Alertan del uso inadecuado de un tipo de calzado para ir al colegio: "Puede producir deformaciones"
¿Sabías que hay un tipo de calzado que es tan frecuente como desaconsejable a la hora de que lo lleven tus hijos al colegio?
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Con motivo del regreso de los menores a las aulas, el Ilustre Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía (COPOAN) advierte que el 60% de escolares emplea un calzado inadecuado para ir al colegio. Así lo demuestra un estudio realizado de la Universidad de Sevilla con una muestra de 505 estudiantes de entre 3 y 12 años, donde se revela que tan solo un 7,5% de menores utilizan la talla correcta. Y es que debido a la mala elección de zapatos, se pueden producir patologías como tendinitis, ampollas, hematomas subungueales y el agravamiento de otras lesiones previas, que pueden cronificarse y perdurar hasta la edad adulta.
En este sentido, el COPOAN recomienda llevar a los niños y niñas a una revisión podológica antes de comenzar el curso, con el fin de examinar sus pies y localizar y tratar posibles problemas, como uñas incarnatas, problemas de la marcha o patologías frecuentes en los meses de verano, como las infecciones fúngicas y víricas. Asimismo, la entidad colegial aconseja acudir al podólogo para recibir recomendaciones sobre el tipo de calzado más apropiado para el pie de sus hijos e hijas.
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Para los profesionales del pie, un zapato adecuado para uso escolar posee suela elástica y ancha, con un buen soporte, pero sin cubrir los tobillos para facilitar la movilidad. En cuanto al drop, es decir, la diferencia de altura entre el talón y la parte delantera del pie, los podólogos andaluces recomiendan que sea mínimo o inexistente para respetar más la anatomía del pie, especialmente, en menores que comiencen a caminar, y sin refuerzos. De igual forma, indican que no se deben usar las chanclas en el día a día ni utilizar zapatos con elementos plantares como arcos o barras.
No se recomienda utilizar calzado de un número superior, dado que no aporta el soporte adecuado, puede fomentar las malas posturas y, además, aumenta el riesgo de caídas o desajustes de la marcha al caminar
También se desaconseja el uso de zapatos heredados, de charol o puntera de goma, así como aquellos que estén elaborados con otros materiales rígidos que puedan comprimir el pie del menor. “Tampoco se recomienda utilizar calzado de un número superior, dado que no aporta el soporte adecuado, puede fomentar las malas posturas y, además, aumenta el riesgo de caídas o desajustes de la marcha al caminar”, explica Rosario Correa, presidenta del COPOAN.
Los calcetines también son un factor a tener en cuenta dado que, si están elaborados con otras fibras que no sean vegetales, poseen costuras y no son técnicos o de uso intenso -es decir, especiales para deportistas-, pueden producir eccemas (dermatitis) y ampollas a causa de la fricción.
El pie infantil
En la ‘Guía del Pie en la Infancia’ del COPOAN, se explica que, al igual que ocurre con otras especialidades médicas, la detección precoz permite tratar las patologías a tiempo, de modo que puedan evitarse “compensaciones biomecánicas” en otras estructuras del cuerpo del menor, como las rodillas o la espalda, que más adelante puedan cronificarse.
Rosario Correa insiste en que “la elección de un buen calzado en la infancia es como una correcta graduación de las gafas, dado que unos zapatos y calcetines adecuados pueden evitar problemas y lesiones dolorosas y, sobre todo, prevenir deformaciones en la edad adulta, además de ayudar a lo menores en su crecimiento y desarrollo”.
Otro aspecto positivo de elegir un calzado adecuado al pie y a la actividad del menor, según un estudio de la revista científica J Foot Ankle Res., es el incremento del rendimiento deportivo: la velocidad, la flexibilidad y la fuerza muscular. Asimismo, se reduce el número de pisadas por minuto y el impacto que se sufre al realizar ciertas actividades físicas, como correr.
Evitar lesiones durante la vuelta al cole
Esta guía impulsada por Podólogos de Andalucía también sugiere a las familias un cambio de calzado progresivo y menciona líneas rojas a tener en cuenta, por ejemplo, si aparecen alteraciones o lesiones dérmicas, o si se producen caídas frecuentes, torpeza, cansancio o dolor al caminar. “Estas son algunas de las instancias en las que se requiere asistencia podológica, pero recomendamos acudir al podólogo siempre que aparezcan anomalías e incluso un desgaste anormal del calzado, como cuando el dedo gordo erosiona la punta del zapato. Parece que no tiene importancia, pero este tipo de cuestiones pueden influir en la forma de andar o de realizar actividad física”, explica Rosario Correa.
Además, con la vuelta al cole, los podólogos andaluces recomiendan aprovechar el cambio de curso y calzado para revisar los soportes plantares de los niños y niñas. De este modo, el podólogo puede comprobar que éstos siguen siendo del tamaño adecuado y mantener las correcciones necesarias.
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