Hay personas que, en su adultez, se enfrentan a la alergia. Nunca antes habían sentido sus síntomas, pero ahora ha llegado a su vida sin saber por qué. Estornudos, picor de ojos, moqueo... "¿Será que me he vuelto alérgico a estas alturas?". De la mano de David Baquero, alergólogo y miembro de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), vamos a intentar descifrar este enigma.
La alergia es una reacción exagerada y anómala a algo que deberíamos tolerar: alimentos, pólenes, picaduras de insectos, medicamentos, etc. “Nuestro sistema inmunitario está capacitado para reconocer y diferenciar entre algo malo o algo bueno. Pero puede llegar un momento, por ciertos determinantes, que éste cambie la respuesta y deje de tolerarlo", expresa Baquero. A partir de aquí, cada vez que el alérgeno entre en contacto con nosotros se va a desencadenar un proceso inflamatorio, produciendo los síntomas que nunca antes habíamos sentido.
"Por esto, la alergia es una enfermedad”, explica el alergólogo. Ésta, como muchas otras patologías, puede manifestarse tanto en la edad infantil, como en la adulta, "incluso hasta en los 70”, añade. La más prevalente en la edad adulta es la respiratoria.
Para que el sistema inmunitario deje de tolerar un alérgeno tiene que producirse la una mezcla de determinantes: 1) predisposición genética, 2) características propias del huésped y 3) cambios ambientales. “No podemos predecir si un paciente va a ser alérgico o no, pero una exposición prolongada a un alérgeno puede convertirse en un factor de riesgo para desarrollar cualquier alergia”, comenta.
Teniendo en cuenta los determinantes, algunas situaciones que pueden desencadenar su aparición son:
Si es un alérgeno ambiental, cada vez que nos expongamos a él se va a producir congestión nasal, estornudos, picor y enrojecimiento de los ojos, o aumento de la mucosidad nasal”, comenta el alergólogo.
En el caso de que sea un alérgeno alimentario, “cada vez que lo ingiera y se absorba a nivel intestinal, llegará al torrente sanguíneo, el sistema inmunitario detecta la proteína que ya no tolera y desencadena una reacción”. Se pueden producir ronchas (habones), dificultad respiratoria, incluso, pérdida de conocimiento.
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