Borja Ibáñez, el cardiólogo que se adelanta a los infartos: "Pueden frenarse antes de que sucedan"


La aterosclerosis es un proceso que empieza 30 años antes de que suceda un evento cardiovascular
Buscan a 8.000 voluntarios de 18 a 69 años en España que no hayan pasado por ningún evento cardiovascular
Las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en mujeres: seis aspectos a tener en cuenta
Tengo 25 años. Me siento bien. Estoy sana. O al menos eso creo. Sin embargo, en mi cuerpo (sin yo notarlo) podría estar gestándose una enfermedad cardiovascular que termine en un infarto. Eso me dijo Borja Ibáñez, cardiólogo e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), cuando le pregunté si a mi edad tenía sentido preocuparme por mi salud cardiovascular. La respuesta no era un titular alarmista. Era un dato. A los 25 años puede que todo empiece y no te enteres: la grasa puede acumularse de manera silenciosa en las arterias y, si nadie lo remedia, ese proceso puede terminar en un infarto, un ictus o una muerte súbita dentro de unos 30 años. ¿Y si ya estaba ocurriendo dentro de mí?
Por eso acepté participar en el estudio REACT (Early Cure of Atherosclerosis). Una iniciativa internacional, liderada en España por el CNIC y Borja Ibáñez, que quiere adelantarse a la enfermedad cardiovascular más letal: la aterosclerosis (acumulación de grasa e inflamación en las paredes de las arterias de todo el cuerpo). La meta es clara, aunque parezca ciencia ficción: detectar la enfermedad cuando aún no ha dado la cara y frenarla antes de que sea irreversible.
MÁS
Experiencia personal en el ensayo
Había quedado en el CNIC, en la calle Melchor Fernández Almagro, un jueves a las 13:30. Aunque salí con tiempo, acabé perdiéndome en el campus del Instituto de Salud Carlos III, donde se investigan algunas de las enfermedades que hoy amenazan la vida de nuestros abuelos, de nuestros padres… y, quizás, algún día, la nuestra. Cuando por fin encontré el edificio, sentí que estaba entrando en un lugar importante. Un privilegio.
Llegué con bastantes horas de ayuno y con una pregunta dándome vueltas en la cabeza: ¿descubriría que en mis arterias ya se esconden placas de grasa?
En la recepción, una secretaria me entregó una tarjeta con un código QR para poder acceder. Y nada más cruzar la puerta, una enfermera me llamó por mi nombre. Me condujo a una primera sala, donde firmé el consentimiento para participar en el estudio y someterme a una batería de pruebas. La enfermera, Patricia, me entregó entonces otra tarjeta, también con un QR. "Aquí es donde aparecerán tus resultados cuando estén listos", me explicó.
Pasé a un vestuario pequeño para quitarme la mayoría de mi ropa y ponerme una bata azul, de las que se abrochan por delante. Mientras me acomodaba, pensé en todas las veces que había leído o escrito sobre los factores de riesgo: colesterol, hipertensión, diabetes, tabaquismo, sedentarismo... pero una cosa es contarlo y otra verte ahí, dispuesta a que unas pruebas confirmen si tienes aterosclerosis.
Batería de pruebas para anticiparse a un final fatal
El primer paso fue pesarme y medirme. Subí a la báscula y la enfermera me preguntó:
—¿Quieres saberlo?
Cerré los ojos y respondí que sí.
Después entregué la muestra de orina que había recogido en casa por la mañana y me preparé para la extracción de sangre. Patricia me ajustó la goma en el brazo, buscó la vena y pinchó con suavidad. Los tubos se fueron llenando uno tras otro y luego los dejó en una bandeja identificada con mi código. Como había consentido donar mis muestras biológicas a la colección del estudio, en lugar de los 18 ml habituales, me extrajeron 63 ml. Mientras me explicaba cada paso, algo que me transmitía tranquilidad, fue colocando los electrodos por mi pecho y extremidades para hacerme un electrocardiograma. Al mismo tiempo, midió mi tensión arterial.
"Esta parte ha terminado", me anunció Patricia mientras me llevaba a una nueva sala y me agradecía haber participado en el estudio. Allí, conocí a María, una técnico. "Ahora vamos a hacerte una ecografía 3D de arterias periféricas", me dijo. Me tumbé en la camilla boca arriba y, tras aplicarme el gel frío en el cuello, comenzó a deslizar el ecógrafo con movimientos precisos. En la pantalla, en blanco y negro, aparecieron mis arterias carótidas y María fue explicándome lo que íbamos viendo con paciencia. Después de tomar las imágenes necesarias, me indicó que era el turno de las arterias femorales, las que irrigan las piernas. Cambió de posición el ecógrafo y repitió el proceso con la misma calma y detalle.
Buscan reclutar a 8.000 voluntarios, hombres y mujeres de 18 a 69 años, en España, que no hayan pasado por ningún evento cardiovascular
Luego, me llevaron al TAC coronario, la prueba que más me impresionaba. Era el momento de saber si tenía calcio en las arterias. "Aquí te vamos a pedir que respires hondo y te quedes quieta unos segundos", me explicó mientras me ayudaba a tumbarme en la camilla del escáner con los brazos hacia arriba y me colocaban unos electrodos de nuevo. La máquina empezó a moverse y una voz robótica me indicó cuándo coger aire y cuándo soltarlo. Me sentí como si estuviera en pausa, esperando que alguien me dijera si tenía algo dentro que no debería estar ahí. El sonido del escáner, constante, acompañaba mis pensamientos. Pero duró menos de lo que esperaba.
Por último, fui a la cuarta sala, donde una oftalmóloga me esperaba para realizarme un examen ocular que costaba de cinco pasos, con la finalidad de valorar la vasculatura de la retina.
Salí del CNIC después de dos horas de pruebas. En una mano llevaba una barrita de cereales y una botella de agua. En la otra, la tarjeta con el QR que en un tiempo me daría acceso a los resultados. Había algo inquietante en saber que, en cuanto escaneara aquel código, podría enfrentarme a una verdad incómoda pero muy útil. ¿Estaría en riesgo? ¿Me recomendarían cambiar hábitos? ¿Necesitaría empezar ya con un tratamiento? Pensé en cuántas personas no llegan a tiempo a hacerse estas pruebas, y en lo fácil que es pensar que no te va a pasar nada… hasta que pasa.
El estudio que busca solventar el fracaso actual en la prevención de enfermedades cardiovasculares
Horas después, cuando hablé con el doctor Borja Ibáñez, entendí aún mejor la magnitud de lo que había vivido. Me explicó que, aunque no lo notemos, muchos jóvenes ya estamos en el punto de partida de una enfermedad cardiovascular. Un proceso silencioso y lento que, si no se detecta y trata a tiempo, puede desembocar décadas después en infartos, muertes súbitas, ictus o demencia.
En la actualidad, una de cada tres personas muere por una enfermedad cardiovascular en España. De hecho, es la principal causa de muerte, tanto a nivel mundial, como en nuestro país. Borja lo ve cada día en su consulta como cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, donde trata a pacientes con infarto o angina de pecho y realiza cateterismos. "Darme cuenta de que llegamos tan tarde me hizo querer dedicarme también a la investigación", confiesa.

"En las dos últimas décadas, la medicina ha avanzado enormemente en el tratamiento de estas enfermedades: mejores fármacos, intervenciones más seguras, desfibriladores, marcapasos… Sin embargo, el número de personas que desarrollan una enfermedad cardiovascular sigue aumentando", explica Borja. A lo que añade: "Estamos haciendo muy bien la parte del tratamiento cuando la clínica aparece, pero fracasamos estrepitosamente en la prevención. Aunque la medicina haya evolucionado, seguimos poniendo parches. Cuando el paciente entra por la puerta, ya es crónico".
Y eso es justo lo que quieren evitar con REACT: llegar tarde. Pretenden actuar antes, en la prevención, y darnos una segunda oportunidad antes de que la primera se nos escape sin avisar. "Una de las limitaciones más importantes que con este estudio queremos abordar es que, en la actualidad, la gran mayoría de los estudios de prevención primaria empiezan a centrarse en personas a partir de los 50 años. Sin embargo, la aterosclerosis es un proceso que empieza 30 años antes de los 50 años, es decir, en muchos sujetos puede a desarrollarla a partir de los 20 años de edad".
La aterosclerosis es la base común del 80% de las enfermedades cardiovasculares. Y no da síntomas. Puede avanzar durante décadas de forma silenciosa hasta que, sin previo aviso, una placa de colesterol e inflamación desencadena un trombo que bloquea la circulación. La buena noticia es que, en las fases iniciales, la aterosclerosis se puede revertir. "Creemos que estos 30 años previos son una ventana de oportunidad enorme para evitar que la enfermedad llegue a manifestarse", subraya Ibáñez.
¿Quieres participar?
El estudio REACT combina técnicas de imagen avanzadas, que hasta ahora solo se usaban en pacientes de alto riesgo, y las aplica en personas sanas. Buscan detectar los primeros signos de aterosclerosis antes de que aparezca el primer síntoma. A esto se suma el desarrollo de una tecnología basada en inteligencia artificial que calcula en tiempo real y de forma automática la existencia y extensión de placas en las arterias. Esto ayuda a los profesionales a predecir el riesgo y decidir si es momento de actuar.
Estamos haciendo muy bien la parte del tratamiento cuando la clínica aparece, pero fracasamos estrepitosamente en la prevención. Aunque la medicina haya evolucionado, seguimos poniendo parches. Cuando el paciente entra por la puerta, ya es crónico
Buscan reclutar a 16.000 voluntarios, hombres y mujeres de 18 a 69 años, que vivan en España o Dinamarca (los dos países donde se desarrolla el estudio), que no hayan pasado por ningún evento cardiovascular y quieran someterse a las pruebas para saber si sus arterias ya muestran signos de acumulación de grasa. La inscripción puede realizarse en la página web del estudio. "Llevamos buen ritmo. Solo en España, en dos meses, ya hemos incluido a 1.100 personas. Esperamos completar la inclusión de participantes en verano del año que viene", afirma Ibáñez.
Actualmente, el estudio se encuentra en su primera fase (2024-2026). En ella se centran sobre todo en los jóvenes, para trabajar en prevención. Pero también incluyen a personas mayores, con quienes quieren estudiar qué factores protectores pueden tener, aunque presenten factores de riesgo como colesterol alto, hipertensión, obesidad, sedentarismo o tabaquismo, y aun así no desarrollen la enfermedad.
En la fase dos (2027-2032), además de identificar a las personas con aterosclerosis, realizarán un ensayo clínico de intervención. "A quienes tengan placas, independientemente de su edad, les propondremos intervenir en sus factores de riesgo. Puede ser desde un cambio de hábitos de vida hasta un tratamiento farmacológico", explica.
Los jóvenes: un perfil clave
Ibáñez insiste en que es fundamental llegar a los jóvenes. Porque además de ser el perfil en el que todavía es posible revertir la aterosclerosis, en las últimas dos décadas los infartos en personas jóvenes se han incrementado. Entre los factores: el abandono de la dieta mediterránea, el aumento del consumo de comida ultraprocesada, el sedentarismo y el repunte del tabaco en edades tempranas.
"Pensamos que esta es una herramienta que debe implantarse en la sanidad pública. Pero además, hay que trabajar en otros entornos donde se encuentra la gente joven: universidades, empresas, farmacias, gimnasios…", propone Ibáñez. "Queremos llegar a ellos porque es un perfil que se siente bien, no acude al centro de salud y, sin embargo, son en los que más podemos evitar problemas a largo plazo".
Cuidar el corazón no empieza cuando algo va mal, sino mucho antes. Puede que hace años ya haya comenzado una historia en nuestras arterias. Pero si la conocemos a tiempo, todavía podemos cambiar el final.
Yo ya lo hice.
Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.