Todos sabemos que hay que beber agua porque es fundamental para mantener al cuerpo hidratado. En principio y siguiendo las recomendaciones de la OMS, un adulto debería tomar entre 1,5 y 2 litros al día. Esa sería la cantidad estándar para estar sano, pero lo recomendable es beber un poquito más en verano.
Cuando aumenta la temperatura ambiental, el cuerpo necesita estar aún más hidratado para compensar la pérdida de líquido por el sudor y por eso se debería añadir uno 300 ml. de líquidos por cada grado de temperatura por encima de los 37.
Pero aunque todos sabemos la teoría, a veces no la cumplimos. Y no solo porque con los años disminuye la sensación de sed, también hay a quien beber agua le resulta monótono. Por eso los expertos recuerdan que para evitar la deshidratación se pueden tomar otros líquidos, aunque eso sí, no todos son igual de recomendables.
"Cuando se trata de mantener nuestra hidratación la recomendación es ingerir bebidas según la sed que presentemos. Y cualquier bebida que contenga menor tonicidad que la sanguínea (concentración de iones dentro de la célula) ayudará de alguna manera a hidratarnos. Por eso el agua es lo que mejor podemos tomar", aclara el doctor Jorge Gabriel Ruiz Sánchez, coordinador del grupo de Metabolismo del Agua de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Partiendo de la base de que lo mejor es beber agua sin nada, hay quien prefiere tomarla carbonatada. Es decir lo que conocemos como agua con gas que no tiene azúcar, ni aditivos, ni alcohol y con minerales. "Una alternativa sana y refrescante" para combatir la sed, aseguran desde la OCU que defiende sus propiedades y ventajas, alegando que "además, estimula el apetito y favorece la digestión".
Y es cierto. Las aguas minerales con gas estimulan la secreción de jugos gástricos y, por eso, abren el apetito, facilitando también la digestión. Eso sí, aunque los nutricionistas coinciden en que pueden "producir flatulencias".
Pero en caso de querer seleccionar otra bebida porque nos apetezca algo distinto al agua, la mejor opción "podría ser las saborizadas sin azúcar como una limonada o una infusión", comenta el doctor Ruiz Sánchez. Y de hecho las infusiones se están poniendo de moda.
"En los últimos años su papel se ha revalorizado al profundizar en el conocimiento de los fitoquímicos contenidos en ellas y su posible papel sobre la salud", recuerda en un artículo el Dr. en el Grado de Nutrición y Dietética en la Universidad Complutense y presidente del Comité Científico de SEDCA, Jesús Román Martínez Álvarez.
Las infusiones de distintos tipos pueden ser una de las alternativas para los que prefieren no beber agua. Y hay miles de tipos. De las más conocidas como el café: una infusión obtenida de los frutos y semillas del cafeto y que se puede tomar en frío en verano para combatir el calor y que ha demostrado que sus beneficios son mayores de lo que se pensaba. Hasta el té y sus derivados. De entre ellos, últimamente destaca entre las ofertas la kombucha, una bebida producto de la fermentación del té.
Con apenas 30 calorías por cada 100 mililitros sus consumidores defienden sus propiedades probióticas, antioxidantes, digestivas, hidratantes y antibacteriana. Su sabor eso si varía en función de su fermentación, (lo habitual es que se entre 7-30 días). Cuanto menos tiempo fermente su sabor será más duce y suave. Por el contrario si se deja fermentar más tiempo, el sabor será más intenso y ácido.
El problema con la kombucha es que tal y como recuerdan desde la OCU, "no está pasteurizada, y por eso no es recomendable para personas que tengan alguna patología intestinal o del sistema inmunológico, mujeres embarazadas que no hayan consumido antes este alimento, mujeres lactantes y niños menores de 5 años".
Frente a la kombucha también se está consumiendo cada vez más el té de hibiscus o "flor de jamaica". Una infusión cuyo consumo aporta importantes beneficios según algunos estudios, y que en té tiene un sabor entre ácido y dulce que recuerda a los arándanos.
Hay quien puede optar para hidratarse por bebidas tipo ‘smoothies’ o batidos de frutas pensando que son saludables, pero no aciertan en su elección. Estos productos son muy calóricos y por lo tanto no recomendados, recuerda en su estudio Martínez Álvarez.
Si se quiere consumir fruta o vegetales lo mejor es tomarlos en zumo ya que tienen menos calorías por 100 mL que otro tipo de bebidas comercializadas como los refrescos, pero eso sí, los zumos mejor naturales y no procesados, porque estos últimos también contienen mucho azúcar. Como tampoco se recomienda consumir bebidas isotónicas o refrescos carbonatados ya que no aportan nutrientes y sí calorías innecesarias.
Por último, y por mucho que pueda apetecer recurrir a una cerveza fresquita para engañar al calor del verano, los expertos recuerdan que las bebidas alcohólicas no se deben tomar en general como un recurso para hidratarse. Pero si no podemos prescindir de su sabor, siempre nos quedará las variedades sin alcohol.
España se ha convertido en el país europeo donde se consume más cerveza sin alcohol. De hecho, el consumo de este tipo de bebida fermentada en nuestro país está ya en el 14% sobre el consumo total de cervezas en el país, según los últimos datos publicados por el Panel del Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (2020).
"Los consumidores de cerveza lo son también de cerveza sin alcohol, y la eligen como una alternativa segura en los momentos que no pueden o no quieren consumirla, por eso el consumo de cerveza sin alcohol puede ser también una alternativa saludable, ya que aporta gran cantidad de agua además de tener pocas calorías", aclara el doctor Martínez Álvarez.
Una buena noticia, porque el 48% de los que consumidores de cerveza han pedido alguna vez la variedad sin alcohol. Y este número va en alza.