturias fueron los que mejor valoraron la gestión de la pandemia por parte de las autoridades.
Mario Margolles es uno de esos responsables sanitarios del principado de Asturias que ha colaborado en la lucha contra el coronavirus. Director del Observatorio de la Salud reconoce más allá de la suerte, toda la sociedad asturiana se ha volcado en derrotar al virus, con especial mención a los sanitarios
"Creo que todo es un conjunto de actitudes en las que todos han jugado un papel importante desde el gobierno regional, sensible a cualquier brote nuevo hasta los ciudadanos acatando las normas de seguridad y protección".
Margolles destaca la capacidad del sistema sanitario asturiano para detectar rápidamente nuevos casos y poner en marcha miles de pruebas PCR y equipos de rastreadores capaces de localizar, entrevistar y asesorar a miles de contactos. "Hemos hecho llamamiento de 3.000 o 4.000 personas que estuvieron en un bar tras detectarse un positivo y en cuatro horas ya estban localizados sus contactos y aislado el brote", afirma este responsable sanitario.
Junto a esta capacidad de realizar miles de test la región también presenta un alto grado de eficacia en la gestión de los resultados analíticos de forma que la combinación con los equipos de rastreadores ha logrado detener la expansión de los contagios.
Se trata de un ejemplo especialmente visible en las residencias de ancianos de la región. Mario Margolles cree que por encima de que la región tenga solo un 2 por ciento de seroprevalencia está el hecho de que el 98 por ciento de los residentes en estos centros ha logrado sortear al virus, algo que no ha ocurrido en otras muchas zonas del país.
Margolles insiste en la disciplina de los asturianos para lograr estos buenos datos. "Es duro pedirle a un ciudadano que se aisle de forma voluntaria, apunta, porque no lo hace para protegerse a sí mismo sino que es para proteger a los demás".
"Y lo que hemos observado es que la mayor parte de la gente hace bien los confinamientos, aunque es verdad que siempre hay casos concretos de malas prácticas", concluye.
Las reuniones de grupos familiares y los desplazamientos turísticos han sido el talón de aquiles de la región. "Hemos detectado brotes que casi han alcanzado el nivel de comunitario al juntarse varias generaciones familiares, algunas procedentes de otras comunidades, que se han convertido estos focos en explosivos".
Margolles está convencido de que solo una vacuna permitirá superar esta crisis sanitaria porque la seroprevalencia en el Principado de Asturias está aún muy lejos de alcanzar la inmunidad de grupo. Una inmunidad que supone la muerte de muchos ciudadanos. Por eso se muestra partidario de ganar tiempo para llegar al momento de la vacunación con el menor daño posible a la sociedad asturiana.