Así convive Christina a diario con la diabetes de su hija: "Lloré porque sabía lo que venía"
Una madre cuenta el duro aprendizaje para convivir con la diabetes diagnosticada a los 9 años a su hija
Christina Romero desvela lo que sintió el día que recibió el diagnóstico de diabetes cuando su hija tenía 9 años: "lloré, porque yo sabía lo que venía"
Día Mundial de la Diabetes: ¿por qué no para de aumentar esta enfermedad silenciosa?
Christina pensó que su hija de 9 años tenía una infección de orina, porque iba al baño a orinar muchas veces y siempre tenía hambre. Cuando el médico le dijo que Ana tenía diabetes se puso a llorar, "porque yo sabía lo que venía". Ahora la niña, que primero odió a su madre por restringirle los chuches y racionarle la tarta de chocolate, tiene 14 años y es -según palabras de su madre- "la adulta que ella hubiera querido ser".
A Ana, tras el diagnóstico, "la dejaron ingresada, porque tenía la glucosa en 400" cuando lo normal es entre 70 y 180. "Era muchísimo" y me puse a llorar. Yo pensé que era una simple infección de orina y cuando me dicen que tenía "diabetes mellitus tipo 1 fue muy duro".
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"¿Cómo le explicas a un niño que quiere comerse el mundo que se lo puede comer, pero por partes?"
Los estantes de tiendas y supermercados llenos de chuches, galletas y bollos de todo tipo, no siempre saludables, son una tentación diaria a la que es muy difícil resistirse, sobre todo si eres un niño. Una experiencia "muy dura" para una madre, pero también para los pequeños, "porque están en una etapa en que todo lo quieren hacer, todo lo quieren comer y uno tiene que decirle que no." Eso te "convierte en el villano".
"¿Cómo le explicas a un niño que quiere comerse el mundo que se lo puede comer, pero por partes?". Una situación difícil para una madre que tuvo que aprender a equilibrar sus temores, su amor y a conocer la enfermedad, porque "a veces hay momentos en que la diabetes te frena, te da como un stop".
Para esta madre también fue un aprendizaje entender la diabetes, en la que "1+1 es igual a 49". Un día "puedes desayunar dos tostadas y un café y estás perfecto, no te pasa nada. Al otro día desayunas lo mismo y la glucosa se va a la estratósfera". Pero también aprendió a llevar la relación con su hija de 9 años, a equilibrar las restricciones y pasar a "no te puedes comer una trozo de tarta de chocolate, pero sí un trocito" y dentro de un rato, negociar que si medimos la glucosa y está bien quizá otro.
El primer año del diagnóstico de diabetes "fue terrible"
A asumir el diagnóstico es a lo que no la enseñó ningún médico, a pesar de que fueron muy cariñosos con ella. "Ese primer año" tras el diagnóstico de diabetes "fue terrible". "Mi hija me odiaba, porque eran muchas prohibiciones: No puedes comer eso, no puedes hacer eso, no esto", pero "una vez que tú vas entendiendo la diabetes, vas leyendo artículos" y hablando con otras personas, todo mejora", me cuenta Christina, "que buscó ayuda en las redes", porque ya le daba pena llamar a su doctora a las tres de la mañana cuando Ana tenía la glucosa alta.
En esos primeros tiempos rememora su angustia cuando el médico le dijo "aquí tiene una libreta para contar raciones, un glucómetro, unos bolis de insulina, las agujas y.., suerte. Tú te quedas así ... ¿qué es esto? ¿Qué me está contando?". Por eso empezó a hablar con otras personas que llevaban años conviviendo con la diabetes, que le explicaron cómo reaccionar, cómo saber, y son esta gente a la que esta madre llama su "familia azul, el azul porque es el color de la diabetes", aclara.
Con el transcurrir de los años, Ana, ahora una adolescente de 14 años, "se ha hecho responsable de su enfermedad" . Ha pasado varios sustos de bajadas muy peligrosas de glucosa, algo que a Christina confiesa todavía le pone "súper nerviosa". Tanto que es su hija la que tranquiliza el ambiente.
"Cuando Ana está por debajo de 70", la madre está detrás. Insistiéndole. "Tómate el zumo, toma esto". Y ya "es ella es la que me dice, 'mamá, tranquila, relájate, estoy bien.".
"Cuando yo veo que me suena la alarma de una aplicación en el móvil en la que puedo ver cómo va el gráfico de su glucosa y le digo que se tome el zumo, pero está en el instituto y me dice 'ya lo hice, mamá, estoy bien', entonces es cuando entiendo que son pequeñas cosas que te dicen que está siendo responsable, porque está pendiente". Es el objetivo, que ella "haya aprendido a gestionar su diabetes".
"No veo la diabetes como una enfermedad, sino como una condición de vida"
España es el segundo país con más personas con Diabetes de la Unión Europa, solo por detrás de Alemania, y se estima que en 2025 llegue a los 9 millones de enfermos con esta patología, un tercio más de los 6 millones que hay actualmente.
A pesar del diagnóstico, Christina ha organizado su vida sin grandes aspavientos, ni alteraciones para el resto de la familia. Hacen una vida sana. La familia, que vive en Galicia, con sus dos hijas, Ana, que sufre diabetes y su gemela, Mercedes, sin esta enfermedad.
"No he establecido ninguna diferencia entre mis hijas". Mercedes que no tiene diabetes, practica voleibol y Ana, los fines de semana, practica "crossfit conmigo y estamos en actividad". Paradojas de la vida, "la diabetes lo que ha hecho es unirnos mucho más como familia, hacernos ver la parte de 'vamos a comer sano'". Y aclara- "eso no quiere decir que un día no comamos comida rápida, pero no de forma recurrente. Lo recurrente es comer sano".
Sin diferencias a la hora de comer... ni de vivir
"Yo no tengo por qué preparar un plato para Ana Lucía y otra para Mercedes, otro para mí y mi esposo. ¡No, todos comemos por igual! Todos disfrutamos por igual". Nadie se sacrifica, porque Ana sea una persona diabética dice su madre. "Ana tiene esa condición, pero yo no la veo como enfermedad, la veo como una condición de vida que tienes que aprender a estar con ella, porque no es algo que se pasará. Lo mejor para una persona con diabetes es tenerla en cuenta, aprender de ella, porque la diabetes va a estar siempre, va a ser para toda tu vida."