La madrugada del domingo 29 de octubre ha entrado el horario de invierno, o lo que es lo mismo, hemos tenido que retrasar una hora nuestros relojes. Hemos dormido una hora más. Algunos habrán estado de fiesta también una hora más y otros trabajando más de la cuenta. Un cambio horario que no a todos convence, pero que tendremos hasta marzo, así que toca adaptarse.
Nos despedimos ya del horario de verano para saludar al de invierno. Esta madrugada a las 3 de la mañana eran las 2. Un cambio bien recibido por algunos y, por los mismos motivos, pero por preferencias distintas, no tanto por otros.
De una forma u otra trae sus consecuencias. “La luz inhibe lo que es la glándula pineal en la producción de la melatonina y la melatonina es la hormona esencial para el sueño, por lo tanto, los primeros trastornos que nos vamos a encontrar pueden ser de adaptación al sueño”, explica Santiago Benjumea, profesor de Psicología.
Los días más cortos y noches más largas conllevan “un aumento en el número de diagnóstico de depresión, una pérdida de atención, un aumento de la irritabilidad, etc. la mayoría de los efectos son”.
Ahora amanece antes, que es precisamente el motivo principal del cambio de hora, aprovechar la luz del sol y consumir menos electricidad. Un nuevo horario que nos acompañará hasta el mes de marzo.