Inma Escriche ha "perdido ya la cuenta" de todas las veces que ha estado a punto de morir desde que le diagnosticaron cáncer de pulmón. En ese momento, los médicos no le dieron opción a tratamiento y le pronosticaron, a lo sumo, cuatro meses de vida. Han pasado 8 años y esta 'paciente epopeya', frontalmente en contra de la creencia de que el estado de ánimo es la clave de su supervivencia, sigue muy viva. Y todo gracias a lo que el ratio de los enfermos de cáncer al completo considera como la verdadera clave de su lucha: la investigación. Y la inestimable ayuda de un oncólogo que no la va a "abandonar nunca".
Cuando, inicialmente, no existía para ella una medicación precisa, Inma entró en un ensayo clínico de lo que hoy se sabe que es un tratamiento seguro y efectivo: la inmunoterapia. Dicha medicación le dio cuatro años con "calidad de vida", hasta que dejó funcionar. Su cáncer creció y apareció la metástasis, por lo que fue sometida a un tratamiento mucho más agresivo que, desafortunadamente, le dio alergia y le produjo un shock anafiláctico que casi le provoca la muerte: "Dejé de oír y de sentir. Cerré los ojos y pensé que todo se había acabado. Pero los médicos me estabilizaron y descubrieron lo que me había pasado", cuenta ella misma a Informativos Telecinco, en la que recuerda como la primera vez que estuvo al filo del fin.
El tratamiento funcionó durante un tiempo y, después, "volvió a empeorar", por lo que la Fundación Jiménez Díaz, absolutamente comprometida con su caso, le propuso un "último intento": tratar su enfermedad con DOCETAXEL, un potente fármaco que viene a ser como el Oppenheimer de la quimioterapia. Una "bomba atómica" de la que "pocos aguantan más de dos sesiones" y que ella consiguió completar. De nuevo, el cáncer frenó. Y, de nuevo, se volvió a desarrollar. Pero, esta vez, el carcinoma peritoneal "era tan grande" que se pudo biopsiar. Y, mientras llegaban los resultados, su oncólogo, a la desesperada, le inyectó una quimioterapia combinada sin saber muy bien cómo le iba a afectar.
Pronto lo supieron: mal. Pero el débil estado en el que Inma se encontró durante las últimas Navidades mereció la pena. Cuando ni su hija confiaba en que fuera a pasar este 2024 con ella, Escriche recibió una llamada del doctor Dómine en la que, por fin, le daba buenas noticias. "Mi cáncer había mutado. Y, para este tipo mutación, justo se acaba de encontrar un nuevo medicamento que ataca a esas células cancerígenas directamente. Es el ENTRECTINIB, un fármaco dirigido que sabemos que va a funcionar y con el que tenemos la esperanza de frenar esta cáncer de una vez y cronificarlo", ha concluido esta paciente, que se encuentra a la espera de recibir el fármaco que sería imposible de adquirir si no se hubiera investigado.