Uno de cada cuatro adultos en el mundo tiene una afección hepática, un factor de riesgo de enfermedad cardíaca. Así lo apuntan las estimaciones de la nueva declaración científica de la Asociación Americana del Corazón, publicada este viernes en la revista 'Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology'.
La afección hepática es una acumulación anormal de grasa en el hígado, denominada enfermedad del hígado graso no alcohólico, y puede provocar un daño hepático permanente. Según recoge 'La Razón', esta enfermedad cardíaca es la principal causa de muerte de personas con hígado graso.
Profesionales en Gastroenterología ya publicaron declaraciones sobre la afección, no obstante, se centraban en la toxicidad hepática -cicatrices, cirrosis y cáncer de hígado- en lugar de el riesgo de enfermedad cardíaca.
Los expertos destacan que la enfermedad de hígado graso no alcohólico puede pasar por alto, por lo que pretenden aumentar con su declaración la conciencia y la comprensión sobre su vínculo con la enfermedad cardíaca. Asimismo, intentan describir cómo prevenir y diagnosticar el trastorno hepático.
Paul Barton Duell, profesor de Medicina de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, en Portland, destacó: "Es una afección común que a menudo se oculta o se pasa por alto en la atención médica de rutina. Es importante conocer la afección y tratarla a tiempo porque es un factor de riesgo de daño hepático crónico y enfermedad cardiovascular".
El doctor apunta a dos tipos de enfermedad de hígado graso no alcohólico, además de la causa subyacente del alcohol: el primer tipo, cuando solo hay grasa presente en el hígado -hígado graso no alcohólico- y el segundo tipo, cuando además de esto hay inflamación y cicatrización.
Los autores de la nueva declaración abogan por aumentar herramientas de detección y tratamiento y reclaman fomentar cambios en el estilo de vida para ayudar a prevenir y tratar el trastorno. Entre otras cosas, hacer ejercicio de forma regular y controlar afecciones -como diabetes tipo 2 o niveles de triglicéridos en sangre-.
Asimismo, se recomienda reducir la ingesta y consumo de grasas y limitar los azúcares. El consumo de alcohol, por otra parte, puede agravar el trastorno e interferir con la capacidad de curación del hígado. La pérdida de peso corporal redujo en los sujetos analizados redujo la grasa del hígado y mejoró la fibrosis.
La mayoría de personas con este trastorno no están diagnosticadas. No se tienen apenas síntomas en la etapa inicial y las personas están bien. Los análisis de sangre rutinarios pueden no mostrar anomalías o que, en caso de enzimas hepáticas elevadas, se atribuya erróneamente a un efecto secundario de alcohol o medicación.
La ausencia de niveles elevados de enzimas hepáticas no descarta que uno tenga hígado graso alcohólico ni el no alcohólico. Los expertos subrayan en su declaración que un ultrasonido, un tipo de gammagrafía que mide la elasticidad del hígado, la grasa y la rigidez del órgano, puede detectar el trastorno hepático. Pero no es habitual, por lo que lo más importante es el diagnóstico precoz.