Llega el calor, empezamos a quitarnos ropa y sacamos a relucir esos kilos de más que también disimulaba la manga larga. Una imagen que hay quien intenta revertir recurriendo a dietas milagro, algún régimen draconiano de esos que hasta hace peligrar la salud o teorías de la alimentación con poco evidencia científica y mucho del boca a oreja.
Una de esas últimas teorías defiende que hay que tomar determinados alimentos que fomentan la saciedad a través de la dopamina. Una afirmación confusa que se basa en la teoría de que la ingesta de alimentos está relacionada con el placer. Y aunque hay parte de verdad en el enunciado, no todo es tan sencillo, ni cierto.
Los mecanismos que están detrás de lo que provoca el apetito aún se están investigando pero ya hay estudios que ya han demostrado que no depende de un solo elemento. Todo está relacionado.
En el tema del apetito y la saciedad hay que tener en cuenta el tipo de alimento que se ingiere, la relación del intestino cerebro (a través de la microbiota), las hormonas que promueven que sensación de estar llenos, y los neurotransmisores como la dopamina.
Se trata de una molécula que produce nuestro cuerpo de manera natural y que está presente en diferentes áreas del cerebro. Funciona como neurotransmisor del sistema nervioso central (como si fuera un mensajero) y desempeña un papel fundamental en funciones vitales como la cognición, la recompensa, la saciedad, el placer, la motivación y los movimientos motores voluntarios.
Basándose en sus funciones algunas investigaciones han analizado qué ocurre durante la ingesta de un alimento, y esas señales "sensoriales, cognitivas, metabólicas y hormonales" que se emiten en el organismo por si pueden estar detrás de la cantidad ingerida. Pero la conclusión no está clara. La saciedad es una sensación multifactorial y no se puede determinar que dependa de un solo elemento. Hay que tener en cuenta más factores.
La cantidad de comida que se haya ingerido es por lógica lo primero que determina si estamos llenos, pero no solo es eso. También depende de qué alimento se ingiere, si tiene fibra o no, si es dulce o salado y qué provoca toda esa ingesta en el cerebro.
"En el estudio de la fisiología cerebral profunda está el futuro del control de la obesidad. Cuando sepamos comprender perfectamente cómo funciona esto de la saciedad o de la adicción a la comida habremos dado un paso de gigante, aunque hoy en día aún nos queda mucho por saber e investigar sobre este tema", aclara el Dr. Francisco Botella, coordinador del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Por eso los expertos no están de acuerdo con las teorías seudocientíficas que defienden que hay que comer determinados alimentos como avena, plátano, salmón o garbanzos a determinadas horas para favorecer la saciedad y tampoco está comprobado que si se ingiere determinado producto se incentiva la señal (dopamina) que engaña al cerebro haciéndole creer que está lleno.
Porque aunque a priori se pueda pensar que ya se ha demostrado que los alimentos más saciantes son los hidratos de carbono, las fibras (hidratos de carbono no digeribles extraídos de plantas) o las proteínas, no todo es tan sencillo. "Hay que tener en cuenta otros factores", añade el experto, como el gasto energético del individuo o incluso el comportamiento de su microbiota intestinal.
"Sería una simplificación decir que tal o cual alimento es fundamental para la saciedad. No hay evidencia científica que apoye que algún alimento tenga algún papel fundamental. Todo es mucho más complejo e intervienen muchos factores", añade el doctor Botella, quien insiste en que todo esto se está estudiando y que aunque los estudios demuestran que van por buen camino, aún queda mucho por avanzar.
Así que antes de buscar trucos alimenticios para llenarnos antes, no comer y así adelgazar, pongamos cordura a la situación. En esto de las dietas no hay truco milagro, ni alimento estrella, solo comer de un modo equilibrado y con cordura para no perder la cabeza.