Un examen importante, una entrevista de trabajo… casi todos hemos sentido alguna vez los síntomas de la ansiedad mucho antes de la fecha en la que se produce el evento que nos estresa. Es normal que esto nos ocurra en cierta medida, pero en determinadas situaciones la ansiedad provocada en quien la padece puede convertirse en un verdadero problema. En estos casos hablamos de la llamada ansiedad anticipatoria, que consiste, básicamente, en la angustia provocada por el miedo una situación futura. ¿Qué es la ansiedad anticipatoria, cuáles son sus síntomas y cómo evitarla?
Se dice que el secreto de la salud de la mente reside en no lamentarse por el pasado, no preocuparse por el futuro y no anticipar los problemas, viviendo el momento presente de forma plena y consciente. Pero una cosa es el dicho y otra la realidad. Desafortunadamente, solemos enfrentarnos en nuestro día a día a situaciones estresantes que no siempre ocurren de forma espontánea, sino que suelen agendarse mucho antes de producirse. Esta circunstancia no ayuda a relajar nuestra mente, y nos lo pone un poco más difícil a la hora de alcanzar esa paz mental que tanto necesitamos.
De hecho, es tan frecuente que vivamos anclados tanto en el pasado como en el futuro que el disfrute absoluto del presente, sin nada más en mente, se ha convertido en algo casi excepcional. Cuando esa tendencia se vuelve extrema, podemos hablar de ansiedad anticipatoria, que ocurriría cuando pensar en ciertos eventos futuros nos genera los síntomas a asociados a la ansiedad tal y como ocurrirían en caso de producirse el evento real.
Además, la ansiedad anticipatoria puede presentarse también ante eventos que presumiblemente no van a ocurrir en el futuro: por ejemplo, es posible que suframos ansiedad al pensar en la posibilidad de sufrir un accidente o experimentar una muerte repentina, por mucho que esta posibilidad sea remota.
En cuanto a los síntomas asociados a la ansiedad anticipatoria, éstos pueden variar en función de cada persona y de cada situación, pero podemos encontrar reacciones como taquicardia, sensación de falta de aire o ahogo, presión en el pecho, dolor de estómago o digestiones pesadas, dolor de cabeza o dolores musculares, sensación de embotamiento, dificultad para concentrarse... En definitiva, nos encontramos con los síntomas que tradicionalmente se producen en caso de ansiedad, solo que en este caso se desencadenan exclusivamente por culpa de nuestro propio pensamiento.
Cabe recordar que es normal que experimentemos cierta ansiedad con respecto al futuro en determinadas ocasiones. El problema aparece cuando la respuesta de miedo se convierte en desmesurada, incontrolable e irracional. No es productivo ni sirve para nada preocuparnos en exceso por nada de lo que pueda sucedernos y, en caso de ansiedad, nuestro cuerpo estaría reaccionando de forma excesiva al estímulo que la provoca.
En cuanto a las formas de controlar la ansiedad anticipatoria, es importante conocer la causa que la desencadena para dar con la clave para poder solucionar este problema. Además, hay que tener en cuenta que existen dos fenómenos que suelen darse en caso de ansiedad anticipatoria: la evitación y el control. En el primer caso, se trata de intentar controlar los pensamientos buscando no pensar o distraerse, algo que no suele funcionar porque no toca el problema de raíz; en el segundo, se trata de evitar aquello que nos produce estrés, por lo que tampoco estaríamos enfrentándonos al problema.
Al contrario, el tratamiento frente a la ansiedad anticipatoria, pasa por acudir a terapia psicológica, que tratará de darte herramientas para evitar estas dos tendencias y para aprender a devolver la mente al momento presente, enfrentándote al evento que genera estos síntomas y teniendo en cuenta que la imagen mental que creamos es casi siempre mucho peor que la realidad. Por último, en cuanto a cuándo acudir a un profesional de este tipo, hazlo si notas que tu ansiedad anticipatoria comienza a interferir en tu vida diaria.