Hoy, 7 de octubre, se conmemora el Día Internacional de la Neuralgia del Trigémino, un tipo de dolor crónico e intenso que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) afecta en España a más de 35.000 personas.
“La neuralgia del trigémino, como su propio nombre indica, es un tipo de dolor que se origina a lo largo del recorrido del nervio trigémino, un nervio que controla, principalmente, la musculatura de la masticación y la sensibilidad facial, y que se extiende a lo largo de la zona frontal y ocular, la mejilla y la mandíbula”, explica Pablo Irimia, Coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología.
“Provoca un dolor súbito y muy intenso, similar a una descarga eléctrica, que los pacientes suelen experimentar de forma intermitente, y que generalmente se inicia ante cualquier estímulo táctil o térmico en el rostro. Es, por lo tanto, muy habitual que se desencadene al realizar actividades tan ordinarias como masticar, hablar, sonreír, bostezar, lavarse la cara, los dientes, afeitarse...”, indica.
Afecta con mayor frecuencia a la zona del pómulo y de la mandíbula (en el 90%-95% de los casos, solo alrededor del 5% de los pacientes llegan a experimentar dolor en la zona ocular) y, por lo general, suele afectar un único lado de la cara, siendo bilateral en solo 1-6% de los casos.
Aunque puede iniciarse a cualquier edad y tanto hombres como mujeres pueden padecerla, es más común que afecte a mujeres (en una proporción de 1,5 a 1) mayores de 50 años. En ambos sexos, la incidencia aumenta con la edad, especialmente a partir de la sexta década de la vida y se estima que, al menos, un 0,3% de la población española llegará a desarrollar este trastorno a lo largo de su vida.
Es el tipo de dolor facial más frecuente y, sin embargo, en la primera consulta, más del 40% de los pacientes obtienen un diagnóstico erróneo, lo que hace que el diagnóstico de esta enfermedad se suela retrasar al menos un año.
Cada año se diagnostican en España unos 2.000 nuevos casos. En el 90-95% de los pacientes, este tipo de neuralgia se produce por el contacto anómalo de algún vaso sanguíneo con el nervio trigémino: es lo que se denomina una forma primaria y en la mayoría de los pacientes el vaso responsable de esta anomalía es la arteria cerebelosa superior. Aunque de forma muy infrecuente, la neuralgia del trigémino puede ser secundaria a otras enfermedades, como lesiones que afectan al trigémino o la esclerosis múltiple. Los casos familiares son raros, pero pueden estar presentes entre el 1-2% de los pacientes.
“Pero independientemente de si se trata de una neuralgia del trigémino primaria o secundaria, teniendo en cuenta la elevada intensidad de los ataques de dolor, que pueden presentarse varias veces al día durante semanas y meses, todos los pacientes asocian a una disminución importante de su calidad de vida.”, señala Pablo Irimia.
Los últimos estudios realizados al respecto apuntan que la neuralgia del trigémino supone un importante impacto sobre la capacidad laboral en un 34% de los pacientes y que más del 50% de los pacientes tienen limitaciones laborales. Además, la incidencia de la depresión y la ansiedad en pacientes con neuralgia del trigémino es casi tres veces mayor que en la población general y se relaciona con la intensidad del dolor y la duración de la enfermedad.
Otras manifestaciones que pueden acompañar a la enfermedad son un bajo rendimiento en las actividades de la vida diaria, aislamiento social, alteración del sueño, fatiga o problemas alimentarios. Por todo esto, es importante considerar una aproximación terapéutica multidisciplinar junto a profesionales de salud mental a la hora de abordar a estos pacientes.
“En todo caso, el tratamiento inicial de la neuralgia del trigémino es el farmacológico. Con los fármacos actuales se estima que cerca del 80-85% de los pacientes quedan libres de dolor a largo plazo, sin embargo no siempre funcionan para todos los pacientes. Estimamos que alrededor de un 20% de estas personas no responden al tratamiento médico o pueden desarrollar efectos adversos a los fármacos y son candidatos a tratamiento quirúrgico. El momento adecuado para una intervención no está establecido, pero, teniendo en cuenta la intensidad del dolor, es razonable no demorarla en exceso si la persona no responde o no tolera el tratamiento médico.”, explica Irimia.
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