La OMS alertó el martes de que la variante JN.1 del virus de la COVID-19, descendiente de la variante Pirola, se está extendiendo rápidamente por el mundo y podría provocar un aumento de las infecciones respiratorias en el hemisferio norte durante el invierno. Sin embargo, han adelantado desde la organización que se trata, por el momento, de una variante de "bajo riesgo".
Se trata de la cepa más veloz en su propagación a nivel global. Se detectó por primera vez en septiembre y se prevé que se convierta en la variante dominante en todo el mundo. Ya lo es en Dinamarca, que vigila de cerca las variantes que circulan, y es probable que también lo sea en otras regiones, aunque no se haya confirmado.
Su rasgo más notable es su alta transmisibilidad. La JN.1 pertenece a la gran familia de variantes ómicron, que apareció a finales de 2021 y ha desbancado a las variantes previas. La familia ómicron ha ido evolucionando, siendo la variante XBB.1.5 la más frecuente desde el invierno pasado y la variante BA.2.86 la que surgió en el verano. JN.1 es una versión mejorada de BA.2.86 con una capacidad de expansión aún mayor.
La variante JN.1 tiene una sola mutación, llamada L455B, respecto a su antecesora BA.2.86. Esta mutación afecta a la proteína S del coronavirus, que usa el virus para pegarse a las células humanas y que es reconocida por los anticuerpos. Según un estudio de la Universidad de Pekín publicado en The Lancet Infectious Diseases, la mutación L455B hace que el virus escape de los anticuerpos del sistema inmunitario.
Como es una variante reciente, todavía no hay demasiada información al respecto, según informa la Asociación Médica Americana (AMA), pero en general, los síntomas parecen ser parecidos a los de otras variantes e incluyen tos, dolor de garganta, congestión nasal, cansancio, dolor de cabeza, dolores musculares y pérdida del olfato.
Curiosamente, las dosis de refuerzo que se han administrado este otoño en España ofrecen una protección alta contra la variante JN.1, aunque las vacunas se diseñaron contra la variante XBB.1.5. A pesar de las más de 40 mutaciones de JN.1 respecto a XBB.1.5, estudios de universidades de Pekín, Washington en Seattle y Columbia en Nueva York han mostrado que las vacunas actuales elevan considerablemente los niveles de anticuerpos capaces de neutralizar la variante JN.1, según el epidemiólogo Antoni Trilla del hospital Clínic de Barcelona.
Estos anticuerpos tienen una eficacia baja para impedir la entrada del virus en el organismo, pero una eficacia alta para neutralizarlo una vez que ha entrado. Por eso, son más eficaces para evitar complicaciones graves de la COVID-19 que para evitar el contagio. La Asociación Médica Americana resalta que las vacunas actuales hacen que, si se contrae la COVID-19, la infección sea leve y los síntomas duren poco.
Las variantes de la familia ómicron, incluida JN.1, se caracterizan por ser más contagiosas y menos virulentas que las variantes anteriores predominantes en las primeras olas de la pandemia. La inmunidad adquirida gracias a las vacunas y a las infecciones ha contribuido notablemente a reducir los casos graves de COVID-19. No obstante, aún se dan casos de personas vulnerables que necesitan hospitalización por la COVID-19. Por eso, se recomienda a las personas con más riesgo de complicaciones graves que reciban una dosis de refuerzo si aún no lo han hecho.
El epidemiólogo Antoni Trilla advierte que las próximas semanas podrían ser críticas, especialmente por la llegada del invierno y las celebraciones navideñas. Por eso, recomienda seguir las pautas de la OMS para prevenir la transmisión del virus: usar mascarilla, lavarse las manos, toser y estornudar en el codo, aislarse si se tienen síntomas y vacunarse cuando sea posible.
La aparición de la variante JN.1, descendiente de la variante Pirola, ha generado una gran preocupación entre la comunidad científica. Según el CDC de Estados Unidos, los casos se han multiplicado por dos en menos de dos meses en ese país, y se prevé que esta variante se extienda por todo el mundo en breve.
El director de la OMS, Tedros Adhanom, ha calificado a Pirola como una “variante de riesgo moderado” y a JN.1 como una “variante de interés”, debido a las más de 30 mutaciones que posee. Estas mutaciones podrían hacer que el virus fuera más resistente a la inmunidad generada por las vacunas y las infecciones naturales.
Sin embargo, todavía no hay pruebas concluyentes sobre el efecto de estas variantes en la población, por lo que la OMS las considera de “riesgo bajo” y sigue monitorizando su evolución.
Ante la incertidumbre, muchos ciudadanos han optado por comprar pruebas de antígenos para detectar el virus en casa. Según la consultora farmacéutica IQVIA, las ventas de estos kits han crecido un 158% desde el verano hasta octubre, cuando se dio a conocer la variante Pirola.
Pero los expertos piden tranquilidad. La doctora María del Mar Tomás, microbióloga del Hospital Universitario de A Coruña y portavoz de la SEMIC, afirma que la mayoría de los casos en España son leves, y señala que aunque ha habido un repunte de contagios, la mayoría de los infectados tienen síntomas que les permiten recuperarse en casa.
Los expertos explican que esto es normal, ya que el virus busca sobrevivir. Siguiendo lo que los científicos llaman “la estrategia del virus inteligente”, el virus tiende a reproducirse y evolucionar sin matar rápidamente a su huésped, para así poder contagiar a más personas. Cuando actúa de forma contraria (sin una intención específica), y mata con rapidez, no tiene tiempo de propagarse y acaba desapareciendo.
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