Rafa Guerrero, psicólogo: “La rabieta de un niño es un mensaje de SOS”
Entrevista al psicólogo y doctor en Educación Rafa Guerrero sobre su libro ‘Menudas rabietas’
Se trata de un libro imprescindible para comprender por qué se producen las rabietas y los mal llamados ‘malos comportamientos’ en los niños
“La rabieta es una forma de manifestar que nuestros hijos necesitan algo o que nos necesitan a nosotros” explica el psicólogo
Quien ha criado un niño sabe bien lo que se siente cuando su hijo o hija se tira al suelo en medio del pasillo del supermercado, pataleando y gritando como si hubiera sido poseído por un demonio porque no accedemos a comprarle la tontería de turno que se le ha antojado. El parque es otro escenario habitual de rabietas, especialmente a la hora de subir a casa a bañarse y cenar. Es una situación muy difícil de gestionar. ¿A quién le gusta ver a su hijo así, montando el ‘numerito’ en plena calle?
Reconozco que en más de una ocasión también recurrí al camino fácil con mi primogénita: intentar cortar de raíz eso que yo interpretaba como un mal comportamiento de una niña caprichosa que lo único que quería era ‘tomarme la medida’. Mal hecho eso de tirar del manual inconsciente heredado del modelo autoritario en el que fui criada… Pero es que ¡nadie me dijo que había otra manera de hacer las cosas!
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Un buen día decidí escuchar mis propias disonancias (se me removía algo por dentro cada vez que repetía el patrón educativo que yo misma sufrí) y ahora sé que enfrentarme a mis propias contradicciones me trajo luz y mucha motivación para aprender otras maneras de hacer las cosas como madre. Mucho de lo que he aprendido en estos años se lo debo al psicólogo y doctor en Educación Rafa Guerrero -reconocido divulgador sobre emociones y neuroeducación- que este 2023 nos vuelve a ‘iluminar’ con uno de sus libros más imprescindibles para comprender el comportamiento de los niños.
En Menudas rabietas (Libros Cúpula, 2023) Guerrero nos ofrece todas las claves para aprender a traducir y descifrar los mal llamados ‘malos comportamientos’ de nuestros hijos e hijas, cuya máxima expresión son las famosas y temidas rabietas.
“El problema es que los adultos no terminamos de entender realmente qué quiere decir esto que mi hijo me está expresando y que yo, como adulto, mal diagnóstico como ‘mal comportamiento’ o como que está llamando la atención o que me está echando un pulso, explica el psicólogo. Me parece fundamental que los adultos, que somos los que tenemos que saber de qué va todo esto y tenemos que saber traducir e interpretar a nuestros hijos, tenemos que entender que la rabieta o el ‘mal comportamiento’ es un mensaje de SOS; es una forma de manifestar -de la manera que pueden- que necesitan algo o que nos necesitan a nosotros”.
Cómo actuemos los padres ante una rabieta de nuestro hijo o hija es fundamental porque tendrá un impacto directo en su cerebro y en nuestra relación con ellos.
“Si lo que hacemos es cortar de raíz y extinguir su respuesta y dejarles ahí que lloren, al final, el mensaje que le estamos trasladando es: no cuentes conmigo cada vez que tengas un problema”.
Yo defino la rabieta como la puesta en escena de la rabia de una manera descontrolada (Rafa Guerrero, psicólogo)
Pregunta: ¿Por qué es tan importante para los padres saber qué es exactamente una rabieta? Muchos padres dicen eso de “es que me está retando, me está tomando la medida”
Respuesta: La clave para poder gestionar adecuadamente -y adecuadamente implica de manera respetuosa y de manera sana y equilibrada- una rabieta, lo primero es que sepamos qué es una rabieta, porque si no, mal vamos. Si no, lo que ocurre es que no entendemos bien, que malinterpretamos, que no traducimos bien lo que el niño nos quiere decir y entonces, pues decimos que “me está desafiando, que es un quejica, que es un consentido o que es un niño malo” y entonces ahí ya va todo mal. Si cuando vas al doctor, en vez de interpretar bien tus síntomas interpreta otra cosa, la intervención ya no tiene ningún sentido. Si vas con un ataque al corazón y lo que te dice es que estás llamando la atención y te manda a tu casa… pues mal asunto.
P: Ahora sí, entonces viene la gran pregunta Rafa, ¿qué es una rabieta?
R: Yo defino la rabieta como la puesta en escena de la rabia de una manera descontrolada. Está claro que los adultos no solemos tener rabietas y esto es porque tenemos un desarrollo del cerebro y tenemos una serie de herramientas y estrategias que hacen que, a pesar de que sigamos sintiendo rabia a lo largo de todo nuestro ciclo vital, pues no la ponemos en escena. Seguimos sintiendo rabia a lo largo de toda la vida, pero somos capaces de identificarla medianamente, de ser conscientes de ella y somos capaces de no expresar la rabia sin filtro. Es posible que lo que tu jefe o tu marido te diga no te guste, pero los adultos tenemos un mayor desarrollo cerebral y tenemos estrategias que nos permiten poder gestionar mejor que un niño la rabia.
P: ¿La rabieta es entonces natural y lícita en el niño?
R: La rabieta denota que un niño pequeño siente rabia y puede ser por cualquier cosa. Alguien puede decir: “es que esta rabieta está justificada o esta no está justificada”… no, todas las emociones son válidas y legítimas. Pero claro, alguien puede decir: “es que todos los días le compro a mi hija lo que quiere y ahora, por un día que no se lo compro, fíjate cómo se pone”. Claro, estamos hablando desde el razonamiento adulto. Pero eso es una rabieta, ese momento en que nuestro hijo siente rabia y, como no tiene filtro porque es muy pequeño y no tiene suficiente desarrollo cerebral, lo que hacen es que la rabia que siente, la actúa. Y luego viene la mala interpretación de los adultos. Rabia y rabieta no son sinónimos, sino que la rabia la sentimos a lo largo de toda nuestra vida y la rabieta, a medida que vayamos creciendo y madurando cerebralmente y en otros muchos aspectos, pues tendremos estrategias para ir gestionándonos adecuadamente.
Somos analfabetos en el desarrollo cerebral, emocional y social de nuestros hijos, nuestros hijos son como extraterrestres para nosotros (Rafa Guerrero, psicólogo)
P: ¿Entender que detrás de una rabieta hay una necesidad no atendida de nuestro hijo, es fundamental para colocarnos como adultos en el lugar adecuado?
R: Eso cambia todo, total, total. Es que esa es la clave, por eso dedico en el libro muchas hojas a explicar qué es una rabieta, porque habitualmente lo que la gente te pregunta, lo que los papás y mamás te preguntan en los cursos es ¿qué hago cuando mi hijo está en plena rabieta? Necesitamos comprender qué ocurre en el cerebro cuando tu hijo siente rabia para que tú lleves a cabo atribuciones correctas de lo que está pasando, porque es que, si no… vamos muy mal. Las rabietas, en la mayoría de las ocasiones son por una necesidad que tienen...esto hay que entenderlo. Pero este es un problema que tenemos las madres y los padres porque como no sabemos, como somos analfabetos en el desarrollo cerebral, emocional y social de nuestros hijos, nuestros hijos son como extraterrestres para nosotros y estamos constantemente desatendiéndolos porque les malinterpretamos, no hacemos correctamente la traducción. Los niños no se entienden a sí mismos, somos nosotros los que les tenemos que explicar lo que les está pasando, pero claro, si yo no lo entiendo…¿qué narices le voy a explicar?
P: La manera en que gestionemos las rabietas de nuestros hijos o hijas ¿va a tener un impacto en su salud mental en el futuro y en nuestra relación con ellos?
R: Cómo yo gestione la rabieta, cómo gestione yo las necesidades que presentan mis hijos, ese es el mensaje que le estoy lanzando. Si cada vez que mi hijo necesita algo yo conecto con él, yo le entiendo, yo no le critico, no le señalo por estar cansado, por tener hambre, por tener el deseo de que yo le compre el Kit Kat, ¡que es legítimo! y no estoy diciendo que tengo que decir: “ay pobre, para que no tenga rabietas voy a comprarle siempre el Kit Kat cuando me lo pida”. No, no es eso; pero es que es legítimo y tiene que ser permitido el hecho de desear algo. Yo puedo desear que me toque la lotería y eso es legítimo. Pero en función de cómo yo responda, de lo sensible que yo sea y en función de cómo y qué te doy, ese es el mensaje que le estoy transmitiendo a mis hijos de cómo soy yo. Si yo, cada vez que tengo un problema como adulto, llamo a mi amiga y siempre está con prisas y siempre está con el teléfono pero haciendo otras cosas a la vez, llegará un momento en el que deje de llamar a esa amiga porque el mensaje que me está dando mi amiga es el de “no eres importante”… ¿te lo ha dicho explícitamente?, no, no me lo ha dicho, pero lo estoy sintiendo, siento que no soy importante para ella porque las tres veces que la he llamado pidiendo ayuda, pidiendo que me escuche, pidiéndole consejo, siempre tenía cosas más importantes que hacer, por lo tanto, yo no soy importante para ella… pues imagínate cómo será esto en un niño, que es tremendamente vulnerable.
P: ¿Ocurre que estos niños llegan a adultos creyendo que no son importantes? Imagino que esto tendrá repercusiones…
R: Si cada vez que estoy en apuros, mi padre está ahí, mi madre está ahí, mi abuela está ahí y mi profe está ahí…yo sé que puedo recurrir a ellos porque sé que me van a dar respuestas porque sé que me van a entender, sé que me van a mirar incondicionalmente y sé que me van a dar aquello que necesito que no es ningún capricho ni tontería de niños, sino que es importante para mí. Pero si no lo recibo, el mensaje que estoy transmitiendo es que no eres digno de ser querido, no eres mi prioridad, no eres importante para mí y ahí te las apañes tú… ese es el mensaje que reciben. Efectivamente llegará un momento en el cual, cuando yo no hago caso a las rabietas, las rabietas desaparecen... pero no es que hayan desaparecido, es que el niño ha dejado de contarte cómo se siente, lo cual es un fracaso estrepitoso en la relación materno y paterno-filial. Eso es el mayor de los fracasos, que nuestros hijos dejen de confiar en nosotros.
Estamos acostumbrados a no contar absolutamente nada a nuestros hijos (Rafa Guerrero, psicólogo)
P: Entiendo que, en la rabieta de un niño, hay doble sufrimiento. El de la causa de la rabieta en sí misma, como no obtener algo que desean o necesitan y el de sentirse incomprendidos por sus padres…
R: Al final, en función de cómo respondemos, o bien amortiguamos o bien amplificamos. Si aparte del sufrimiento que tienes por un deseo que tienes ¡que es legítimo!, si encima yo, lo que hago es criticarte y decirte lo caprichosísima que eres, estoy echando más leña al fuego, estoy amplificando ese malestar que tiene el niño. Y repito que no es necesario que le compres el Kit Kat, de hecho, en la mayoría de las ocasiones no deberías comprarle el Kit Kat, pero eso no quita para que tú acompañes… es como cuando vamos al tanatorio y decimos: “te acompaño en el sentimiento” es decir, yo no me inundo de tu emoción, yo no estoy en tu situación, pero puedo entender cómo te sientes. Eso es acompañar sin acceder a los caprichos.
P: En tu libro hablas del concepto de mentalización; lo importante que es que los padres demos narrativas coherentes a nuestros hijos para que puedan entender lo que les ocurre.
R: Estamos acostumbrados a no contar absolutamente nada a nuestros hijos. Estoy harto de escuchar en consulta a mamás y papás con situaciones vitales importantes que no tienen que ser de vida o muerte, por ejemplo, que les van a hacer una operación quirúrgica y se van a quedar dos o tres días en el hospital y a los niños, me da igual que sean de 3 años que de 10 años, contarles unas historias que no tienen ningún sentido. Es que no son tontos y es que me parece una falta de respeto muy grande: le estás contando a todo el mundo que te van a operar ¿y no se lo cuentas a la persona más importante de tu vida que es tu hija? Es que hay que dar narrativas a nuestros hijos, de pasado, de presente y de futuro.
P: Muchos padres no cuentan nada a sus hijos porque están repitiendo un modelo de crianza: a ellos nunca les contaron nada sus padres. Hablo de este modelo autoritario que tantos sufrimos y que tantos repetimos. Oigo mucho eso de “bueeeeno, no es para tanto, a mí mis padres me trataron así y mira, aquí estoy estupendamente”.
R: Estas personas dicen que estas cosas que digo son las tonterías que decimos los psicólogos: “a mí nunca me contaron nada mis padres y mira qué bien estoy” y claro, así nos va. Es que salir adelante salimos siempre, porque somos resilientes, pero la pregunta es la factura...porque estás pagando la factura de todo eso y lo peor es que no te estás enterando, eso es lo peor, que estás pagando una factura inmensa y no te estás enterando. No te estás enterando de que esta poca conexión y falta de empatía con tu hijo, y el no darles a nuestros niños lo que necesitan, tiene consecuencias muy graves, una de ellas, muy potente, es el trauma. Estamos todos traumatizados y nadie lo sabe… y esto es por cómo hemos sido tratados…¡pero todos!, ¡yo el primero! Todos venimos de este modelo autoritario que estás comentando, el modelo en el que se daba el puñetazo en la mesa… y resulta que ahora todo el mundo dice que está estupendamente… ¡que todo el mundo está estupendamente! [ironiza]
Tanto el autoritarismo como la sobreprotección son formas de maltrato. Lo que pasa es que la sobreprotección está bien vista porque hay muy buena intención (Rafa Guerrero, psicólogo)
P: Es que muchas personas creen que las nuevas maneras de educar, como la educación respetuosa favorecen la generación de cristal, de niños blanditos y sobreprotegidos… pero, ¿eso no es irse al otro extremo?
R: Es que tanto el autoritarismo como la sobreprotección son formas de maltrato. Lo que pasa es que la sobreprotección está bien vista porque hay muy buena intención. No me encuentro madres y padres más implicados, que nos lean más, que no vayan a más formaciones, que contrastan, que miran, que los padres sobreprotectores. Lo que pasa es que se pasan. En esa ansiedad, angustia, culpa, presión de perfeccionismo, se pasan. Ya lo decía Freddie Mercury: “Too much love will kill you”. A los niños hay que quererlos lo justo; hay que protegerlos lo justo, lo que necesitan. Algunos niños necesitan que los protejamos más y otros necesitan que los protejamos menos, pero todos necesitan ser protegidos. Unos niños necesitan más límites y otros menos, pero todos necesitan límites…esto no es una tabla igual para todos.
P: De este modelo autoritario de crianza viene esta frase tan manida que decimos los padres ante un mal comportamiento de un niño o una rabieta: “nada, déjalo, si lo hace solo para llamar la atención”… como si la necesidad de llamar la atención fuera algo poco relevante…
R: Fíjate qué aberración, es que hasta esos padres son conscientes de que su hijo lo hace para llamar su atención… pues por algo será, ¿no? Es decir, si resulta que tienes cinco llamadas perdidas de tu amigo, tú le llamas porque piensas que algo querrá o que algo habrá pasado o a ver si necesita algo de mí, ¿no? Tú le llamas. Pero si tu hijo lleva media hora llorando, aplicas la extinción [de la conducta] porque te molesta y lo que quieres es cortar eso de raíz. Pero es que tú no puedes cortar de raíz las emociones por mucho que quieras. Sin embargo, esto es lo que hacen los papás evitativos y autoritarios y los que no tienen ningún tipo de conexión emocional con ellos. Pero si no la tienen consigo mismos… ¡como para conectar con sus hijos! Me parece una aberración, o sea, tú sabes perfectamente que tu hijo hace esto para llamar la atención, ¡pues atiéndele! porque algo quiere. “No, es que quiere que esté con él”, dicen algunos padres. ¡Claro! ¡Pues claro que tu hijo quiere estar contigo!… Peor aún es eso de “es que él tiene que aprender a ser independiente”. Mira, aprenderá a ser no independiente, sino autónomo, cuando tenga 17, 18, 20 o 22 años…¡pero es que ahora tiene 2 años! Y ahora tiene que estar llamando constantemente tu atención. Luego, cuando llega la etapa adolescente ya lo echarás de menos y dirás: “Es que ya no me hace caso”. Claro, es que entre que está en la adolescencia y entre que tú no le has hecho caso cuando lo ha necesitado, pues tenemos lo que nos merecemos. No he visto una ciencia más matemática que la psicología: es matemática pura…
El entorno no ayuda a criar de una manera sana y tranquila. No necesitamos tanta hiperactividad, sino todo lo contrario (Rafa Guerrero, psicólogo)
P: ¿No piensas que muchos llegamos a padres y madres sin tener ni idea de serlo y sin saber que, como todo en la vida, a ser padres también se aprende?
R: Pensamos que la paternidad y maternidad es algo instintivo y la mayor parte es aprendida. Lo que pasa es que ponemos en marcha ese procesamiento más automático y nos dirigimos a nuestros hijos de la manera en que se han dirigido a nosotros. Así, lo que estamos haciendo es perpetuar el trauma.
P: Por último, Rafa, ¿qué papel crees que juega la tecnología y nuestro estilo de vida en la perpetuación de este modelo autoritario?
R: La tecnología no ayuda, los políticos no ayudan, el trabajo no ayuda, la vida estresante que tenemos no ayuda…es que es verdad que tenemos cada vez más información y hay sectores que estamos cada vez más sensibilizados, pero también es verdad que el entorno no ayuda a criar de una manera sana y tranquila. No necesitamos tanta hiperactividad, sino todo lo contrario. Pero claro, los adultos estamos hiperactivados y eso es lo que estamos transmitiendo. Cada vez vemos a más niños que lo están pasando cada vez peor y vemos situaciones muy delicadas como lo que estás viendo en prensa con suicidios, acoso escolar, ansiedad, salud mental. La única parte positiva es que cada vez se habla más de salud mental y cada vez a la gente le cuesta menos reconocer que va al psicólogo.