Una correcta higiene bucodental pasa por cepillarse los dientes con cierta frecuencia. Según el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial de Estados Unidos, es recomendable cepillarse los dientes “dos veces al día con una pasta de dientes con flúor”, a lo que añade: “Limpie entre los dientes con regularidad para eliminar la placa. Use seda dental o un cepillo especial o un palillo de madera o de plástico recomendado por un profesional dental. O bien, pruebe con un porta hilo dental, un enhebrador de seda dental o un irrigador dental”.
Sin embargo, esto no implica que haya que lavarse los dientes justo después de cada comida. De hecho, los especialistas no recomiendan tanta celeridad, sino que incluso apuestan por esperar al menos 20 minutos.
Cuando comemos, la acidez que provocan los alimentos permanece en la boca, lo que implica que el pH disminuya y, como consecuencia, el esmalte se vuelva más blando. Si en ese momento llevamos a cabo el cepillado podríamos contribuir a un desgaste más acusado de dicho esmalte, de manera que una acción necesaria y beneficiosa para el organismo como es el lavado de dientes, dejará de serlo.
La pregunta que surge entonces es el porqué de esos 20 minutos. Y ahí es cuando encontramos la respuesta en nuestra saliva, ya que dispone de propiedades alcalinas que son capaces de neutralizar gradualmente el pH. De este modo, el esmalte recupera su fortaleza y está preparado para ser limpiado.
En este punto también es importante centrarse en dos aspectos importantes para la salud de nuestros dientes:
Esta espera de 20 minutos forma parte de unos hábitos de cuidado bucal adecuados para mejorar la salud de los dientes a corto y largo plazo. Sobre esto también se pronuncia el ya citado instituto cuando aporta sus consejos para realizar un correcto cepillado.
Estas recomendaciones son las siguientes: usar pasta de dientes flúor pues “previene la caries al fortalecer la superficie externa dura del diente”, inclinar las cerdas del cepillo hacia la línea de las encías para limpiar entre estas y los dientes, cepillar suavemente con movimientos circulares pequeños, llegar a todos los lados de cada diente y, finalmente, cepillar también la lengua.