Un paciente con migraña de tipo crónico, más de 15 días al mes, desde la adolescencia, llega a perder hasta 20 años de vida. Si los ataques se producen de forma episódica, se reducen a los 10. De ahí la importancia de saber reconocer los tipos y los síntomas. Así lo ha advertido Patricia Pozo-Rosich, jefa de Neurología del hospital Vall d´Hebron. Y es que la migraña es una enfermedad “invisible” -que también la puede provocar el estrés- considerada como primera causa de discapacidad de las enfermedades neurológicas en adultos menores de 50 años, según la Sociedad Española de Neurología. La organización sostiene que el 19% de la población vive con migraña episódica y discapacidad grave.
"En pocas patologías se ha invertido tan poco y se han conseguido resultados tan excelentes", sostiene Pozo-Rosich en el primer seminario “Migraña, la vida interrumpida”. La médica reconoce que existen tratamientos para la migraña pero que el factor clave está en saber “qué tratamiento es el adecuado, para quién, dónde y cuándo” porque más de la mitad de las personas se automedican con analgésicos sin receta, lo que puede desencadenar la cronificación. Pozo-Rosich apuesta por las terapias personalizadas y por concienciar a la gente para que limite el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroides y paracetamol por sus efectos adversos digestivos.
El 80% de los casos de ictus se pueden prevenir y en el caso de las mujeres con migraña lo aconsejable es evitar factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes o los anticonceptivos de estrógenos". Esas han sido las palabras de Jesús Porta-Etessam, jefe de Neurología en el hospital Clínico San Carlos de Madrid. Las mujeres con migraña con aura, es decir, las que sufren dolores de cabeza después o al tiempo de tener trastornos sensitivos como visión borrosa, centellos, dificultades en el habla u hormigueo en las extremidades o cara tienen más probabilidades de sufrir un ictus.
Porta-Etessam ha explicado que la migraña con aura se instala progresivamente mientras que el ictus aparece de forma brusca, de forma que si una persona con migraña nota pérdida de fuerza repentina, dificultad para hablar o inestabilidad, debe activar el código ictus porque con los tratamientos actuales "el 50-60% puede volver a la normalidad".
El testimonio de Inmaculada Martín, una paciente de 54 años, ha sido otro factor clave durante el seminario. A ella le cambió la vida hace 20 años, cuando después de su segundo embarazo comenzó a tener dolores de cabeza muy fuertes que le impedían hacer vida normal. “Sentía que los ojos me salían de las órbitas y necesitaba cerrarlos permanentemente”, señala mientras recuerda cómo le afectaban los olores, las luces y el ruido. Al final, tuvo que pedir la baja laboral. Martín recibió el diagnóstico con siete años, pero su vida dio un giro hace dos, cuando llegó a las unidades de cefaleas donde el neurológico le prescribió anticuerpos monoclonales y pudo “recuperar la vida”.
En el seminario también ha participado la coordinadora del plan andaluz de cefaleas, Carmen González Oria. Este plan, aprobado en marzo de 2023, es el primero de España que dedica siete líneas estratégicas a mejorar la calidad de vida del paciente de manera global. Según García, jefa de Neurología en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, en seis meses el plan ha impulsado campañas de visibilización y cursos de formación, todo ello dirigido a la población con cefalea y migraña para reducir el retraso en el diagnóstico.