La revista Human Factors publicaba hace pocas semanas un estudio de la Universidad de Nottingham en el que se constata cómo la temperatura facial de una persona que está centrada en una tarea de trabajo se modifica, siendo más baja en la zona de la nariz. Este estudio, que ha contado con la colaboración del Instituto de Tecnología Aeroespacial y con el apoyo de Airbus y de la UE, confirma una vez más cómo ciertas situaciones a las que se ven sometidos los humanos, como la concentración, tienen su reflejo en síntomas fisiológicos cuantificables.
"La carga de trabajo produce descensos térmicos en la nariz. En realidad, toda situación que cause estrés”, señala el catedrático del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, Emilio Gómez Milán. “El descenso térmico en la nariz se asocia a una mayor activación del sistema nervioso autónomo simpático. También ocurre al mentir, sentir culpa o por ciertas sustancias u olores”, señala el experto.
En el caso del trabajo realizado por los científicos británicos, y con el que se pretende experimentar en el futuro con pilotos en pleno vuelo y otras tareas profesionales de alto riesgo, se comprobó la enorme bajada del termostato facial cuando la persona en cuestión se encontraba abstraída en una tarea. Para los responsables de este experimento, los resultados servirán para desarrollar en el futuro métodos que ayudarán a las personas en momentos de máxima exigencia.
¿Qué es la termografía?
Se trata de una técnica que permite determinar temperaturas a distancia y sin necesidad de contacto físico. Este método de estudio permite captar la radiación infrarroja del espectro electromagnético utilizando cámaras térmicas (termovisión). El análisis termográfico no solo se utiliza en la meteorología y en la medicina, también en la observación del espacio, en la maquinaria industrial, en el salvamento de accidentados, en tareas militares y de seguridad y hasta en arquitectura bioclimática, entre otras.
Nariz, delatador de emociones
Desde el plano psicológico, los experimentos realizados hasta la fecha confirman modificaciones en la temperatura de las fosas nasales en función de nuestro estado emocional. Es decir, el termómetro nasal sube con las emociones positivas y baja con las negativas, siendo mucho menor en los casos de depresión y tristeza. Cuando estamos nerviosos o nos sentimos felices, nuestras mejillas se sonrojan, y cuando mentimos o atravesamos un momento de mucha ansiedad la vasoconstricción de los capilares nasales hacen que nuestra nariz se enfríe.
Los olores, cuestión subjetiva
En cuanto a los olores es muy subjetivo, ya que lo que para una persona resulta desagradable a otra le puede manifestarse como reconfortante. Sin embargo, las fragancias atrayentes aumentan la temperatura y las menos agradables suelen cerrar la nariz, una vez más por el efecto de la vasoconstricción.
Otros motivos de enfriamiento nasal
“Tener la nariz fría (especialmente) puede ser un síntoma de enfermedad, que por si sólo no conduce a ningún diagnóstico específico, pues sus causas pueden ser múltiples, tanto físicas como psicológicas”, señala el profesor en su estudio Termografía Psicosomática, publicado en noviembre de 2017. “Entre las causas físicas, se producen cambios en la temperatura de la nariz al fumar (baja), al beber alcohol (sube), al aumentar la edad (baja), el peso, hay diferencias de género (siendo más fría en mujeres) y efectos hormonales (afectada por nivel de estrógenos, cambia con la menopausia), por las alergias, por la convección del aire en cavidad nasal, por la conducción de aire frío…”, añade.
A más frío menor reacción inmune
Asimismo, Gómez Milán recuerda que es normal que la temperatura nasal sea mayor en verano que en invierno porque nuestro termostato (hipotálamo) regula constantemente la temperatura corporal para estar en buen estado. No obstante, muchas enfermedades interrumpen el buen funcionamiento de este regulador, como la esclerosis múltiple, la enfermedad de Raynaud, el Parkinson, el hipotiroidismo… Los médicos nos recuerdan que cuanto más baja sea la temperatura de la zona nasal peor será nuestra respuesta inmune, lo que aumentará las probabilidades de sufrir un resfriado o una sinusitis, dos de las dolencias más habituales en la primavera.