El empaste es un relleno que se pone en el diente para reconstruir el agujero que crean las bacterias de la caries. Hay muchos tipos (de porcelana o de resina, entre los populares), pero ¿cuál es el mejor? Todo depende de cada caso.
A casi todo el mundo le empastan alguna muela a lo largo de su vida, puesto que las caries prosperan en la boca con relativa facilidad. La obturación dental, como se llama técnicamente al empaste, lo que hace es restaurar la salud del diente y eliminar esas caries que se generan por la proliferación de bacterias en la boca. No hay que olvidar que la boca es la puerta de entrar de casi todas las infecciones.
Las caries no avisan hasta que se ha formado un agujero en el diente que genera sensibilidad y molestias. El dentista procede entonces a empastar.
Generalmente, se usa la anestesia local, se elimina el tejido con caries y se limpia bien el agujero que se ha creado en el diente. Después, el dentista lo rellena con un empaste y usa una luz halógena para integrarlo y endurecerlo en el diente, y lo pule para que quede perfectamente amoldado al diente y la mordida.
El empaste más habitual hoy en día es el composite, un material que es una mezcla de resinas. Estéticamente, el composite queda muy bien, ya que se puede hacer que coincida con el color del diente dañado, por lo que en el caso de empastar uno de los dientes frontales, esta es la mejor opción.
Está también el cerámico. Estos empastes son de porcelana, que es resistente a las manchas y duradera. También puede acoplarse con el color de los dientes, pero suelen ser más caros que los de resina.
Por existir, existen muchos tipos más: de oro, de amalgama de plata (que consiste en mercurio mezclado con plata, estaño, zinc y cobre), y de plástico. También existe un material con partículas de vidrio que se conoce como ionómero de vidrio. Pero estos empastes, en general, se usan menos y son menos recomendables.
En cualquier caso, será tu dentista quien te aconsejará mejor que nadie para elegir el empaste más adecuado para ti.