La esketamina, un nuevo fármaco intranasal, podría ser clave en el tratamiento de pacientes con depresión resistente al tratamiento (TRD, por sus siglas en inglés), según revela un estudio que ha analizado su efectividad y los posibles cambios en los niveles de neurofilamentos, un marcador de daño nervioso, así como en el volumen de distintas áreas cerebrales. Cabe destacar que la depresión afecta en nuestro país a más de dos millones de personas.
La investigación ha sido presentada en el Congreso Nacional de Psiquiatría, que se ha celebrado en Donostia-San Sebastián, por Ana Rodríguez Lorente, investigadora principal del estudio, quién destaca que "estos hallazgos son prometedores, pero necesitamos más datos para confirmar los efectos a largo plazo de la esketamina".
Los primeros resultados de nueve pacientes sugieren alteraciones tanto en los neurofilamentos como en el volumen cerebral antes de empezar el tratamiento, lo que podría servir como biomarcador para predecir la evolución de la enfermedad, ante la cual casi el 40% de los españoles no sabe cómo pedir ayuda.
La esketamina es un enantiómero de la ketamina, aprobado por la Agencia Americana del Medicamento (FDA), para el tratamiento de trastorno de depresión resistente en combinación con otros antidepresivos.
El estudio ha sido realizado por Ana Rodríguez Lorente, residente de psiquiatría, María Pilar Campos Navarro adjunta de psiquiatría y Juan Antonio García-Carmona, adjunto de neurología en el Hospital Santa Lucía en Cartagena, Murcia.
En este contexto, la especialista ha señalado que la depresión resistente al tratamiento, conocida como TRD, es un tipo de depresión en el que los pacientes no mejoran con los tratamientos habituales. Las investigaciones han indicado que este tipo de depresión está relacionado con daño en las conexiones nerviosas del cerebro y cambios en el tamaño de ciertas áreas cerebrales. Sin embargo, hasta ahora no se habían realizado estudios sobre cómo afectan nuevas terapias, como la esketamina, a la inflamación o a la pérdida de tejido cerebral.
Este estudio pionero tuvo como objetivo evaluar cómo funcionaba la esketamina en pacientes con TRD y analizar si provocaba cambios en los niveles de neurofilamentos (una sustancia que indica daño en los nervios) y en el volumen de áreas cerebrales clave, como el hipocampo, regiones corticales y subcorticales, y las principales vías nerviosas.
Los pacientes del estudio fueron evaluados regularmente, al comienzo del ensayo y, luego, una vez transcurridos uno, tres y seis meses. Para conocer su evolución, se utilizaron distintos cuestionarios que midieron la gravedad de su estado de salud, su calidad de vida, el nivel de depresión, la discapacidad que percibían, su satisfacción con el tratamiento, el riesgo de suicidio y el nivel de agotamiento del cuidador.
Además de estas pruebas clínicas, se realizaron resonancias magnéticas cerebrales avanzadas para medir el volumen de diferentes zonas del cerebro y evaluar las conexiones nerviosas. Se utilizó el software 'Vol2Brain' e 'ImageJ' para comparar los cambios en el volumen cerebral antes y, después de seis meses de tratamiento, con esketamina. También se analizaron muestras de sangre para medir los niveles de neurofilamentos, lo que permitió detectar posibles daños en los nervios.
En su fase inicial, el estudio presentó los resultados de los primeros nueve pacientes evaluados antes de empezar con esketamina. Estos resultados sugirieron que tanto los niveles de neurofilamentos como el volumen cerebral estaban afectados en pacientes con TRD, lo que "podría ser útil para predecir la evolución de la enfermedad y mejorar el diagnóstico", ha señalado Rodríguez Lorente.
Aunque los autores destacan que estos datos son importantes, "se necesita más investigación para confirmar cómo la esketamina puede afectar a estos indicadores a largo plazo", ha finalizado la investigadora.
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