La dermatofagia, traducido literalmente como 'comer piel', es un trastorno psicológico del comportamiento que se caracteriza por la compulsión de morderse o comerse la piel alrededor de las uñas, las cutículas, los dedos, la boca o los labios, según explican desde 'Healthline'. Dicho trastorno es el que podría padecer en sus manos el rey Felipe VI.
Además, es frecuente que aparezca conjuntamente con otros hábitos nerviosos similares pero no iguales, como son la tricofagia (morder y comerse el pelo), la onicofagia (las uñas) o la dermatilomanía (excoriar o pellizcar la piel). Muchas de estas personas empiezan en la niñez mordiendo lápices o bolígrafos para pasar después a su propia piel.
Las consecuencias de este hábito, subraya 'Dislex Psicología y Logopedia', van desde el endurecimiento y engrosamiento de la piel de la zona afectada hasta, en los casos más graves, un posible desarrollo de úlceras y la pérdida de piel.
Además, existen secuelas emocionales y psicológicas ya que las personas sienten vergüenza cuando se les pregunta qué les sucedió en los dedos. Debido a esto, algunas optan por evitar las situaciones sociales y no relacionarse tanto.
Los motivos que causan la dermatofagia son parecidos a los de la onicofagia, es decir, ansiedad, estrés o preocupaciones. En muchas ocasiones se asocia a otros problemas psicológicos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Por supuesto, también se deben tener en cuenta qué sucesos vitales o traumáticos pueden estar interfiriendo.
En cuanto a los síntomas, la revista 'Mejor con Salud', indica que las manifestaciones físicas de la dermatofagia abarcan lesiones en la piel, enrojecimiento, aparición de heridas o callosidades, entre otras. Sumado a esto, existe la imposibilidad de detener la acción de morderse la piel.
Las opciones de tratamiento, detalla, siempre están alineadas de acuerdo al diagnóstico diferencial al cual se haya llegado. Una primera alternativa debe ser la psicoeducación, esto es, brindar recursos a la persona afectada para que pueda hallar maneras más saludables de hacer frente al estrés y a la ansiedad.
Esta terapia también implica aprender estrategias que ayuden a identificar cuándo se encuentra cerca de una situación 'disparadora', de tal modo que sea posible disminuir sus efectos o su impacto.
El citado medio puntualiza que, en sesiones de psicoterapia, se suele trabajar desde la psicología cognitiva y conductual, con técnicas de modificación de conducta y otras técnicas de reestructuración cognitiva.
Por último, y según el caso y la valoración sobre su gravedad, se podrá solicitar una consulta con un especialista en psiquiatría. El doctor determinará sobre la necesidad de acompañar el tratamiento con psicofármacos.