El SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) ha pasado de ser un trastorno digestivo apenas conocido, a estar en boca de todos después de que varias influencers hayan compartido en redes sociales que sufren sus síntomas.
Ante tal efecto de autodiagnóstico de SIBO, los especialistas de la Universidad Europea alertan de que la proliferación de información en Internet está llevando a muchas personas a automedicarse o a seguir una dieta con carencias nutricionales que puede provocarles trastornos a medio y largo plazo
El SIBO (Small Intestinal Bacterial Overgrowth) o sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, hace que quienes lo padecen produzcan hidrógeno en exceso en esa parte del aparato digestivo, debido a la fermentación de los carbohidratos que toman.
Los síntomas más habituales son dolor y distensión abdominal, hinchazón, diarrea o estreñimiento, continua sensación de indigestión, y pérdida del apetito.
“El SIBO es una patología causada por la presencia anómala y excesiva de microorganismos en el intestino delgado, que puede mermar la calidad de vida si se cronifica porque no se ha diagnosticado y tratado de manera adecuada” explica Andrea Calderón, profesora de Nutrición de la Universidad Europea.
“Aunque se conoce desde los años 90, ahora parece que se ha puesto de moda, lo que está llevando a muchas personas a auto diagnosticarse, con las consecuencias negativas que ello puede conllevar para su salud”.
El SIBO se suele diagnosticar a través de una prueba de aliento que mide la curva de hidrógeno y metano tras la ingesta de un compuesto rico en hidratos, y una vez detectado se trata con antibióticos -normalmente rifaximina -, y dietoterapia.
Los especialistas recomiendan evitar la comida insana, el alcohol y el tabaco, y mantener a raya al estrés, ya que a menudo actúan como desencadenantes del famoso SIBO.
Instagram, TikTok y el resto de las redes sociales, ha sido el punto de partida en el que varias influencers han difundido que padecen esta alteración del intestino, lo que les produce hinchazón abdominal, gases, diarrea, estreñimiento o pérdida del apetito porque prácticamente todo lo que comen, les sienta mal.
“Si bien la información en Internet puede ser valiosa para concienciar sobre la salud, es fundamental que las personas busquen orientación médica profesional y basada en evidencias para evitar preocupaciones innecesarias o diagnósticos erróneos”, advierte Vicente Javier Clemente, miembro del Grupo de Investigación en Psicofisiología Aplicada y del Centro de Excelencia en Salud, Deporte y Ciencias de la Vida de la Universidad Europea.
Hay que tener en cuenta, además, que existen otros trastornos digestivos que no tienen nada que ver con el SIBO. “De hecho, es muy habitual que el sobrecrecimiento bacteriano responda a una afección médica subyacente, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad celíaca u otras, y en todos esos casos se debe tratar la causa subyacente”, afirma Clemente.
“Lo más recomendado es una dieta baja en FODMAP, que prescinde de muchos cereales, frutas y verduras durante uno o dos meses. Luego se van introduciendo poco a poco esos alimentos, y suele funcionar muy bien, siempre y cuando haya un profesional de la salud detrás, ya que es una dieta muy restrictiva y con carencias nutricionales a largo plazo”, advierte la profesora Calderón.
Se estima que el SIBO afecta aproximadamente al 6-15 por ciento de la población general. En pacientes con enfermedades subyacentes como la enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celiaca o pacientes que se han sometido a cirugía gastrointestinal, la prevalencia puede elevarse hasta el 70 por ciento.
Esta enfermedad puede afectar más a aquellos que padecen una enfermedad relacionada con la movilidad intestinal, como la diabetes, personas con defectos anatómicos intestinales como los sometidos a cirugías, pacientes con enfermedad de Crohn o con enfermedad diverticular que afecta al intestino delgado, así como el uso crónico de omeprazol o derivados que, al disminuir la acidez gástrica, se ha relacionado con el sobrecrecimiento bacteriano.
Por lo tanto, prevenir el SIBO es un desafío porque sus causas son variadas y, en algunos casos, están relacionadas con condiciones médicas subyacentes.
No obstante, llevar una dieta rica en fibra y probióticos, que proporcionan un equilibrio saludable de bacterias en el intestino, y eludir alimentos crudos o mal cocidos que puedan estar contaminados con bacterias dañinas, podría ayudar a prevenir el SIBO.
Los alimentos recomendados por los expertos son las alcachofas, los arándanos, las alubias, la avena, el kéfir, el kimchi, el tempeh o la kombucha.
Por otro lado, también puede ayudar el control de enfermedades subyacentes; limitar el uso de antibióticos que pueden alterar la microbiota intestinal y aumentar el riesgo de SIBO; y evitar el estrés crónico, ya que este suele afectar negativamente al sistema gastrointestinal.
Es importante destacar que la prevención y el manejo del SIBO requieren normalmente un enfoque individualizado basado en los precedentes médicos de cada persona. Por lo tanto, es fundamental seguir las indicaciones de los especialistas.