Los beneficios del ejercicio físico se transmiten de padres a hijos y llegan a los nietos
Los efectos negativos de un estilo de vida sedentario también influyen en la descendencia a través de los mismos mecanismos, según el estudio
La investigación realizada por científicos españoles ha sido probada en ratones
Según la OMS, el 25% de la población española no hace ningún tipo de actividad física
Hacer ejercicio es bueno para uno, pero también para nuestra descendencia. Un equipo de investigadores del CSIC ha demostrado que los beneficios de la actividad física que realiza una persona redundan en los hijos y se transmiten como herencia hasta los nietos.
El estudio realizado por investigadores del Instituto Cajal ha revelado que los efectos negativos de un estilo de vida sedentario también repercuten sobre la descendencia a través de los mismos mecanismos.
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Los resultados del trabajo, publicado en el Journal of Neuroscience de la Sociedad Americana de Neurociencia, ha sido probado en experimentos realizados en ratones.
Los ratones, sometidos a un entrenamiento con ejercicio moderado han mostrado los beneficios de esta actividad física con un efecto más duradero de lo que se pensaba, beneficiando hasta la segunda generación; los investigadores españoles, liderados por José Luis Trejo, jefe del grupo "Estilo de Vida y cognición", lo achacan a la mediación de un pequeño grupo de "micro RNAs" que actúan transmitiéndose de padres a hijos a lo largo de las generaciones.
Qué son los micro ARNs, involucradas en la herencia genética a las siguientes generaciones
Esos "micro ARNs" (miRNAS) son ARN (ácido ribonucleico) de pequeño tamaño que están involucrados en procesos fisiológicos que gobiernan la función cerebral normal y que son capaces de controlar la expresión génica, y constituyen un mecanismo epigenético de herencia que se transfieren a las siguientes generaciones a través de las células sexuales, ha explicado el Instituto Cajal en una nota de prensa difundida este viernes.
La herencia epigenética consiste en cambios en la función de los genes, inducidos por diversos mecanismos; esos cambios activan o inactivan genes sin modificar la secuencia del ADN, en respuesta a factores ambientales, como la alimentación o el ejercicio.
Ya se sabía que los "micro RNAs", que se descubrieron en 1993, están involucrados en procesos fisiológicos que gobiernan la función cerebral normal y los perfiles de "micro ARNs" desregulados se asocian con el desarrollo y la progresión de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
Aunque no han estudiado este mecanismo en ratones hembra por la mayor dificultad para distinguir los efectos epigéneticos del ejercicio, los investigadores sí creen que un mecanismo similar funcionaría en las madres que hacen ejercicio, en las que los "micro RNAs" pasarían a sus óvulos.
Este hallazgo es relevante por la actual falta de pruebas que respalden la transmisión transgeneracional de los resultados positivos derivados de las intervenciones sobre el estilo de vida dirigidas al cerebro y la cognición, ha destacado el Instituto Cajal.
“Abordar esta cuestión es crucial, ya que podría proporcionar información valiosa para diseñar políticas de salud pública más impactantes ante el preocupante incremento del sedentarismo”, ha explicado José Luis TrejoTrejo.
Los investigadores encontraron también que no todos los efectos beneficiosos heredados por los hijos de los ratones físicamente activos se mantenían en los nietos, si sus padres eran sedentarios, lo que apunta a un desvanecimiento parcial de la influencia beneficiosa del ejercicio heredado de los abuelos cuando las siguientes generaciones abandonan la práctica de actividad física.
Los resultados de este trabajo, cuyas primeras autoras son Elisa Cintado y Patricia Tezanos, también podrían interpretarse como una prueba de que el efecto adverso del estilo de vida sedentario para la salud corporal y cerebral puede transmitirse a las siguientes generaciones.
Los investigadores han destacado que los hallazgos conseguidos en este trabajo pueden ser valiosos para respaldar políticas sanitarias basadas en la evidencia en contextos como el desarrollo, las enfermedades y el envejecimiento.
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