Una mayor información y las recomendaciones de los expertos en nutrición están ayudando a que poco a poco conozcamos mejor qué es lo que comemos y cómo debemos hacerlo. De hecho, hay costumbres que son perjudiciales para nuestro organismo y platos tradicionales que pueden resultar indigestos y poco recomendables.
Algunos alimentos no se deben mezclar, ya sea porque provocan digestiones muy pesadas o porque se eliminan recíprocamente las propiedades y los nutrientes que poseen. A continuación vamos a exponer algunas de estas combinaciones poco recomendables. Cabe señalar que la mayoría no son peligrosas para la salud, a no ser que se tenga un problema concreto, con lo que no debe cundir el pánico si una persona está habituada a ellas. Como hemos apuntado, solo son recomendaciones basadas en la composición de los alimentos. Estos son los alimentos que no combinan bien y, por lo tanto, no conviene mezclar:
Aunque se trate de un plato que suele repetirse, ya que mezclarlas con queso es un modo sabroso de comer estas verduras, provoca que el calcio de los lácteos no sea bien absorbido por el organismo. Los culpables son los oxalatos, una sustancia presente en las espinacas.
Puede ser dicho así despierte numerosas dudas, sin embargo, es algo que solemos hacer con relativa frecuencia. Un buen ejemplo de ello es comer pollo, pulpo, pescado o ternera con patatas. Las patatas, ya sean fritas o asadas, son una guarnición muy frecuente para acompañar a alguno de esos alimentos.
Pero también cuentan con amplias cantidades de almidón, una sustancia que no combina bien con las proteínas, ya que pueden provocar una mala digestión. Por lo tanto, alimentos con una alta carga proteica como los mencionados es mejor que vayan acompañados de verduras.
Resulta curioso que esta mezcla de almidones y proteínas sea tan popular en la cocina occidental… y también en la oriental. Al menos en Japón, puesto que el sushi se caracteriza por unir arroz, con una alta dosis de almidón, con pescados crudos como el salmón o el atún y las proteínas que albergan.
La Organización Mundial de la Salud recomienda la ingesta de cinco piezas de fruta o verdura al día. Así que poco podemos añadir acerca de lo saludable que es la fruta para el organismo… siempre que no la acompañemos. De hecho, comer una pieza o más en el postre no es recomendable, dado que su digestión se hace mucho más pesada. En cambio, cuando la ingerimos “en solitario”, esa digestión resulta mucho más ligera.
Así pues, su inclusión en ensaladas –por muy apetitoso y saludable que parezca elaborar una ensalada con manzana o con frutos secos– no es una buena idea, menos aún si se combina con las grasas del aceite de oliva. Y eso no es todo, las frutas ácidas como las piñas y las naranjas no deben mezclarse con lácteos: es muy probable que afecten a la flora intestinal y provoquen cierto malestar.
Por otro lado también hay que señalar que las reacciones químicas resultantes de la mezcla de frutas dulces con frutas ácidas pueden afectar al buen funcionamiento del aparato digestivo. Esto es algo que suele hacerse en las macedonias, de manera que hay que prestar mucha atención a qué frutas se eligen para su preparación.
Beber mucho líquido –incluida el agua– mientras comemos ralentiza la digestión y tiende a provocar malestar. No cabe duda de que hidratarse es fundamental para nuestro organismo, pero hemos de hacerlo entre horas y no durante la ingesta de alimentos.
Mención especial merecen los refrescos azucarados, que nunca deben acompañar a las comidas ricas en magnesio. Y es que los fosfatos que contienen impiden que el magnesio que llega a nuestro cuerpo sea absorbido correctamente.
Si bien con los productos derivados de la leche no se suelen combinar estas legumbres tan habituales en nuestra gastronomía, sí que lo hacen con carnes (pollo, chorizo, ternera…). En el primer caso, el calcio de los lácteos evita la absorción del hierro presente en las lentejas. Y en el segundo, la digestión se dificulta, puesto que, si ya de por sí las lentejas requieren un prolongado proceso digestivo, si le unimos proteínas, este se ralentizará todavía más.
Combinar arroz con judías tampoco es una buena opción si queremos tener una digestión suave. El motivo es que la mezcla de legumbres y almidones resulta muy pesada. Esto mismo puede suceder cuando echamos mucha patata a un plato de lentejas.
Más allá de que no es recomendable tomar más de una cerveza o un vino al día, hemos de señalar que el alcohol elimina las propiedades de las vitaminas cuando se ingiere con ellas y eso es algo que no le conviene a nuestro organismo.
Estas son algunas de las combinaciones que peor le sientan al cuerpo. No obstante, como hemos apuntado anteriormente, la mayoría de ellas no suponen un gran peligro, pero sí que pueden provocar malestar o algún que otro problema gástrico.