Casi todo el mundo ha experimentado en algún momento de su vida la sensación de que una parte del cuerpo –las extremidades–, se queda adormecida durante las horas de sueño. De hecho, en algún momento de la noche nos despertamos y no sentimos las manos o los brazos. Tanto es así que no somos capaces de moverlos y solo experimentamos un incómodo hormigueo cuando lo intentamos. Algo parecido sucede cuando pasamos mucho tiempo en la taza del váter y perdemos sensibilidad en los pies.
A este trastorno de la sensibilidad se le denomina parestesia y, por regla general, no es peligroso. No en vano, transcurridos unos segundos, a lo sumo unos minutos, recuperamos paulatinamente la movilidad y la sensibilidad en la zona afectada.
“La parestesia sucede cuando se ejerce presión sostenida sobre un nervio y la sensación se desvanece rápidamente una vez que se alivia la presión”, explica el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de Estados Unidos.
Así pues, mientras estamos durmiendo es posible que adoptemos una posición en la que se ejerce presión sobre los nervios de los brazos, especialmente en la muñeca y el codo. Por ejemplo, si una persona duerme con el brazo doblado debajo de la cabeza o el cuerpo, es posible que comprima el nervio mediano en la muñeca, lo que puede causar parestesia en la mano y los dedos.
Como hemos apuntado, esto no supone ningún peligro cuando se experimenta el trastorno ocasionalmente. Sin embargo, si se convierte en un problema crónico, estaremos hablando de otras patologías. El instituto antes citado apunta al respecto lo siguiente: “La parestesia crónica suele ser un síntoma de una enfermedad neurológica subyacente o un daño traumático de un nervio. La parestesia puede ser causada por trastornos que afectan el sistema nervioso central, como el accidente cerebrovascular (ACV) y los ataques isquémicos transitorios (los mini-ACV), la esclerosis múltiple, la mielitis transversa o la encefalitis”.
Más allá de esa parestesia ocasional, existen otras afecciones que provocan que las manos se duerman. Una de ellas es el síndrome del túnel carpiano, la cual consiste en que el nervio mediano se comprime a medida que pasa por el túnel carpiano en la muñeca. El entumecimiento y el hormigueo en la mano son síntomas comunes de esta condición, y tienden a empeorar por la noche. Por otro lado, también puede tratarse de una disfunción del nervio cubital, ese que nos provoca un gran dolor cuando nos golpeamos el codo en el “hueso de la risa”.
Asimismo, hay que apuntar como posibles causas una mala circulación sanguínea, la compresión del plexo braquial o algún problema que afecte a la zona cervical de la columna.
Sea como fuere, si una persona tiende a experimentar con asiduidad episodios en los que se le duerme la mano, el brazo o cualquier extremidad, lo más adecuado es que acuda al médico. En caso de que se trate de algo eventual, con movilizar la zona será suficiente para recobrar la normalidad.