Prácticamente todo el mundo que necesita gafas ha pensado alguna vez en usar lentes de contacto. Sin embargo uno de los miedos más recurrentes es olvidarse que llevamos puestas estas lentillas y quedarnos dormidos con ellas. En concreto, según estudios, el 53.4% de la población española utiliza algún sistema de corrección de visión según estudios, aunque tan solo 4 de cada 100 ciudadanos llevan lentes de contacto. Es posible que esta diferencia entre porcentajes se deba al citado riesgo a quedarse dormido con ellas puestas, ya que es una práctica que conlleva ciertos riesgos.
Puede que haya sido una siesta furtiva, el colofón de una noche de fiesta, o un rato tonto ante una peli del montón delante del sofá, pero lo cierto es que si llevamos lentillas las posibilidades de habernos quedado dormidos con ellas puestas es bastante alta, sin que haya estudios que determinen el porcentaje exacto de sufridores de esta pequeña maldición. En general, se puede decir que si se trata de algo puntual, el accidente no va a tener consecuencias graves para nuestros ojos, más allá de algo de sequedad, ojos rojos e incomodidad. Siempre que no sea algo habitual y sigas ciertos pasos, no debes entrar en modo pánico.
Si echas un sueño con las lentes de contacto aún sobre tus corneas, lo primero que debes hacer es mantener la calma. Intentar quitártelas al despertarte puede producirte arañazos sobre la superficie del ojo, ya que probablemente estén resecas y pegadas al ojo. Lo que hay que hacer es masajear los párpados para que nuestros ojos comiencen a lubricar el globo ocular y, con ello, humedecer las lentillas que llevas puestas.
Si aún así las lentillas siguen pegadas, habrá que recurrir a las lágrimas artificiales y parpadea para este menester, y probar a retirarlas. Una vez retiradas, eso sí, no deberías volver a ponerte lentillas durante el resto del día, ya que tendrás bastante irritados los ojos. También es recomendable que te mantengas atento para ver cómo reaccionan tus ojos durante las horas siguientes. Si tienes visión borrosa persistente, dolor ocular continuado, lagrimeo excesivo, sensibilidad a la luz, hinchazón o picor, quizás deberías acudir a un médico. No olvides de llevar las propias lentillas en su caja, pues serán de ayuda a la hora de emitir un mejor diagnóstico.
Más allá de los síntomas que citados en el apartado anterior, hay una serie de problemas que podrían aparecer para los que se queden dormidos con las lentes de contacto aún en sus ojos. Y es que en estos casos el riesgo de una infección en los ojos aumenta, y para los casos más graves, se puede llegar a causar daño permanente en la cornea y pérdida de visión. El problema viene de que cuando llevamos lentillas la córnea no recibe suficiente oxígeno, con lo que corre el riesgo de agrietarse y, con ello, crea una vía de entrada para posibles agentes externos.
Los tres grandes males que debemos temer si somos de los que nos quedamos dormidos con las lentillas son los siguientes:
La mejor solución no es ponerte una alarma cada noche o cada vez que vayamos al sofá, sino hacernos con unas lentes de contacto de uso prolongado. Son quincenales o mensuales, y están fabricadas con materiales mucho más permeables al oxígeno, como el hidrogel de silicona, permitiendo su uso ininterrumpido durante mucho más tiempo.