El pasado jueves se dio a conocer la muerte del mítico periodista y cantante Hilario López Millán a los 78 años a causa de una "deshidratación extrema", según informó su colega y amigo Albert Castillón por Twitter. Pero, ¿qué es esta condición y cuáles son sus complicaciones? ¿Cómo podemos prevenirla?
La deshidratación es una condición que ocurre cuando el cuerpo pierde más agua y líquidos de los que ingiere, lo que afecta al funcionamiento normal de los órganos y sistemas. La deshidratación puede tener diversas causas, como no beber suficiente agua, sufrir diarrea, vómitos, fiebre, sudoración excesiva, quemaduras o tomar medicamentos diuréticos. La deshidratación puede ser leve, moderada o grave, dependiendo de la cantidad de líquido que se haya perdido o que falte por reponer.
Los síntomas de la deshidratación varían según el grado y la edad de la persona afectada. En general, los primeros signos de deshidratación son la sed, la sequedad de boca y la orina más oscura y menos frecuente. Estos síntomas indican que el cuerpo necesita más agua para mantener el equilibrio hídrico. Si no se atiende esta señal, la deshidratación puede empeorar y provocar otros síntomas, como letargo, debilidad muscular, dolor de cabeza, mareos, falta de sudoración, ojos y mejillas hundidos, piel seca y arrugada, presión arterial baja, ritmo cardíaco acelerado, fiebre, delirios o inconsciencia.
En los lactantes y niños pequeños, la deshidratación puede manifestarse también con una fontanela (mollera) hundida, lengua y boca secas, irritabilidad, ausencia de lágrimas al llorar y pañales secos durante más de tres horas. Los niños son más vulnerables a la deshidratación que los adultos, ya que tienen un mayor porcentaje de agua en su cuerpo y una menor capacidad de regular su temperatura.
La deshidratación puede tener consecuencias graves para la salud, como alteraciones del equilibrio ácido-base y electrolítico, insuficiencia renal, convulsiones, shock e incluso la muerte. Por eso, es importante prevenir la deshidratación y tratarla a tiempo.
La prevención de la deshidratación consiste en beber suficiente agua a lo largo del día, especialmente en situaciones que aumentan la pérdida de líquidos, como el calor o el ejercicio físico. Se recomienda beber aproximadamente entre 2 y 3 litros de agua al día para un adulto sano, y más si se realizan actividades que producen sudoración. También se pueden consumir otros líquidos como zumos, infusiones o sopas, pero se debe evitar el alcohol y las bebidas con cafeína, ya que tienen un efecto diurético.
El tratamiento de la deshidratación depende de su severidad y de su causa. En los casos leves o moderados, se puede rehidratar al paciente por vía oral, administrando agua o soluciones rehidratantes que contienen sales minerales (como el sodio y el potasio) y azúcares. Estas soluciones ayudan a restaurar el equilibrio hídrico y electrolítico del organismo. En los casos graves o cuando hay vómitos o diarrea intensa, se puede requerir una rehidratación por vía intravenosa en un centro médico.
La deshidratación es una condición que puede prevenirse y tratarse fácilmente si se reconocen sus síntomas y se actúa con rapidez. Beber agua regularmente es una medida sencilla pero eficaz para mantenerse hidratado y saludable.