Más de ocho millones de personas en España padecen enfermedades alérgicas por pólenes, siete de los cuales son alérgicos a gramíneas, y el resto al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria. Según la Organización Mundial de la Salud, estas dolencias afectan al 33% de la población mundial (400 millones de personas), siendo la rinitis alérgica la más extendida. El uso de mascarillas homologadas, que se viene recomendando por los expertos desde hace más de tres décadas, reducen hasta un 80% estas partículas y el polvo en aire inhalado y, además de una disminución de los síntomas ligados a esta patología, producen un descenso en el consumo de medicamentos.
Estamos en temporada alta de alérgenos y este año las previsiones apuntan a una primavera moderada, aunque cada zona del país se verá más o menos afectada en función de factores climatológicos del otoño y del invierno y la incidencia de la contaminación, que este año, debido al confinamiento, se ha visto considerablemente limitada.
Tras más de seis semanas de encierro, los ciudadanos vuelven a tomar el pulso de las calles, pero los alérgicos tendrán un doble motivo para protegerse cada vez que salgan al aire libre a hacer deporte (no hay otra alternativa hasta la apertura de los gimnasios), pasear o hacer la compra. No solo tienen que tomar medidas preventivas contra el coronavirus, también deben ser prudentes ante la exposición a los alérgenos, en plena ebullición.
La comunidad científica subraya que la mejor opción para no padecer los síntomas es no exponerse al alérgeno, por lo que este año el confinamiento será el mejor aliado para esos ocho millones de españoles que padecen enfermedades provocadas por los pólenes.
Se debe evitar en la medida de lo posible estar al aire libre, sobre todo los días con mucho viento, llevar las ventanillas del coche subidas, revisar los filtros antipolen, no dejar mucho tiempo las ventanas de casa abiertas y utilizar humidificadores en los interiores.
Desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) recuerdan la importancia del uso de mascarillas, diseñadas para proteger a quienes las portan de la inhalación de humos, gases, vapores, bacterias, virus y el material particulado transportado por el aire.
Sin embargo, no vale cualquier mascarilla. Las de protección o FFP (Filtering Face Piece) son las indicadas para los alérgicos porque cubren la nariz y la boca, filtran el aire que se inhala y retienen las micro fracciones que se respiran. "Tienen una elevada capacidad de filtración y reducen hasta un 80% las partículas de pólenes y polvo en aire inhalado", señala Ángel Moral, presidente del comité de aerobiología del SEAIC.
Correcta colocación y gafas de sol
Mediante su uso, según señala el doctor, se reducen los síntomas, se produce un descenso del consumo de medicamentos de rescate y, también, se aminora la asistencia a servicios de urgencias. El médico incide en su utilización en el caso de aquellos pacientes que residen en zonas donde hay niveles muy elevados de pólenes. "En grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza y Valladolid en los meses de marzo y abril por el plátano de sombra; en Jaén de mayo a junio por el olivo, y el Cáceres y Badajoz, en esas mismas fechas por las gramíneas", subraya Moral.
No solo es importante llevar la protección adecuada, también su correcta colocación, cubriendo tanto la nariz como la boca para evitar que estas dos entradas de aire queden al descubierto. "En el caso de que llevemos una quirúrgica, se debe procurar adaptar bien el alambre flexible al contorno de la nariz", destaca Pedro Ojeda, alergólogo. Además, este especialista incide también en utilizar gafas de sol, ya que los pólenes pueden depositarse en la mucosa de los ojos.
Uso en niños mayores de cuatro años
En cuanto a los niños alérgicos, el uso de mascarillas también es recomendable a partir de los cuatro años, si se accede a espacios cerrados o donde no se garantice el distanciamiento social, tal y como señalan desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica.
"No es recomendable en el caso de los más chiquitines porque se tocan la cara y la mascarillas. Hay que enseñarles a no tocar la parte que está más expuesta a los virus y que cuando se llega a casa debe quitárselas después de haber desinfectado sus manos", señala la doctora Mercedes Escarrer, pediatra, neumóloga pediátrica y alergia infantil.
En estos casos el problema es encontrar homologadas adaptadas a su tamaño, por lo que los alergólogos pediátricos recomiendan las quirúrgicas porque les resultaran menos incómodas y opresivas. "Aunque no es lo ideal, es mejor opción que no llevar ninguna", asegura Ojeda.
Hasta ahora, ver a la gente con mascarilla provocaba en la ciudadanía cierto recelo, incluso se infrautilizaban por el temor a los comentarios, sin embargo, los expertos llevan recomendando su uso desde hace más de 30 años.